
El debate de la inflación sigue en pie. El auge del IPC en casi todo el mundo está haciendo saltar las alarmas en los mercados. Aunque la mayoría de expertos y analistas piden calma y hablan de un auge de los precios temporal, otros economistas de renombre como Nouriel Roubini (anticipó la crisis de 2007) alertan del elevado riesgo que corren países como EEUU de vivir un auge fuerte de la inflación en los próximos años.
Para este experto, el año 2021 podría ser solo el aperitivo. La inflación subirá este ejercicio impulsada por el auge de las materias primas y porque los precios partían de una base muy baja en 2020. Sin embargo, la inflación de verdad podría llegar en los próximos años, cuando todos los planes de estímulo fiscal y monetario empiecen a trasladarse a la economía real, la oferta no puede seguir el ritmo de la demanda y los mercados comiencen a sufrir una corrección.
Nouriel Roubini, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, asegura en un artículo publicado en Project Syndicate que "perdidos en el debate sobre si las políticas fiscales y monetarias ultra laxas de hoy desencadenarán una inflación dolorosa está el riesgo más amplio que plantean los posibles choques negativos de la oferta. Desde las guerras comerciales y la desglobalización, hasta el envejecimiento de la población y las políticas populistas, no hay escasez de amenazas inflacionarias en el horizonte".
El economista americano reconoce que hay fuerzas que pueden 'apagar' la inflación, por ahora, pero quizá no sean suficiente. Por ejemplo, los ciudadanos ahorrarán una parte de los planes de estímulo que se están implementando o los usarán para pagar deudas, por lo que ese dinero no impulsará directamente la inflación.
Shocks de oferta y restricciones
Sin embargo, Roubini cree que se están obviando los problemas que se pueden vivir desde el lado de la oferta: "El problema hoy es que nos estamos recuperando de un shock de oferta agregada negativo. Como tal, las políticas monetarias y fiscales demasiado laxas podrían conducir a la inflación o, peor aún, a la estanflación (alta inflación junto con a bajo crecimiento). Después de todo, la estanflación de la década de 1970 se produjo después de dos shocks negativos en el suministro de petróleo que siguieron a la guerra del Yom Kippur de 1973 y la revolución iraní de 1979".
Roubini cree que en el contexto actual tendríamos que preocuparnos por una serie de posibles perturbaciones negativas de la oferta, como pueden ser las amenazas que pueden reducir el crecimiento potencial, que a la postre tendrán un impacto inflacionista. Por ejemplos "los obstáculos comerciales como la desglobalización y el proteccionismo creciente; cuellos de botella en las cadenas de suministro posteriores a la pandemia; la profundización de la guerra fría chino-estadounidense; y la consiguiente balcanización de las cadenas de suministro mundiales y la reubicación de la inversión extranjera directa de China de bajo coste a lugares más caros".
Igualmente preocupante es la estructura demográfica, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes. "Justo cuando los cohortes de personas mayores estén impulsando el consumo y gastando sus ahorros, las nuevas restricciones a la migración ejercerán una presión al alza sobre los costes laborales".
Roubini culmina su exposición con un mensaje claro de advertencia: "No se equivoquen: el retorno de la inflación tendría graves consecuencias económicas y financieras. Habríamos pasado de la Gran Moderación' a un nuevo período de inestabilidad macro. El mercado alcista de bonos finalmente terminaría, y el aumento de los rendimientos de los bonos nominales y reales haría insostenibles las deudas de hoy, lo que haría colapsar las bolsas mundiales. A su debido tiempo, incluso podríamos presenciar el regreso del malestar al estilo de los años setenta".