
Que el Gobierno de Pedro Sánchez está a la greña no es noticia, casi en ningún rincón del mundo. Aunque, como ha podido conocer eE, el presidente pide a sus ministros "que no hagan ruido" con las decisiones de los Consejos, no hay reunión de la que no se filtren las disensiones internas que ahora se han venido a llamar debates dentro de la pluralidad, y que no son más que la distancia entre los planteamientos socialdemócratas de unos, frente a los comunistas de Podemos. Una lucha de poder en la que Pablo Iglesias parece ir ganando las partidas, pero donde todo puede explotar.
El último espectáculo ha sido la renta mínima vital, que pasó de ser un proyecto a meses vista para la mayoría del Ejecutivo, a una inminencia una vez que Iglesias convenció a Sánchez en una llamada de teléfono, sin hacer partícipe a José Luis Escrivá, titular del Ministerio de Seguridad Social que lleva trabajando tiempo en dar forma a una medida muy compleja que desde los años 80 se viene aplicando en España a través de las CCAA.
Un desgaste creciente
En medio de este carajal, de opuestas corrientes ideológicas, académicas y profesionales, de ministros que tienen que aplacar los nervios de los empresarios y de presidentes autonómicos, de otros que buscan cómo vender medidas -cuya ejecución está por ver-, y todo mientras se aprecia el desgaste creciente del Gobierno por su cuestionada gestión -desgaste del que no habla el CIS del socialista José Félix Tezanos-, el Ejecutivo progresista ha emprendido esta semana la operación de colocar un nuevo titular: un pacto de Reconstrucción abierto a todas las fuerzas políticas, comunidades, ayuntamientos y agentes sociales, y que para algunas formaciones, incluso para Moncloa, es una suerte de salvavidas para ir parcheando y ganando tiempo para intentar sacar el cuerpo a flote de una crisis sin precedentes.
Entretanto, el necesario socio de Sánchez, Pablo Iglesias -al menos por ahora-, sigue colando en su carta de presentación para el votante de izquierdas más ideologizado el salario mínimo interprofesional, las peonadas, la prohibición del despido y la renta mínima vital. Actuaciones de calado muy efectista, pero que se pueden encontrar con un enemigo muy riguroso, una vez que la crisis sanitaria se haya medio zanjado, y se dé paso a la resolución de la crisis económica. Se trata de Europa y de un grupo de socios que acabarán exigiendo al Gobierno de España intervenciones muy duras a cambio de las ayudas.
"Los pactos quedan muy bonitos, pero lo primero que tienes que hacer es llamar a aquel con quien quieres pactar. Yla estrategia de Sánchez es, por la mañana voy de buen rollito, y por la tarde viene Adriana Lastra y te da una torta llamándote de todo", resume a eE un estudioso de la comunicación política. La reflexión coincide con lo que el principal partido de la oposición se barrunta. El Plan de Moncloa está concebido para repartir responsabilidades de los errores del Gobierno, vino a decir Pablo Casado. No obstante, el PP acudirá el lunes al encuentro con Sánchez, con sus reservas.
Cuatro mesas 'imposibles'
El establecimiento de cuatro mesas o cuatro ejes para reconstruir (sanitaria, social, económica y europea) y alcanzar un acuerdo entre partidos tan dispares del arco parlamentario, por ejemplo, en materia económica, es sencillamente muy poco realista. El Plan de choque que quiere poner en marcha Casado con reducción del gasto público, bajadas de impuestos, supresión de cotizaciones, o eliminación de Sucesiones, Donaciones está en las antípodas de los postulados de los socios de Sánchez, con los que el Gobierno quiere contar a toda costa, porque de otra forma, cómo explicaría que ellos son lo contrario del austericidio, y cómo que ellos tienen fórmulas para salir de la crisis como el aumento del gasto social como principal bandera.
Por otra parte, el alargamiento del confinamiento y de la desescalada de la actividad hace muy complicado acuerdos muy trabados que estén carentes de propaganda, si no se apela a la realidad y se analiza en frío los datos del PIB, del paro, de la deuda y del déficit público.
¿Acuerdos puntuales, presupuestos, o elecciones?
Los socios de investidura de Sánchez ya han dejado claro algunas cosas, que el mercado persa sigue abierto: no quieren pactos de Estado, no quieren perder competencias, algunos como el PNV quiere presupuestos, y todos en bloque quieren fuera de esos acuerdos a Vox, a quien ni le va ni le viene porque no quiere estar en ellos. El PNV va más lejos, y señala que si no hay pactos por el empleo, la economía y no hay presupuestos, a lo mejor tendrían que convocarse elecciones generales. Otro melón por abrir, y del que Iglesias es consciente por si tiene que salir corriendo.