
Tocados por el descalabro sufrido en las elecciones madrileñas, presionados por el cambio de ciclo que anuncian las encuestas que coinciden -el CIS no cuenta- en el sorpasso del Partido Popular, y alarmados por el aumento en número y peso político de las voces críticas contra la gestión del gobierno y la dependencia de los Frankenstein, la factorías Sánchez&Redondo, ha dado un giro radical a su estrategia para mantenerse en el poder que pasa por tres ejes fundamentales: descartar una convocatoria anticipada de las elecciones generales y hacer una remodelación del Gobierno para otoño, recuperar el control absoluto de las federaciones regionales del partido empezando por Andalucía, y fortalecer las alianzas parlamentarias con Podemos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes con cesiones de transferencias y económicas.
Pedro Sánchez y su mentor Iván Redondo son conscientes de que "tras la catástrofe de Madrid han perdido el control de la agenda política y económica", afirman dirigentes socialistas próximos a La Moncloa. Por ello han abandonado la idea primigenia de adelantar las elecciones y girar hacia el centro la política y el mensaje del Gobierno y del PSOE. "Irán a una radicalización", añaden en la sede de Ferraz. "La cesión de las competencias en prisiones al País Vasco ha sido el primer pago y el segundo serán los indultos a los golpistas catalanes del 1-O".
Sánchez necesita a ERC y de hecho ya ha anunciado la convocatoria de la Mesa de Diálogo tras la constitución del nuevo gobierno catalán presidido por Pere Aragonés, y ha decidido sacrificar a Salvador Illa, a pesar de ser el triunfado de los comicios en aquella comunidad. Los indultos "están sobre la mesa per tendrán que esperar al menos hasta que se celebren las primarias en Andalucía". Los había prometido para el 10 de junio, pero anunciarlos antes sería dar baza a Susana Díaz que esgrime como lema de campaña su independencia de Moncloa frente al candidato sanchista, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
El ascenso del partido de Iñigo Errejón es otro motivo de preocupación en el PSOE y el Gobierno donde se piensa que la fórmula de Más Madrid puede ser extrapolable al resto de España y arrebatarles muchos votos por la izquierda.
En paralelo a la consolidación de la "Frankenstein", Sánchez y Redondo preparan un cambio en el Gobierno para relevar los ministros más quemados por su incompetencia o por su irrelevancia. Los nombres que más suena en Ferraz y en el entorno monclovita son los de los podemitas Irene Montero, Alberto Garzón y Manuel Castells, además de los socialistas Fernando Marlaska, Pedro Duque y la titular de Exteriores, Arancha González Laya, a quienes algunos de sus compañeros de gabinete responsabilizan del nuevo conflicto con Marruecos por su "ceguera en los asuntos internacionales y hacer caso omiso del CNI".
El objetivo es dar una imagen de gobierno menos ideológico y más centrado en la gestión para asumir y aprovechar el clima favorable por el fin de la pandemia del COVID y el inicio de la recuperación de la economía y del empleo aprovechando los fondos europeos, si es que llegan.
La duda que persiste todavía es si aprovechará la remodelación para romper la coalición con Unidas Podemos para formar un gabinete monocolor. La Comisión Europea y desde el eje Berlín-París, ya le han insinuado a Sánchez que ni se fían ni les gusta la presencia de ministros comunistas.
Sin embargo, en Moncloa son conscientes de que la debilidad parlamentaria -Sánchez es el Presidente con menos escaños propios en el Parlamento desde el inicio de la Transición- hace imprescindible los votos de los podemitas, a los que "es mejor tenerlos dentro de la tienda meando hacia fuera que fuera de la tienda meando hacia dentro", parafraseando al ex presidente norteamericano Lyndon B. Johnson, hablando del primer director del FBI Edgar Hoover.
La contestación interna
La coalición con Podemos y con los independentistas es también uno de los puntos que está aumentado la contestación al sanchismo dentro del PSOE que cada vez es más amplia y con nombres de mayor peso. Desde la sede de Ferraz y en el Grupo Parlamentario confirman "una parte de la militancia está buscando un contrapoder a Sánchez". Están muy preocupados por la deriva autoritaria de Sánchez, al que acusan de "cesarismo" y por la falta de autocrítica tras la debacle de Madrid.
El expediente de expulsión abierto contra dos socialistas históricos como Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, "ha levantado ampollas y son cientos y relevantes los que han mostrado ya su adhesión y su solidaridad con los expedientados" a los que consideran cabeza de turco porque, afirman, "con Felipe González y con Alfonso Guerra no se atreven".
En esta línea están también algunos barones autonómicos que ven peligrar su reelección en las autonómicas de 2022 como el aragonés Javier Lambán, el extremeño Guillermo Fernández Vara, Emiliano García Page en Castilla-La Mancha, además de la propia Susana Díaz en Andalucía. Por eso Sánchez ha decidido adelantar las primarias en Andalucía y ha provocado la crisis en Madrid destituyendo a Franco y a Gabilondo. "Quiere amarrar el control del poder territorial con sus acólitos", explican, y para ello son consciente de que se la juegan en Andalucía porque un triunfo de Susana Díaz sería para Sánchez "más funesto aún que el desastre de Madrid", y abriría las puertas al levantamiento y al relevo.
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