Economía

El rebrote de la pandemia y la caducidad de los estímulos frustran la reelección de Trump

  • Biden aventajaría en 9 puntos al candidato republicano en las encuestas
  • El aumento de casos en una veintena de estados frena la desescalada
El presidente de los EEUU, Donald Trump. Reuters
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La pandemia del coronavirus continúa su apogeo en Estados Unidos, donde los casos suman ya 2,60 millones. A comienzos de semana se registraron otras 41.000 nuevas infecciones cuyo epicentro vira a estados como Texas y Florida. Con un expediente de 129.545 muertes y lejos de poder confirmar que lo peor ya ha pasado, el presidente, Donald Trump, se dará cita con las urnas el próximo 3 de noviembre con una complicada coyuntura social y económica en el país.

Según la media de todas las encuestas que realiza el portal RealClearPolitics, el demócrata Joe Biden saca una ventaja de al menos 9,2 puntos al republicano en lo que al voto popular se refiere. En el Colegio Electoral, donde realmente se determinará quién ocupará la Casa Blanca y son necesarios 270 votos, el ex vicepresidente lograría ya 222 frente a los 125 del actual mandatario.

"La proporción de estadounidenses que dicen que desaprueban la respuesta del presidente al virus ha aumentado gradualmente, y ahora se sitúa en aproximadamente el 55%", explica Oliver Allen, analista de Capital Economics, quien incide en que la reciente ola de protestas en todo el país parece haber afectado aún más su popularidad. El índice de aprobación personal de Trump es solo del 41%. Si ganara en noviembre, sería el presidente estadounidense menos popular en ganar la reelección desde Harry Truman en 1948.

Precisamente, a tan solo cuatro meses de la jornada electoral, en Texas, un estado tradicionalmente conservador, la ventaja del republicano es de poco más de dos puntos si atendemos al trio de encuestas más recientes. En Florida, pilar esencial para la estrategia electoral de Trump, Biden lidera con 6,8 puntos de diferencia.

El rebrote de casos de COVID-19 en más de una veintena de estados ha obligado a muchos de ellos a frenar o dar marcha atrás en la desescalada. Esto, a su vez, está teniendo un efecto colateral en regiones como Nueva York o Nueva Jersey, donde la pandemia parece bajo control y el lento regreso de los servicios no esenciales sufre ahora un nuevo escollo.

De hecho, el martes, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reconoció ante el Comité de Servicios Financieros del Congreso que si bien el reciente repunte en la actividad económica es bienvenido, "también presenta nuevos desafíos, en particular, la necesidad de mantener el virus bajo control".

Todo ello en un momento en que 30 millones de estadounidenses reciben beneficios por desempleo. En condiciones normales, un ciudadano que optase a estas ayudas hubiera recibido 400 dólares a la semana. Sin embargo, como parte de los paquetes de estímulo aprobados hasta ahora, los parados han recibido 600 dólares semanales adicionales. Un pago extraordinario que expira el próximo 31 de julio y al que también habría que sumar otras iniciativas, como los cheques directos por valor de hasta 1.200 dólares distribuidos entre los contribuyentes.

Es decir, a partir de agosto, a tres meses de la cita con las urnas, podríamos observar una disminución en el gasto de los consumidores y en la capacidad de muchos hogares para pagar sus tarjetas de crédito, préstamos, alquileres e hipotecas. Es por ello que, para evitar un paso en falso, la economía tendrá acelerar la creación de puestos de trabajo o se deberán activar más estímulos fiscales.

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, indicó que se comenzarán a tener negociaciones sobre medidas complementarias en los próximos días y que estas se dirigirán a ciertas industrias que han sido especialmente afectadas por la pandemia, con especial atención a los estadounidenses que han perdido su empleo.

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