Economía

Con las reformas Draghi devuelve credibilidad y esperanza a Italia

  • Italia tiene una oportunidad de 250.000 millones que no puede desaprovechar
Mario Draghi, presidente del Consejo de Ministros italiano, junto a otros líderes en la cumbre del G7. Reuters.
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Será un verano de reformas para Mario Draghi. El primer ministro italiano pasó los primeros cuatro meses de su mandato a elaborar el Plan de Recuperación transalpino y ahora empezará a trabajar a una agenda muy apretada de normas que servirán para la puesta en marcha de las inversiones. Entre recursos europeos y nacionales hay en juego unos 250.000 millones de euros y la economía italiana, que lleva dos décadas cojeando por el bajo crecimiento y la baja productividad, no puede desaprovechar la ocasión. Draghi lo subrayó al presentar el plan italiano delante del Parlamento: "Que quede claro que en la realización de estos proyectos, cualquier retraso, ineficiencia, visión a corto plazo contraria al bien común pesará directamente sobre nuestras vidas. Sobretodo sobre las de los ciudadanos más débiles y de nuestros hijos y nietos. Y luego quizás no habrá más tiempo para remediar" dijo el ex banquero.

El Gobierno transalpino ha anunciado que aprobará cuatro reformas durante los próximos meses, trabajando sin descanso durante todo el verano: una reforma fiscal; una reforma de la Justicia para agilizar los juicios civiles y atraer inversiones; una reforma las administraciones públicas y una reforma para mejorar la competencia en varios sectores económicos. El objetivo, según explicó el mismo Draghi, es "entregar a las nuevas generaciones un país más moderno".

Mientras tanto el ex presidente del BCE ya ha firmado su primera medida, conocida como decreto "simplificaciones", un paso crucial para obtener el primer tramo de 25.000 millones de subsidios europeos. Se trata conjunto de normas que buscan cortar de raíz los retrasos de las administraciones públicas transalpinas en las obras públicas: si las administraciones locales tardarán en adoptar medidas, los poderes pasarán a un comisario extraordinario. Lo mismo pasará a nivel estatal con el Gobierno que tomará las riendas de los proyectos en caso de retrasos o de conflictos entre órganos del Estado. Otras normas prevén un recorrido acelerado para la reconversión ecológica de las viviendas, obras que en Italia se pueden deducir integralmente de los impuestos.

La aprobación rápida del decreto ejemplifica el método elegido por Draghi: escuchar a todos, decir él solo. La de Draghi, obligado a lidiar con una mayoría parlamentaria muy amplia que va de la izquierda radical a la extrema derecha, no ha sido y no será una labor fácil. Aún más en un país que a menudo se refleja en la frase del escritor Ennio Flaiano, que al ser preguntado por la situación política italiana, contestó: "La situación es grave pero no es seria". Sin embargo el principal logro del antiguo presidente del BCE ha sido aumentar con su seriedad de economista y su experiencia internacional la credibilidad del Gobierno italiano.

Draghi se ha vuelto un punto de referencia europeo, marcando una clara diferencia con respeto a sus antecesores, perjudicados por la crónica inestabilidad política del país y por las frecuentes crisis de Gobierno. Italia aumentó también su prestigio internacional después de los problemas ocasionados por el eje entre Donald Trump y el ex primer ministro italiano Giuseppe Conte, líder del populista Movimiento 5 Estrellas. En la última cumbre del G7 en el Reino Unido, Draghi obtuvo el apoyo del nuevo presidente norteamericano Joe Biden sobre algunas cuestiones importantes para Roma, empezando por Libia. La antigua colonia transalpina es un lugar clave para la rutas migratorias en el Mediterráneo e Italia mira con preocupación al protagonismo de Turquía en la región. Draghi, que en una rueda de prensa definió el presidente Erdogan un "dictador" obtuvo el apoyo de Biden en involucrar a la OTAN en la difícil situación libia, poniendo freno al avance de Ankara. Una victoria diplomática que en los palacios de la política italiana fue celebrada con un entusiasmo parecido al 3-0 infligido por los Azzurri a la selección turca en el partido inaugural de la eurocopa.

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