Internacional

Las primarias en medio del caos racial en EEUU desatan las alertas para Trump de cara a noviembre

  • Las encuestas agudizan la ventaja de Biden en los últimos días
  • El diputado más racista de los republicanos perdió este martes
Donald Trump sale de la Casa Blanca para ir a hacerse una foto ante una iglesia. Foto: Reuters.

Vaya por delante que, al ritmo en que se suceden los acontecimientos en EEUU, puede que el asunto clave que decida las elecciones de noviembre sea alguna nueva crisis que esté aún por llegar. Pero la ola de protestas y disturbios raciales que sacude el país a cinco meses de los comicios viene con una alerta preocupante para el presidente, Donald Trump. Este martes se celebraron primarias en numerosos estados, y Trump superó ya la barrera de los 1,1 millones de votos de protesta contra él entre los militantes republicanos, una cifra peligrosa para un candidato que venció en 2016 por apenas 77.000 papeletas en tres estados.

El número de votos de protesta es sorprendentemente alto en unas primarias republicanas. George Bush hijo recibió apenas 130.000 votos en contra en 2004, y Ronald Reagan apenas concitó 78.000 votos contrarios entre sus militantes de cara a su reelección. Solo Gerald Ford (que no había ganado unas primarias republicanas antes de ser presidente, sino que había llegado a la Casa Blanca tras la dimisión de Richard Nixon y su vicepresidente, Spiro Agnew) y George Bush Sr. (que se encontró cara a cara con otro candidato conservador independiente en las generales, Ross Perot, con el que dividió su voto), recibieron más votos en contra. Ambos perdieron las elecciones poco después.

En el lado demócrata, Barack Obama recibió unos 800.000 votos de protesta en 2012, una señal de alerta de que su margen de victoria se iba a reducir a 4 puntos porcentuales frente a los 8 a 2008. Pero la situación de Trump puede ser aún más grave: mientras que la gran mayoría de votos de protesta demócratas llegaron de estados conservadores en los que los republicanos llevan ganando desde hace décadas y donde que Obama sacara más o menos votos no iba a afectar el resultado final, la pérdida de votos de Trump sí puede ser muy importante.

En la práctica, Trump ganó las elecciones de 2016 por unos 77.000 votos repartidos entre Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Si esos votantes hubieran escogido a Hillary Clinton, ella sería hoy la presidenta del país. Así que la pérdida de votos, por pocos que sean, en esos estados es una señal de alerta muy seria. En Pensilvania, por ejemplo, donde Trump ganó por 44.300 papeletas, este martes 43.500 militantes republicanos se molestaron en acercarse a un colegio electoral y votar en contra del líder de su partido. Y en Michigan, donde Trump ganó las generales de 2016 por 10.700 votos, 28.400 republicanos votaron en blanco este año y 14.000 optaron por otros candidatos sin opciones de ganar.

Y el mayor problema para Trump es que la crisis de estos días no parece estar actuando a su favor. En las encuestas recientes, su índice de aprobación ha caído entre 4 y 7 puntos y su aprobación está en un -11, su peor dato desde el mes de diciembre. Y en las encuestas de intención de voto, Biden ha ampliado su ventaja hasta los 9 puntos, contando los sondeos desde que comenzó la crisis. Lo más importante es que su apoyo ronda ya el 50%, haciendo más difícil una victoria de Trump. Por hacer una comparación histórica, en las últimas tres elecciones, a estas alturas del año, Obama y Hillary Clinton lideraban las encuestas por poco más de un punto frente a sus rivales republicanos (John McCain, Mitt Romney y el propio Trump, respectivamente).

Además, la ventaja no acaba ahí: en la intención de voto para las legislativas -que se celebran simultáneamente con las presidenciales-, los demócratas también lideran por 8 puntos. Un margen casi idéntico al de su victoria en los comicios de mitad de mandato en 2018 y muy por delante de los 0,6 por los que lideraban antes de las elecciones de 2016, una señal más de lo igualadas que iban a estar aquellas votaciones.

Cae un polémico diputado racista

Y el problema está también dentro de casa del propio Trump. Varios grupos de republicanos 'disidentes' han lanzado campañas pidiendo el voto para Biden y atacando al actual presidente por "hacer llorar a EEUU", en referencia a los 100.000 muertos por el Covid-19, y "abrazar la bandera de la traición" a su país, condenando su incitación al racismo y la violencia. Un grupo de miembros de la Administración Bush, de hecho, acaba de registrar un comité de campaña de apoyo a Biden, y flotan los rumores de que el propio expresidente podría anunciar su apoyo al candidato demócrata en los próximos meses.

Pero quizá la señal de que algo se está moviendo estos días es que uno de los símbolos del racismo en el Partido Republicano, el diputado por Iowa Steve King, perdió este martes el escaño que ocupaba desde 2003. King había defendido el supremacismo blanco hace un año -"No entiendo por qué es un concepto negativo ahora", dijo- y había dicho que "no podemos repoblar nuestro país con niños extranjeros", en una de sus críticas contra la inmigración, tanto legal como ilegal. El propio grupo parlamentario le había retirado de sus cargos internos por sus constantes polémicas. Y ni Trump, que le había calificado de "persona muy especial e inteligente" que "casi siempre tiene la razón", no pudo salvarle de la ola que sacudía EEUU justo esta semana. La pregunta ahora es si Trump puede salvarse a sí mismo en estos próximos cinco meses.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky