Economía

Qué es el MidCat, el gaseoducto español que podría aislar a Putin

  • La tubería podría transportar el 5% del gas que ahora vende Putin a Europa
  • Su construcción se paró después de que España y Francia rechazaran la idea
Foto: Reuters

La guerra de Rusia en Ucrania promete ser todo un quebradero de cabeza energético para Europa. La Comisión Europea ha prometido desligarse de aquí a final de año -en la medida de lo posible- de las materias primas provenientes de Rusia y ese hito pasa por buscar nuevas fuentes que abastezcan al continente de petróleo y gas. Una de las alternativas que hay sobre la mesa a largo plazo es la construcción de MidCat, un gaseoducto ideado hace más de una década que conectaría España y Francia con capacidad de insuflar en Europa alrededor del 5% del gas que ahora importa de Rusia.

MidCat es un proyecto que plantea la conexión entre la red de gas de España y Francia mediante la construcción de un tramo de tuberías que partiría de Hostalric (Girona) y se adentraría en el sur de Francia. Este gaseoducto de 190 kilómetros permitiría sumar una nueva conexión de gas entre los dos países, que ya cuentan con dos operativas, pero que no son capaces de enviar el flujo necesario para abastecer el déficit gasista actual de Europa.

Originalmente -el proyecto comenzó a idearse hace más de 15 años- tenía como objetivo mejorar la conexión de la península con el resto de Europa en materia gasística para acabar con la llamada situación de "isla energética", que provoca que España y Portugal sean -junto a Malta y Chipre- los únicos países de la Unión que no pueden vivir de su abastecimiento de gas por tuberías, sino que necesitan importar gas licuado trasportado en buques. Esta falta de competencia ha sido durante años la responsable de la brecha de precios del gas entre Francia y España.

La capacidad de transporte de MidCat a pleno rendimiento sería de 7.300 millones de metros cúbicos al año (o 7,3 bcm, como se expresa en el sector) de España hacia Francia, algo más de una quinta parte del consumo anual de gas en España, suficiente para reequilibrar el mercado español del gas en una situación normal. Pero ahora las tornas han cambiado y la finalidad de MidCat no sería optimizar el sistema español, sino salvar el europeo.

¿Por qué se ha vuelto a hablar de MidCat?

La guerra de Rusia en Ucrania ha provocado que los países occidentales reduzcan a toda prisa su dependencia energética de las manos de Vladimir Putin, en parte para prevenir posibles cortes de suministro, pero principalmente para cortar de raíz la principal fuente de riqueza de Rusia que sirve al país para financiar su campaña militar: la exportación de materias primas.

Rusia produce el 40% del gas que consume el conjunto de la Unión Europea -155 bcm al año- y la Comisión ya aprobó a comienzos de marzo un plan para recortar un 66% -hasta los 55 bcm al año- sus compras de esta materia a Rusia de aquí a finales de 2022, una maniobra histórica que se llevará a cabo sustituyendo el gas ruso por el de otros productores.

Estados Unidos y Qatar serán algunos de los grandes vendedores que cubrirán el cupo ruso, con 50 bcm anuales, una cantidad insuficiente para olvidarse del gas de Putin. Además, la Comisión espera ahorrarse cada año unos 40 bcm con fuentes de energía renovable y medidas de eficiencia energética, lo que requerirá grandes inversiones de todo tipo para modernizar hogares y aumentar las plantas de generación de energía verde. Los 10 bcm restantes esperan recibirlos a través de los gaseoductos de terceros países.

Es aquí donde entraría en juego la conexión MidCat, que podría regar a Europa con gas proveniente de Argelia, Nigeria o Guinea Ecuatorial con su capacidad para transportar 7,3 bcm anuales.

¿Entonces, se va a construir?

En 2019 el proyecto MidCat quedó aparcado después de que el regulador francés y el español concluyeran que su construcción no era recomendable. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y la Commission de Régulation de l'Énergie (CRE), la construcción del gaseoducto era demasiado cara y las tarifas de transporte no ayudarían a mejorar el ecosistema energético español. Este posicionamiento sirvió al gobierno francés para desestimar la idea, que fue acogida por el lobby atómico francés, que habría visto su negocio desplazado por el gas.

Pero el nuevo panorama bélico ha provocado que los principales detractores del gaseoducto hayan moderado su discurso y desde comienzos de marzo se han intensificado los acercamientos entre el gobierno español y francés.

Teresa Ribera, la ministra de Transición Ecológica, reticente a la construcción de MidCat, reconoció a comienzos de marzo la necesidad de buscar soluciones a la dependencia del norte de Europa del gas ruso, y una de estas salidas podrías ser la conexión gasista con Francia.

La titular de medioambiente, sin embargo, planteó que este gaseoducto debería ser financiado por Europa al tratarse de un proyecto geoestratégico para la región, y que para construirse deberá idearse a largo plazo dentro de los objetivos medioambientales de la Unión Europea. Esto es, trasportar no solo gas natural, sino también biometano y otros gases renovables, e hidrógeno verde en el futuro.

Desde el lado galo, el embajador francés en España, Jean-Michel Casa, reconoció hace dos semanas que el gobierno de su país estaría dispuesto a retomar las conversaciones sobre el gaseoducto MidCat. "Ahora la situación de fondo ha cambiado. ¿Hay que hablar ahora del MidCat? Hablemos del MidCat", comentó en una entrevista en La Vanguardia.

Aunque Casa añadió que no es solo un asunto a discutir con España, ya que su país no cuenta con la infraestructura suficiente para abastecer a un gigante como Alemania, de 83 millones de habitantes. Francia debería destinar cerca de 2.000 millones para reforzar su red de gas del sur -el antiguo mercado PEG Sud- para poder llevar dicho gas hasta Alemania o Italia. Este último se encuentra en una situación parecida a la alemana, con una dependencia del gas ruso de cerca del 40%.

En todo caso, la ministra Teresa Ribera reiteró a principios de mes que la construcción de esta conexión de gas llevaría entre cuatro y cinco años, un proyecto a largo plazo que no serviría para atender al posible desabastecimiento energético al que se enfrenta Alemania ni a que el país germano alcance su objetivo marcado a medio plazo: deshacerse del gas ruso a mediados de 2024. Hay que recalcar que hasta ahora Alemania importaba el 55% de su gas de Rusia.

Ante las numerosas dudas que sobrevuelan este proyecto, Italia movió ficha hace unos días y planteó un proyecto alternativo para que el gas procedente de España viaje directamente a Italia sin pasar por Francia a través del mar. "A falta de avances reales y rápidos en el MidCat, también estamos en la fase de prefactibilidad de un nuevo gasoducto en alta mar desde España hasta Italia", dijo Marco Alverà, consejero delegado de Snam, la gestora de gas italiana. Como alternativa temporal que responda a la crisis derivada de la guerra, Snam propone usar barcos para comenzar ya mismo con ese flujo de gas licuado. "A muy corto plazo, estamos organizando un gasoducto virtual con un sistema de buques pequeños para transportar el GNL desde España hasta Panigaglia, donde solo los buques más pequeños pueden descargar", añadió el empresario.

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