
Sin duda, el colectivo de los autónomos es que mayor capacidad de aguante está mostrando ante la destrucción de empleo que está provocando la crisis sanitaria en nuestro país. Ya las cifras de caída de inscritos en el RETA, que es tres veces menor que la experimentada por el régimen general, arrojaban esta resistencia a echar el cierre por parte de los trabajadores por cuenta propia, y las cifras de junio constatan la tendencia. Si entre la segunda quincena del mes de marzo y el 30 de abril, se perdieron 60.692 empleos de autónomos, en los dos meses posteriores (mayo y junio) el colectivo ha recuperado 40.630 cotizantes. Esto es, un 66% de todos los trabajos destruidos como consecuencia de la pandemia y el frenazo a la actividad económica por el confinamiento.
El RETA contó con 3.245.252 afiliados medios en junio, tras un aumento de 24.345 autónomos (0,76%), una subida que casi triplica la correspondiente a junio de 2019 (8.745). Pero la hostelería, por su importancia a nivel estacional en los meses de verano, se mantiene como el sector que más ha aumentado en este mes de junio, lo ha hecho en 6.521 autónomos más respecto al mes anterior. Le sigue el sector del comercio, muy castigado por esta crisis del COVID-19, que suma 5.091 afiliados y la construcción con 3.801 autónomos más. La otra cara de la moneda la observamos en dos sectores que registran el crecimiento más bajo. La educación, que tradicionalmente registra un menor crecimiento en la época estival, suma 136 autónomos más, igual que la industria manufacturera, que incorpora 584 activos.
Por comunidades autónomas cabe destacar el crecimiento en tres autonomías clave en cuanto al sector vacacional y turístico: Andalucía registra una subida de 6.309 autónomos con respecto al mes anterior, seguida de Cataluña que gana 3.875 trabajadores autónomos y la Comunidad Valenciana con 3.085 más.
Eduardo Abad, presidente de UPTA, asegura que "sin duda alguna la estacionalidad está detrás de estos buenos datos. Veremos este espejismo en cuanto a la afiliación a la Seguridad Social del trabajo autónomo durante los próximos dos meses que restan de temporada de verano. Estas cifras son también el reflejo de la efectividad de la ampliación del periodo en el cese ordinario de actividad, que ha servido para tranquilizar a todos aquellos autónomos y autónomas que tenían en mente abandonar su actividad económica. El cese de actividad ordinario es un buen sistema, al menos hasta septiembre, para que continúen sin temor a tener una excesiva fragilidad económica".
Por su parte, El presidente de ATA, Lorenzo Amor, señala que los datos de paro y afiliación del mes de junio constatan la reactivación de autónomos y empresas tras meses de cese de actividad por el confinamiento. En su perfil de Twitter, el presidente de la federación ha apuntado que los datos son "aceptables", aunque cree que "lamentablemente" la activación no viene acompañada por la demanda en muchas actividades.
"A pesar de que en el último año se han perdido 41.000 autónomos, los datos de junio son muy buenos", según Amor, que cree en julio se iniciará la pérdida de trabajadores por cuenta propia. Asimismo, asegura que "el otoño será muy duro".
El impacto de las ayudas
Con todo ello, los autónomos reconocen el efecto sin duda salvador que ha tenido la ayuda extraordinaria por cese de actividad que aprobó el Gobierno en marzo para mitigar el impacto de la crisis. Justo este pasado martes la Seguridad Social abonó el último pago de la prestación extraordinaria a los 1,46 millones de autónomos beneficiarios de esta ayuda en junio, con un coste de 1.138 millones de euros.
La prestación extraordinaria fue aprobada el pasado mes de marzo para los trabajadores autónomos que se vieron obligados a cerrar por el estado de alarma y para quienes, pudiendo continuar con su actividad, tuvieron una caída de la facturación del 75% respecto al promedio de los seis meses anteriores a la solicitud. Supone una prestación equivalente al 70% de la base reguladora (un mínimo de 661 euros al mes) además de la exoneración total de las cotizaciones sociales.
De este modo, durante los tres meses y medio que ha estado vigente esta prestación, la Seguridad Social ha destinado 3.708 millones de euros al pago de prestaciones extraordinarias. Cada beneficiario ha percibido de media 723,59 euros al mes (más de 2.600 euros en total si accedieron a la prestación desde el 14 de marzo), una ayuda compatible con la actividad y que se suma a la exoneración temporal de las cotizaciones sociales, que de media ha supuesto otros 313,21 euros cada mes.