
La nueva batalla del Brexit parece calmarse con una tradición navideña: la renuncia británica a sus demandas de que Irlanda del Norte salga de la supervisión de la UE. Tras aceptar que la provincia siga en el Mercado Común a finales de 2019, y firmar un acuerdo comercial que implantaba una frontera interna entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña en la Nochebuena de 2020, este diciembre ha tocado la aceptación de que el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) tenga jurisdicción en el territorio británico irlandés como parte del Mercado Común que es, desinflando las amenazas de ruptura del acuerdo comercial con las que amenazaba Londres si la UE no cedía.
La renuncia se filtró la semana pasada, atrayendo el desmentido inmediato por parte del ministro del Brexit, David Frost. Sin embargo, este viernes se ha cristalizado la concesión, a cambio de que la UE permita que las medicinas autorizadas en Reino Unido pero que no lo estén por el regulador europeo puedan recetarse en Irlanda del Norte.
El Gobierno de Boris Johnson llevaba meses amenazando con romper el acuerdo del Brexit, al menos en lo que respecta a la provincia, si la UE no renunciaba a la jurisdicción del TJUE y eliminaba los controles aduaneros a los productos comerciados entre ambas orillas británicas, en lo que se conoce como la "guerra de las salchichas". Bruselas ofreció recortar drásticamente el papeleo, pero rechazó eliminar la obligación de declarar e insistió en que el TJUE es una condición irrenunciable.
Derrota histórica
La renuncia llega después de que Johnson sufriera una derrota histórica en una circunscripción rural en la frontera con Gales. North Shropshire, un condado que había elegido a un diputado 'tory' en todas las elecciones desde su creación en 1834, celebró este jueves una votación extraordinaria para nombrar a un nuevo parlamentario tras la dimisión del anterior, Owen Paterson, por un escándalo de 'lobby' ilegal. El resultado fue escalofriante para Johnson: los 'tories' perdieron dos tercios de sus papeletas y vieron cómo un territorio en el que ganaron por 40 puntos en 2019 pasaba a elegir a un diputado liberal con un margen de 15 puntos.
El resultado es un golpe casi calcado al que sufrió John Major en otra elección extraordinaria en 1993, también en un escaño de la 'Inglaterra profunda' que habían dominado históricamente y también a manos de los Liberal-Demócratas. Aquel resultado predijo una catástrofe para los Conservadores en las siguientes elecciones generales, lo que ha desatado todas las alarmas en el Gobierno.
Estas elecciones llegan justo cuando Johnson lleva varias semanas envuelto en el llamado "partygate". Los medios de comunicación, de todos los colores, han destapado once fiestas celebradas entre Downing Street, varios ministerios y la sede del propio Partido Conservador, mientras el país estaba en confinamiento estricto en 2020 y los encuentros sociales estaban prohibidos. La undécima, desvelada este mismo viernes, involucra a David Case, ministro del Gabinete y la persona designada por Johnson -del que hay fotos participando en otra fiesta- para investigar el asunto.
Tras el resultado, las señales de los diputados 'tories' indican que están empezando a afilar los cuchillos, aunque no se espera una moción de confianza contra Johnson al menos hasta que pase la ola de ómicron y se cierre por completo la renegociación con la UE sobre Irlanda. Pero lo tienen claro: "Esta es su última oportunidad", aseguraron a los medios los líderes del Comité 1922, que reúne a los diputados rasos del partido. El premier, por su parte, ha asegurado que ha "recibido" el mensaje, aunque ha dejado claro que no tiene ninguna urgencia para remodelar su Gobierno o cambiar de rumbo, y ha culpado a los medios por centrarse tanto en sus escándalos. Desde luego, no lo que muchos esperaban en sus filas. En el aire, la duda de si Johnson sigue siendo la bestia carismática capaz de ganar elecciones o ya está carbonizado por completo, como sugiere el brusco hundimiento de su aprobación en las encuestas. Y, sobre todo, si hay alguien en la bancada del Gobierno capaz de reemplazarle a corto plazo.