Economía

Biden desatiende los puntos de conflicto internacional en favor de la recuperación económica de EEUU

  • La Administración Biden "está quitando el ojo de encima" a una serie de importantes crisis mundiales
  • Washington puede y debe desempeñar un papel activo en la búsqueda de una solución entre Madrid y Rabat
El presidente de los EEUU, Joe Biden. Reuters.
Nueva Yorkicon-related

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hacía esta semana gala de lo que considera una "diplomacia silenciosa e incansable". Cierto es que sus conversaciones con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y el presidente egipcio, Abdel Fattah Al Sisi, culminaron finalmente con un necesario alto el fuego en Gaza.

No obstante este episodio ha desvelado algunas de las carencias diplomáticas de Biden a la hora de atender ciertos conflictos internacionales. Al fin y al cabo desde su desembarco en la Casa Blanca, el demócrata ha puesto todo su esfuerzo y atención en resolver las secuelas dejadas por la pandemia.

Con una economía que en el trimestre en curso culminará el impulso ofrecido por el estímulo de 1,9 billones de dólares aprobado en marzo y las enrevesadas negociaciones para lograr un gasto público adicional de más de 4 billones de dólares, el mandatario ha dejado en un segundo plano su papel en algunos de los conflictos más recientes. De hecho, su urgencia por resolver las tensiones en Gaza atiende a su necesidad de volver a centrarse en su agenda doméstica, según señalan los medios estadounidense.

Escueto en sus declaraciones en momentos de tensión internacional, Biden todavía se escuda veladamente detrás de algunas de las decisiones más polémicas de su predecesor, el republicano, Donald Trump. Prueba de ello queda patente en la fricción que su Administración ha creado con Europa, y particularmente España, por mantener veladamente su reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el disputado Sáhara Occidental.

El pasado diciembre, el presidente saliente de EEUU reconoció la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental como parte de un acuerdo que también incluía la profundización de las relaciones diplomáticas marroquíes con Israel. Por aquel entonces, EEUU no consultó a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ni a ningún otro miembro del Gobierno español este reconocimiento.

Un desplante que se refuerza bajo la Administración del demócrata. La sintonía de Biden con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, es tímida, por no decir inexistente, como bien demuestra la falta de una conversación telefónica bilateral entre ambos desde que el demócrata tomase posesión de su cargo.

Biden aún no ha indicado todavía abiertamente ningún cambio en la postura de Washington sobre el Sahara Occidental. De hecho, la Casa Blanca, a través de su principal diplomático, el secretario de Estado, Antony Blinken, llamaba a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, esta semana para abordar la situación en Israel y Gaza y sobre "la importancia de la sólida relación bilateral y el papel clave de Marruecos en el fomento de la estabilidad en la región".

Ambos diplomáticos ya destacaron el pasado 30 de abril durante otra conversación, "la importancia del papel de Marruecos dando estabilidad al Sahel y a Libia". Paralelamente, la portavoz del Departamento de Estado, Jalina Porter, al ser preguntada preguntada esta semana por el conflicto entre España y Marruecos animó a ambos países para que "trabajen juntos hacia una resolución" sin ofrecer más detalles.

Según explica a este periódico Brett Bruen, quien fue director de Gestión Global de la Casa Blanca bajo el gobierno de Barack Obama y ahora preside la consultora Global Situation Room, la Administración Biden "está quitando el ojo de encima" a una serie de importantes crisis mundiales.

"Ya sea la situación en Israel o en el norte de África, ambas se han desentendido sorprendentemente, delegando la responsabilidad en funcionarios de menor nivel. Esto a menudo fomenta que las condiciones empeoren", reconoce.

En el caso particular de la crisis entre España y Marruecos, Bruen considera que Washington puede y debe desempeñar un papel activo en la búsqueda de una solución, debido a sus fuertes relaciones con ambas partes.

"No tenemos embajadores sobre el terreno en Madrid y Rabat, lo que debilita aún más el papel que desempeñamos. Espero que la Casa Blanca y el Departamento de Estado se comprometan con mayor firmeza en los próximos días", aclara.

A día de hoy, tras cuatro meses de silencio, Biden, enfrenta una mayor presión internacional y doméstica para aclarar si mantendrá el acuerdo de su antecesor, con el que Washington reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de una normalización de relaciones con Israel.

El mandatario ha recibido presión para tomar una decisión por parte de senadores demócratas y republicanos, así como de poderosos grupos de presión proisraelíes. Además, algunos de sus aliados en Europa, como Madrid y Berlín, atraviesan ahora crisis diplomáticas sin precedentes con Marruecos.

Política exterior en un segundo plano

Tras su desembarco en el 1600 de Pennsylvania Avenue, el demócrata dejó claro que quería concentrar buena parte de su agenda internacional en China así como en reiniciar las conversaciones con Irán para reincorporarse y reforzar el acuerdo nuclear negociado bajo el mandato del ex presidente Barack Obama. Otra de sus prioridades era endurecer pero normalizar la postura estadounidense post-Trump hacia el líder ruso Vladimir Putin.

Abordar el conflicto israelí-palestino, por ejemplo, una situación que ha atormentado a varias generaciones de presidentes estadounidenses, era un asunto mucho menos urgente, especialmente tras la resaca de las acciones de Trump en la zona.

Cabe recordar que el republicano, apoyado por su yerno, Jared Kushner, optó por el respaldo incuestionable a las políticas de línea dura del primer ministro israelí, obviando a los palestinos en favor de forjar vínculos diplomáticos entre Israel y varios países árabes. Una estrategia con un éxito limitado que resultó en el reconocimiento histórico de Israel por parte de varias naciones árabes.

Pero los llamados Acuerdos de Abraham también están ahora en la cuerda floja, ya que esos líderes árabes nunca contemplaron las recientes acciones de Israel en Jerusalén para desalojar a los palestinos de los hogares en los que han vivido durante generaciones y para disparar balas de goma contra la mezquita de Al-Aqsa durante las oraciones del viernes por la tarde en los últimos días del mes sagrado del Ramadán, hace más de 10 días.

Es por ello que los expertos diplomáticos anticipan unos meses difíciles para la diplomacia estadounidense. Con las crecientes amenazas a la seguridad en el Cuerno de África y las nuevas incertidumbres sobre el futuro de Afganistán, la Administración debe asegurarse que sus socios en Oriente Medio colaboren ante las crecientes incertidumbres en un momento en que el declive en la influencia estadounidense en la región es una realidad.


EEUU, fuera de las crisis diplomáticas

Arabia Saudí-Irán

Dos adversarios como Arabia Saudí e Irán mantienen conversaciones secretas para gestionar uno de los conflicto más incendiarios de la región.

Turquía

Turquía, que se tambalea económicamente y está aislada políticamente, mantiene tensiones con Egipto, Arabia Saudí, los EAU e Israel, que han recelado del apoyo de Estambul a los Hermanos Musulmanes y otros grupos que consideran extremistas.

Israel-Palestina

La escalada de violencia entre Israel y Palestina pone en peligro el acercamiento de Israel a los países árabes del Golfo. A través de los Acuerdos de Abraham, EAU, Bahréin, Marruecos y Sudán establecieron lazos diplomáticos con Israel el año pasado.

Marruecos

Madrid y Berlín atraviesan ahora crisis diplomáticas sin precedentes con Marruecos. Biden no ha aclarado si mantendrá el acuerdo de Trump, con el que Washington reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky