La inflación ha vuelto a dar otro salto en EEUU para situarse en niveles no vistos desde diciembre de 1990. El IPC general se ha situado en el 6,2% en octubre, la mayor tasa de variación en más de tres décadas. La fuerte subida de los precios relacionados con la energía (ha subido un 30% anual) está empezando a permear en otros componentes, a lo que se suma los problemas en la cadena de suministros y la escasez de algunos inputs que están encareciendo los procesos de producción. Aunque el dato de octubre ha pulverizado todas las previsiones, aún podrían quedar algunos meses antes de que la inflación toque techo.
La inflación mensual se ha incrementado un 0,9%, es decir, los precios han subido casi un 1% entre septiembre y octubre. En términos mensuales, la energía (+4,8%) y los coches usados (+2,5%) y la comida (+0,9%) han sido los componentes que más han subido.
Por su parte, la inflación subyacente se ha situado en el 4,6% interanual, máximos desde 1991. Estos datos han superado con creces el consenso del mercado, que hablaba de una tasa de variación del 5,8% en la inflación general y del 4,3% en la subyacente o core. Este tipo de inflación no pondera alimentos sin procesar ni energía, lo que reduce su volatilidad e incrementa su fiabilidad para conocer el estado real de la demanda y la economía en general.
Los analistas de TD Securities han revisado al alza sus estimaciones de inflación a corto plazo. Gran parte de este aumento se debe a una renovada tendencia alcista en los precios de los vehículos usados. La crisis de los microchips, que está impidiendo que los fabricantes de coches puedan satisfacer la demanda, ha hecho de los vehículos de segunda mano un bien muy preciado.
Desde TD Securities preveían antes del dato publicado este miércoles un incremento medio del 6,2% para el cuarto trimestre de 2021 (octubre, noviembre y diciembre), mientras que para el cuarto trimestre del próximo año se moderará al 2,3%. Ahora, estos pronósticos podrían quedarse bastante cortos. James Knightley, economista de ING, no descarta que el IPC toque el 7% en los próximos meses.
Para el IPC subyacente prevén una tasa de variación del 4,7% en el cuarto trimestre de 2021 y un 2,5% para el cuarto trimestre de 2022. Por otro lado, estos economistas creen que la inflación tocará su punto más alto en diciembre de este año. La Reserva Federal podría encontrarse ante la espada y la pared si persiste esta tendencia que ya ha generado cierta división con el ritmo del tapering.
"La fuerte demanda y una oferta restringida impulsarán la inflación al alza también a principios de 2022, lo que podría llevar a la Fed a subir los tipos de interés antes de nuestra previsión, que se encuentra fechada en diciembre de 2022. Si la inflación sigue superando las expectativas, la Fed también podría acelerar la reducción de compra de bonos (tapering), pero por ahora creemos que se seguirá produciendo una reducción constante hasta mediados de 2022", apuntan desde Oxford Economics en una nota.
Una bolsa de ahorro histórica, estímulos fiscales que han llegado al bolsillo de las familias y unos tipos de interés bajos han creado el caldo de cultivo perfecto para que la demanda supere a la oferta (que además se enfrenta a varios límites inesperados) en el corto plazo. Este desequilibrio está generando escasez de algunos productos, pero también de ciertos perfiles de trabajadores. Todo ello está provocando incrementos de costes (inputs, materias primas, mayores costes laborales...) que terminan trasladándose al consumidor, tal y como queda reflejado en el IPC.
Por ahora, los grandes propulsores de la inflación son dos: la energía (se ha disparado un 30%) y los coches y camiones de segunda mano (han subido un 26,4% interanual). No obstante, los vehículos nuevos también se están comenzando a encarecer de forma clara ante la escasez de chips: en un año su precio ha subido un 9,8%. Si la energía sigue subiendo, otros componentes podrían ser las próximas 'víctimas'.
La inflación en 2022
No obstante, los analistas de TD Securities creen que que "la inflación se desacelerará significativamente en 2022 a medida que el impacto de los estímulos fiscales se desvanezcan y las restricciones de oferta se alivien, sin embargo, no esperamos que los datos pierdan fuerza a muy corto plazo".
¿Qué tendría que ocurrir para que la inflación se mantenga elevada por más tiempo? Los economistas de TD Securities advierten de que la inflación podría perdurar más de lo esperado y alcanzar cotas más altas ante la complacencia que está mostrando la Reserva Federal de EEUU (aunque el tapering ya es oficial, los tipos siguen cerca del 0% y el tono sigue siendo dovish).
Aún así, para que este auge de precios se mantenga de forma autónoma se necesitaría un mercado laboral todavía más ajustado (tasa de paro más baja y una subida de los salarios más amplia) y una subida aún superior de las expectativas de inflación, que se viese reflejado en mayor medida en el IPC subyacente.
Si esto último se produce, entonces estarían dando comienzo los conocidos como 'efectos de segunda ronda' de la inflación. Hasta la fecha, el auge de la inflación se ha concentrado en unos pocos componentes (energía, coches de segunda mano o alimentos), pero poco a poco esta inflación comienza a permear en la constelación de bienes y servicios que componen la cesta de la compra de los americanos.
En un paso final, esto debería traducirse en unas demandas salariales mayores que retroalimentarían el consumo y el propio fenómeno inflacionario. Entonces, la Reserva Federal no tendría más remedio que comenzar a subir tipos de interés e intentar colocarse por delante de la curva para 'aguar' las expectativas de inflación.