El sector del automóvil es para muchos economistas y bancos centrales una de las mejores referencias para anticipar la evolución de la economía y de la inflación. La compra de coches responde casi en tiempo real a si hay un incremento en las rentas y ahorro. Además, el mercado de segunda mano ofrece mucha flexibilidad para ajustarse en precio al contexto económico. Mientras en EEUU el valor de los coches usados se está disparando más de un 20%, en Europa no para de caer el precio y crece el de los vehículos nuevos. Este comportamiento tiene su explicación y lleva a la misma conclusión: la inflación está llegando a la economía real, pero sigue quedando la duda de si será temporal o tendrá efectos de larga duración.
Los canarios en las minas han servido durante siglos como la alarma rudimentaria de que algo anda mal. Si el pájaro caía era una señal clara de que en los túneles había gases tóxicos. Y en la actualidad, algunos productos, por sus características, tienen la misma función para la inflación. Los coches son el canario perfecto para los economistas. Durante años está siendo un indicador clave para el consumo y para detectar si hay un exceso de demanda que se traduzca en presiones inflacionistas.
La adquisición de un automóvil queda descartada como un impulso de consumo rápido. Requiere cierta capacidad de ahorro o de endeudamiento, por lo que se considera una compra meditada. Uno de los mejores medidores del consumo y de los precios. Pero actualmente está ofreciendo unos datos desconcertantes.
En EEUU, por ejemplo, la evolución de los precios de los automóviles ha sido uno de los componentes clave que ha provocado que la inflación en abril se haya situado en el 4,2% de tasa anual, el nivel más elevado desde 2008. Prácticamente, el incremento del 21% del precio de los automóviles de segunda mano explica un tercio del repunte de la inflación. Desde 1953 nunca se había visto un movimiento de precios tan agresivo. Y contrasta con con la subida del 11% del precio de los coches nuevos.
El dato de inflación desató cierto pánico, sobre todo, en los mercados. Hay miedo a que los estímulos desplegados por Biden liberen presiones inflacionistas sin control. Pero lo cierto es que el mercado de coches de segunda mano en EEUU vive realmente circunstancias excepcionales. La pandemia ha provocado un rechazo absoluto por el transporte público. Los estadounidenses se han tirado a los brazos del vehículo privado, a la vez que el mercado de automóviles nuevos tiene problemas de producción por el desabastecimiento de procesadores y las tensiones en las cadenas de suministros.
"La gente necesita volver al trabajo, pero la renuncia a utilizar el transporte público ha impulsado la demanda de automóviles usados y los precios se han disparado, pero no durará para siempre", indica Ian Shepherdson, economista jefe de Pantheon Macroeconomics para explicar la incidencia de la pandemia. Y a esta circunstancia se añade el dinero en los bolsillos gracias a los cheques de la Administración Biden.
Hay dos detalles que explican la dinámica que atraviesa EEUU. Por un lado, los ingresos directos a los ciudadanos ha provocado problemas en la oferta. Los concesionarios se han quedado sin coches usados. Los embargos de coches han caído con fuerza, explica Carey Cherner, propietario de un concesionario de autos de segunda mano en Kensington, Maryland, a Financial Times. Las subastas mayoristas de donde se nutren muchos establecimientos se han quedado sin coches y los lotes que se han adjudicado ha sido a precio oro.
"En menos de doce horas se vende una camioneta Ford del 2001, con un 50% por encima de su calor habitual"
Tal está siendo la locura que los coches no duran ni 24 horas en los concesionarios y se están vendiendo por un importante sobre precio. Cherner dice que en menos de doce horas vendió una camioneta Ford del 2001, con un 50% por encima de su valor habitual.
Bloomberg ofrecía otra explicación. Gran parte del aumento de precios se debió a que las empresas de alquiler de automóviles se vieron obligadas a comprar vehículos usados, después de vender buena parte de su flota durante los meses de confinamiento.
Una tormenta perfecta que no ha evitado que los precios de los coches usados entren en el debate político y mediático del país. "Estamos viendo un nivel de estímulo que esencialmente no tiene precedentes en los últimos 50 años y son aguas realmente inexploradas", explica Nathan Sheets, economista jefe de PGIM Fixed Income y ex subsecretario del Tesoro de Estados Unidos. El economista llegó a afirmar que está seguro al 80% de que la inflación se disparará, tras los datos de IPC.
"Habrá repuntes pasajeros de otros precios aparte de los alimentos y la energía", advierte Krugman
El Nobel Paul Krugman viene defendiendo que "los precios de abril se vieron impulsados en gran medida por factores peculiares relacionados obviamente con la reactivación de la economía". El famoso economista lleva tiempo advirtiendo que la recuperación económica va a "ser muy extraña", con "una serie inusual de cuellos de botella que provocarán muchos repuntes pasajeros de otros precios aparte de los alimentos y la energía".
Su tesis es la que mantienen muchos miembros de la Fed, y otros bancos centrales como el BCE, de que las presiones inflacionistas son temporales. El debate está tan encendido que hasta Lael Brainard, miembro del gobierno de la Fed, entró de lleno en un discurso de esta semana. "Las presiones sobre los costos de los vehículos usados pueden persistir durante los meses de verano, espero que se desvanezcan y probablemente retrocedan algo en los trimestres posteriores", dijo.
¿Y qué pasa en Europa?
Al mercado de coches en Europa le afectan factores parecidos, como el efecto de la pandemia y reapertura de la economía, pero de forma paradójica el precio que sube con fuerza es el de los coches nuevos, a pesar de sufrir un desabastecimiento parecido de semiconductores.
El precio de los coches usados en España cae un más del 7%, mientras en los autos nuevos ascienden en tasa anual al 3%. El problema de los fabricantes es muy parecido a EEUU. Según la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto), las factorías automovilísticas ubicadas en territorio español dejaron de producir 231.679 vehículos entre enero y mayo de este año. La política de renovación del parque automóvil en Europa con fuertes incentivos para comprar automóviles nuevos compensa los problemas que se puedan ocasionar. Algo que se une a "los cambios previstos en la fiscalidad, las actuaciones orientadas a modificar los hábitos de movilidad y las restricciones impuestas por las normativas de emisiones", destacan desde BBVA Research, que terminan afectando más al mercado de segunda mano.
Para los próximos trimestres, BBVA Research prevé un repunte de las ventas de automóviles. La absorción de una parte del ahorro acumulado durante la crisis sanitaria, la disminución de la incertidumbre y el aumento esperado de la renta per cápita impulsarán la demanda de turismos. Las matriculaciones podrían crecer un 8% en 2021 hasta el entorno de las 920.000 unidades y un 24% en 2022 hasta superar 1.140.000 unidades.