Economía

Trump apela al voto del miedo entre las protestas raciales y la pandemia para salvar su reelección

  • Los sondeos previos a la campaña electoral colocan como favorito a Joe Biden
Algaradas callejeras en Nueva York. Reuters
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Con más de dos millones de infecciones y 113.561 víctimas mortales por Covid-19, el regreso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al ruedo electoral ya se perfilaba de por sí una descomunal hazaña. La histórica crisis económica en curso continúa desmoronando su legado, basado en el pleno empleo y la próspera bonanza del país, a la espera de una recuperación que se demuestra cada vez más incierta.

Sin embargo, fueron los 8 minutos y 46 segundos del pasado 25 de mayo en que la rodilla del agente Derek Chauvin asfixió hasta la muerte a George Floyd, los que ofrecieron el golpe de gracia a la campaña del actual inquilino de la Casa Blanca.

Tras semanas de protestas raciales, más de 11.000 arrestos, toques de queda, posados con la Biblia en mano ante la iglesia episcopal de St. John, el despliegue de la Guardia Nacional y un cisma entre el Despacho Oval y el Departamento de Defensa, al cargo del secretario Mark Esper, Trump ha otorgado a su contrincante demócrata, el exvicepresidente Joe Biden una ventaja media de 8 puntos a nivel nacional de cara a las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre, de acuerdo a la media que calcula el portal RealClearPolitics.

"Desde el punto de vista político, todavía no hay un pronóstico explícito sobre quién ganará las elecciones estadounidenses y lo último que quiero hacer es tratar de predecir eso", reconoce Bruce Kasman, economista jefe global de J.P. Morgan. "Tampoco sobre si el ganador controlará las dos cámaras del Congreso, lo cual es de gran importancia para que se apruebe una agenda", añade.

Los dos candidatos han adoptado enfoques drásticamente distintos en sus respuestas a la mayor revuelta social que ha visto el país desde 1968 tras el asesinato de Martin Luther King Jr. El republicano ha pedido reiteradamente a los alcaldes y gobernadores que "dominen" a los manifestantes, llegando incluso a manifestar su derecho a invocar su autoridad para desplegar el ejército. "Soy su presidente de la ley y el orden", recalcó Trump en un discurso la semana pasada.

Por su parte, el candidato demócrata aboga por un tono más amable y unificador apelando a la necesidad de abordar el "racismo sistémico" en el país. Biden ha acudido a protestas en varias ciudades y se reunió el lunes en privado con la familia de Floyd en Houston. "No traficaré con el miedo y la división. No avivare las llamas del odio", aseguraba durante una de sus últimas intervenciones públicas.

"Ley y orden"

La campaña de Trump ha optado por recurrir de nuevo, como ya lo hizo en 2016, a la estrategia empleada por el expresidente republicano, Richard Nixon, quien apeló al regreso a la "ley y el orden" en su camino hacia la victoria sobre el demócrata Hubert Humphrey, entonces en el Gobierno.

De esta forma se busca perfilar a Biden y a los demócratas en su conjunto como demasiado liberales para los votantes independientes y capitalizar así las divisiones dentro del partido sobre asuntos como cortar la financiación a los departamentos de policía. Uno de los constantes rótulos que aparecía esta semana en Fox News, el canal conservador afín a Trump y los republicanos rezaba: "Los líderes demócratas se niegan a plantar cara a la mafia izquierdista".

Dicho esto, según un sondeo de Morning Consult llevado a cabo entre el 31 de mayo y el 1 de junio, el 34% de los votantes independientes se mostró más proclive a votar por Biden, mientras que el 22% se inclinó por Trump. Una radiografía más reciente de Reuters/Ipsos indicó que el 53% de estos votantes simpatizan con los manifestantes, mientras que el 40% aprobó la gestión de la policía.

Precisamente, Patrick Murray, director del Instituto de Encuestas de la Universidad de Monmouth, recuerda que la actual carrera electoral "sigue siendo en gran medida un referéndum sobre el titular de la presidencia" y que la reacción inicial a los disturbios raciales "sugiere que la mayoría de los votantes sienten que Trump no está manejando bien la situación".

A cinco meses de la cita con las urnas, "los estados veleta serán decisivos" explica a este periódico Ian Bremmer, presidente y fundador de la consultora Eurasia Group, quien recuerda que, como ocurrió en 2016 con Hillary Clinton, Biden probablemente puede ganar el voto popular pero la clave está en el Colegio Electoral.

En estos momentos, Trump queda rezagado entre 5 y 6 puntos en Pensilvania, Wisconsin y Michigan, tres estados que, si no cambia nada más, serían suficientes para dar la victoria nacional al demócrata. En Arizona y Carolina de Norte, Trump ha perdido su ligera ventaja, y en Florida ambos contrincantes se pisan los talones, con Biden por delante pero por poco. Aún así, el margen entre Trump y Biden en estos estados es más ajustado que los sondeos nacionales.

"Biden tiene una base más amplia, pero no son tan entusiastas. La base de Trump es menor pero mucho más entregada. Son más propensos a votar. Cuando tienes una pandemia, distanciamiento y discordia social en las calles, el entusiasmo y la participación son muy importantes", añade.

Al respecto, Bremmer recuerda que, a pesar de que el actual mandatario de EEUU tiene muchos problemas, también cuenta con un entorno estructural donde es más fácil privar a los votantes de sus derechos, dado que busca que la participación sea baja. De ahí, por ejemplo, su oposición al voto por correo.

El presidente Trump tiene previsto arrancar de nuevo sus populares mítines de campaña el próximo 19 de junio en Tulsa, Oklahoma, después de un paréntesis de tres meses. Este tipo de eventos ofrecen al republicano un foro para hablar directamente con multitud de seguidores y ofrecen a su campaña un foro para recopilar datos importantes de cara a perfilar su estrategia de cara al próximo noviembre. No obstante, la elección de Tulsa, donde tuvo lugar una de las peores masacres de afroamericanos en la historia de EEUU, ha levantado ampollas que se suman a las críticas por su gestión de las protestas nacionales contra la brutalidad policial.

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