
El Ingreso Mínimo Vital (IMV) ha llegado para quedarse y, por tanto, su efecto en la economía será cuasi permanente. Por ello, economistas e instituciones insisten casi a diario en la necesidad de aplicar la máxima rigurosidad para cada detalle de su diseño. Se debe intentar lograr que, al mismo tiempo que el IMV aporta una cuantía suficiente para ayudar a los colectivos más vulnerables, ésta no desincentive la inserción en el mercado laboral de quien la percibe. Para lograr este objetivo no parece suficiente con permitir que se compatibilice el IMV con un salario, se necesitan incentivos que permitan a los perceptores obtener unas rentas incluso superiores (incentivo) cuando accedan a un trabajo. Los impuestos negativos sobre la renta o el 'complemento salarial' usados en los países anglosajones pueden servir de inspiración para evitar que el IMV genere trampas de pobreza.
Aunque la letra pequeña del IMV aún está por escribir, el ejemplo 'real' que puso Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, hace unas semanas no fue el más acertado si se pretende que el IMV no sea un desincentivo a la búsqueda de trabajo. Iglesias explicó que "una persona que viva sola tiene derecho a una renta de 462 euros. Si no tiene ningún ingreso, percibirá esa cantidad. En el caso de que esa persona cuente, por ejemplo, con unos ingresos mensuales de 200 euros porque tiene un trabajo precario a tiempo parcial, recibiría una prestación mensual de 262 euros, la diferencia entre sus ingresos y el umbral de la prestación".
Según el ejemplo de Iglesias, la cuantía de la prestación disminuiría en la misma cantidad que aumentan las rentas laborales (el salario). Esto daría mucho que pensar. Los costes (de tiempo, ocio, transporte...) de recibir esos 200 euros por trabajar a cambio de no recibir los de la prestación podrían suponer un claro desincentivo a la inserción laboral. Detalles como este son los que hay que cuidar para que el IMV no termine generando trampas de pobreza y dejando que familias enteras dependan de forma crónica de una prestación no contributiva.
Por ello sería de vital importancia que el perceptor de la prestación pudiera obtener unos ingresos superiores al compatibilizar el IMV con el trabajo (como ocurre con los complementos salariales usados en Irlanda, EEUU o Reino Unido) lo que supondría un incentivo en lugar de un obstáculo para la búsqueda de empleo.
¿Por qué es tan importante el incentivo al trabajo?
Una prestación de este tipo sin unos incentivos al trabajo ambiciosos puede mantener a una parte de los beneficiarios que son potencialmente 'empleables' fuera del mercado laboral de forma crónica. En estos casos, la economía sumergida puede ganar relevancia, permitiendo al perceptor del IMV combinar un trabajo 'ilegal' sin perder nada de su prestación. Hay que buscar la fórmula adecuada para que sea más tentador acceder a un trabajo legal, lo que a largo plazo tendrá efectos positivos sobre la recaudación y el crecimiento potencial de la economía.
Si bien es cierto que muchos de los beneficiarios del IMV estarán en situaciones de pobreza severa o fuera del mercado laboral (el fin de esta prestación es otorgar unos estándares de vida mínimos), "el verdadero problema de estos programas es cómo compatibilizar la renta mínima con los incentivos al empleo. Los empleos a los que pueden acceder las personas beneficiarias son normalmente contratos de corta duración y pocas horas que implican mucha rotación laboral. Tal como nos enseñan los programas de rentas mínimas que mejor funcionan, los programas de ingresos mínimos deben tener importantes incentivos al empleo para evitar que se rechacen ofertas de empleo poco estables por miedo a perder la prestación y ese mismo empleo en el corto o medio plazo o el desplazamiento de rentas hacia la economía sumergida, que generan persistencia de la pobreza y reducen la movilidad social".

Desde la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) han elaborado un documento en el que dan varias claves para el diseño del IMV entre las que se incluye el incentivo al trabajo: "Sabemos que el IMV llevará incentivos al empleo, pero desconocemos cuáles serán finalmente, pues se ha dejado para un desarrollo reglamentario posterior en el marco del Diálogo Social. Es fundamental que los incentivos al empleo se diseñen cuanto antes y creemos que se deberían tener en cuenta varios elementos: funcionar como un negative income tax o un "complemento salarial", es decir definirse de tal forma que un euro más obtenido por horas de trabajo suponga una pérdida de menos de un euro de prestación y un euro menos obtenido por horas de empleo suponga un aumento de menos de un euro de la prestación".
¿Cómo funciona el 'complemento salarial'?
El negative income tax o complemento salarial es un pago que realizan algunos gobiernos (como el de EEUU) a las familias trabajadoras con menores ingresos. En este caso, resulta obligatorio estar trabajando, algo que no sucede con el IMV. El complemento salarial es un porcentaje fijo del salario que va subiendo hasta alcanzar un tope o umbral, que depende del número de hijos y de otras condiciones familiares.
Una vez que se supera el máximo de ingresos considerado como digno, este complemento comienza a decrecer de forma gradual hasta que desaparece, pero en el camino los ingresos obtenidos siempre son mayores, es decir, una vez que se supera el umbral con el salario, cada euro ganado de más en el trabajo no resta un euro completo de la prestación. La prestación va disminuyendo de forma progresiva pero no lineal hasta el punto en el que trabajar más horas o aceptar un salario mayor compensa más que mantener el tramo final de la prestación.
Por otro lado, desde Fedea reclaman también "mecanismos de control que eviten transiciones entre empleo y desempleo motivadas por posibles desincentivos perversos que pudiera tener el IMV, controlando tanto a los beneficiarios como a las empresas que colaboran en ese fraude; para ello habría que definir puertas de entrada y salida flexibles del programa de IMV, para evitar que se rechacen ofertas laborales por el temor a perder la prestación si el tiempo para volver a entrar en el programa es demasiado largo e inflexible".
Además, sería de vital importancia "conseguir que los perceptores de la prestación tengan acceso a unos servicios públicos de empleo reforzados, y sigan itinerarios de formación de calidad. Además, para colectivos como las familias monoparentales, la incorporación al mercado laboral depende de la disponibilidad de guarderías y de oportunidades de conciliación entre vida personal y laboral", sentencia el documento.