Un mercado laboral que genera empleo, calles llenas de consumidores, restaurantes completos o unos ingresos fiscales que crecen con fuerza tienen a los economistas en ascuas. Con todos estos datos a la vista, cómo puede ser que la actividad de España esté presentando un rebote tan débil. Cada vez son más los que especulan con la posibilidad de que los datos del INE no estén reflejando (por ahora) la fortaleza real de la recuperación económica de España tras la profunda recesión de 2020.
Casi todas las previsiones colocaban a España a la cabeza de la recuperación económica en la zona euro. Sin embargo, el PIB de España entre julio y septiembre creció un 2% trimestral respecto al segundo trimestre, según el avance del INE. El dato quedó muy por debajo a lo previsto por el consenso de analistas que esperaban un crecimiento del 2,7%, según revelan desde la agencia Bloomberg en un reportaje.
Las cifras de crecimiento no han cumplido ni de lejos con las expectativas en los últimos dos trimestres. España ha pasado en cuestión de meses de ser el líder potencial de la recuperación de Europa a ser la gran rezagada, muy por detrás de economías como Francia e Italia.
Los datos de la esperanza
Sin embargo, muchos expertos no están convencidos con estos datos. Los analistas consultados por Bloomberg argumentan que los datos e indicadores de alta frecuencia como la demanda de materiales de construcción y el aumento en el gasto en tarjetas de crédito pintan un panorama mucho más optimista para la cuarta economía más grande de la eurozona.
La realidad será vital para el gobierno, que defiende todavía la previsión de este año de una expansión del 6,5%, el ritmo más rápido desde 1973.
"La creación de empleo está cerca de niveles récord y la recaudación de impuestos sigue superando las expectativas. ¿Cómo puede bajar el consumo? Aquí falta algo", explica Jordi Sevilla, exministro de gobierno y asesor principal de la consultora madrileña Llorente y Cuenca, en declaraciones a Bloomberg.
Se crearon casi tres cuartos de millón de puestos de trabajo entre mayo y noviembre, ayudados por el repunte de los viajes locales. En otros lugares, el gasto en tarjetas de crédito está aumentando en dos dígitos en comparación con 2019, mientras que las solicitudes de hipotecas, las ventas de viviendas y los ingresos por impuestos sobre la renta han superado los niveles anteriores a la crisis. Son estos indicadores en los que se apoya el gobierno como base para mantener su perspectiva.
"Me quedaré con la evolución del mercado laboral, que es lo que realmente importa", dijo la ministra de Economía, Nadia Calviño, en una reciente entrevista televisiva. Su ministerio utiliza un indicador sintético que abarca datos como el consumo de electricidad y las compras con tarjeta de crédito para medir el "pulso real de la economía, independientemente de otros indicadores que son importantes pero están un poco atrasados", aseguraba.
"Lo que explica la rareza es que podríamos estar subestimando el producto interior bruto y habrá una corrección al alza en la línea", asegura Jordi Sevilla. Los economistas atribuyen las discrepancias en los datos a la rígida metodología del instituto nacional de estadística (INE), junto con los obstáculos que plantea el coronavirus para recopilar información y medir la producción.
Los funcionarios del INE han tenido este martes una reunión informal con analistas para aclarar dudas sobre cómo realiza sus cálculos. En respuesta por escrito a las preguntas, el INE asegura que no ha detectado problemas en la forma en que recopila la información y que el acierto de los datos publicados y recogidos es muy amplio.
El primer palo en las previsiones del Gobierno
Pero cuando el instituto recortó drásticamente su PIB del segundo trimestre al 1,1% en septiembre, advirtió que hay que considerar la "dificultad inherente de medir la coyuntura que venimos afrontando desde el primer trimestre de 2020". Esa revisión a la baja ya hizo casi imposible lograr la proyección del gobierno para todo el año.
El presidente Pedro Sánchez confía en una fuerte recuperación respaldada por casi 200.000 millones de euros de gasto presupuestario potencial en 2022. Su equipo argumenta que medir la actividad utilizando indicadores tradicionales implica un claro retraso y es más propenso que nunca a las revisiones debido a los efectos de la pandemia.
Previsiones a la baja
Las proyecciones de los analistas se han reducido desde la rebaja del INE: la economía crecerá solo un 4,6% en 2021, según la última encuesta de Bloomberg. Aunque ese dato está muy por encima del promedio de 2,8% en los cinco años anteriores al covid, es decepcionante ante las previsiones que hablaban de un crecimiento del 6,5%.
Otros analistas consultados por Bloomberg intentan explicar los malos datos de PIB y recuerdan que "la recuperación en la construcción y la industria ha decepcionado más de lo que podría haberse esperado a partir de las lecturas mensuales y dado el despliegue de los fondos de recuperación de la UE. No obstante, esto también puede ofrecer algo de espacio para posibles revisiones al alza".
Pese a todo, las previsiones son algo oscuras para la economía de España ante la nueva ola de covid que está acechando a Europa. El turismo extranjero sigue estando por debajo a los niveles previos del covid y los confinamientos en Europa podrían limitar aún más los viajes. A nivel nacional, la inflación está tocando máximos de 30 años y amenaza con devorar la confianza del consumidor. Mientras que los fondos de la UE se están desplegando con extrema lentitud.
Para José Luis Calvo, profesor de economía matemática en la Universidad UNED de Madrid, la verdad puede estar en algún lugar entre las optimistas previsiones del gabinete y las decepcionantes estadísticas oficiales.
"La recuperación es probablemente más fuerte de lo que muestran los datos del PIB, pero no tan fuerte como dice el gobierno", asegura. "La economía española no es la locomotora de Europa, ni el camión de cola".
Ángel Talavera, economista jefe de Oxford Economics, sospecha que la verdadera forma de la recuperación de España solo se aclarará cuando se vuelvan a examinar los datos oficiales. El crecimiento podría resultar siendo mucho más sólido de lo que se ha informado hasta ahora.
"El golpe a un sector turístico de gran tamaño es una razón obvia del retraso, pero una reactivación mucho más lenta en el gasto de los hogares es un factor más importante que es más difícil de entender con datos económicos alternativos. No obstante, el aumento de la inflación es responsable de parte del déficit del consumo, pero no creemos que las presiones sobre los precios lo expliquen todo", asegura Talavera.
"Otra posible razón, la lenta absorción de fondos de la UE, ya está incorporada en nuestro escenario de base, por lo que tampoco consideramos que sea una causa probable del bajo rendimiento. Más importante, el colapso de la productividad laboral implícito en las cifras del PIB es otro acertijo sin resolver que no puede explicarse fácilmente por razones económicas y nos lleva a pensar que es posible que veamos revisiones de las cuentas nacionales en el futuro", asegura este experto.