
Día de elecciones locales en Reino Unido. Escocia y Gales ponen en juego todos los ayuntamientos, e Inglaterra renueva unos 4.000 concejales, incluidos todos los de Londres. Pero las miradas de la UE están puestas en los únicos comicios autonómicos de la jornada, los de Irlanda del Norte. Una votación clave de la que depende el futuro del acuerdo comercial post-Brexit entre la UE y Reino Unido, que debe ser refrendado por la Asamblea que surja de estas elecciones.
Durante los largos años de las negociaciones del Brexit entre Londres y Bruselas, el principal obstáculo para un acuerdo era la delicada situación de Irlanda del Norte, una provincia que ha vivido bajo la sombra de la guerra civil desde su partición hace un siglo y que, por primera vez desde los Acuerdos de Paz de Viernes Santo de 1998, debía volver a convivir con una frontera, ya fuera entre las dos Irlandas o entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. El tratado final acordó la imposición de una frontera interna entre la provincia y el resto del Reino Unido, una derrota histórica para los unionistas que incendió la política norirlandesa y culminó con la ruptura del Gobierno de coalición entre unionistas y nacionalistas -combinación obligada por los Acuerdos de Paz- el pasado mes de febrero.
Pero una de las claves del tratado comercial, para dar legitimidad democrática a la creación de la nueva frontera, es que debía ser refrendado en 2024 por la mayoría absoluta de la Asamblea Norirlandesa que se eligiera este jueves. Una cláusula que ha disparado la importancia de estos comicios, ya que una victoria de sus oponentes -los unionistas británicos- podría forzar a una renegociación del texto para buscar un nuevo encaje al disputado territorio. El Gobierno de Boris Johnson lleva años jugueteando con la posibilidad de romperlo unilateralmente, y un apoyo explícito del Parlamento norirlandés sería la justificación perfecta.
Por el contrario, las encuestas apuntan a una victoria de los nacionalistas irlandeses liderados por el Sinn Féin, los herederos de la antigua banda terrorista IRA. Un resultado así sería un hito histórico en un territorio diseñado en 1921 para asegurar una mayoría permanente unionista, y reabriría el melón de la posible reunificación irlandesa. Aunque la líder del partido, Michelle O'Neill, se ha centrado en asuntos económicos para evitar inflamar las pasiones nacionalistas de ambos lados, el riesgo es que una histórica derrota irlandesa resquebraje los delicados acuerdos de paz.
Johnson mide el impacto del 'Partygate'
Pero fuera de la burbuja norirlandesa, a la que apuntarán las miradas de Bruselas, el resultado de las elecciones en el resto del país puede marcar el futuro del Gobierno de Boris Johnson. La gran pregunta es cuánto daño han hecho los sucesivos escándalos del primer ministro, con el 'Partygate' a la cabeza, y si el Partido Laborista ha logrado restañar las graves heridas de su descalabro electoral de 2019 para volver a ser una alternativa creíble.
La última vez que se celebraron las municipales en Inglaterra, en 2018, los laboristas aprovecharon la debilidad del caótico Gobierno de Theresa May para firmar una victoria, aunque no especialmente amplia, salvo en su feudo londinense. Mejorar aquellos resultados supondría una buena señal después del descalabro de 2019. La esperanza laborista pasa por mejorar resultados en Escocia y Gales, arrasar en Londres -las encuestas indican que podrían ganar algunos de los ayuntamientos fetiche de Margaret Thatcher, como Wandsworth o Westminster- y sobrevivir en el resto de Inglaterra, lo que ya indicaría un rebote tras hundirse en un hoyo profundísimo hace algo más de dos años.
Por contra, Johnson aspira a mejorar los resultados de entonces y demostrar que no ha perdido la magia electoral pese al desgaste que ha sufrido esos meses. Un buen resultado podría empujarle a adelantar las generales, programadas para 2024, ante el temor de que la situación económica no vaya a hacer más que empeorar para entonces, como ya han indicado varios rumores. Pero una derrota clara de los 'Tories' podría ser la mecha que necesita su partido para rebelarse por completo y forzar una moción de confianza contra su liderazgo. La jornada del viernes puede ser clave para el futuro de Europa y del Reino Unido.