Economía

Qué significa que el 36% de los jóvenes entre 26 y 35 años cobre por debajo del salario mínimo

  • Casi millón y medio de jóvenes de entre 26 y 35 años, por debajo del SMI
  • Según un experto en mercado laboral, el SMI es necesario en España
  • "Hacer todo low cost es el gran peligro económico de nuestra sociedad"

La progresiva subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) no significa el fin de la precariedad salarial entre los jóvenes. Un 36,4% de asalariados entre 26 y 35 años está por debajo del SMI, según la última estadística de Mercado de Trabajo 2018 de la Agencia Tributaria. ¿Qué consecuencias sociales se ocultan tras esta realidad?

El informe, de carácter censal y publicado la semana pasada, establece para la franja de edad señalada que 773.118 trabajadores menores de 35 y mayores de 26 años tuvieron un salario medio anual de 2.358 euros mientras que 705.156 no superaron los 7.770 euros, muy por debajo de los 10.302,6 euros anuales del SMI en 2018 (735,9 euros mensuales en 14 pagas).

De las consecuencias directas de que casi un millón y medio de trabajadores de entre 26 y 35 años estén por debajo del salario mínimo anual percibido nos habla Víctor Canalda, abogado y profesor de Derecho Laboral de la UOC. "Los jóvenes tienen que posponer todas las decisiones vitales importantes de su vida (acceso a la vivienda, casarse, tener hijos...) y se van retrasando más allá de los 35 años", indica.

Los contratos laborales están detrás de estos datos. Según Canalda, "los nuevos empleos para los jóvenes siempre suelen ser contratos temporales, que aunque se hacen de una manera seguramente fraudulenta, -en España la contratación residual tendría que ser la temporal y la normal la indefinida lo hacemos al revés-,  les lleva a una alta rotación que les impide una carrera profesional mínimamente direccionada hacia algún sitio".

Estos contratos cuentan con una duración de entre uno y seis meses para un 27,7% de los asalariados jóvenes de entre 25 y 39 años, un porcentaje que subiría al 68,2% si se incluyera a los 777.800 que desconoce de cuánto es la duración pero que cree que de más de un mes, recoge la EPA en datos de su tercer trimestre. 

Sobre los contratos indefinidos, continúa Canalda, "la mayoría de ellos finalizan antes del primer año y los que se alargan lo hacen hasta que se acaban los incentivos fiscales o de cotización que da el Gobierno", es decir que la empresa estira al indefinido hasta que deje de compensarle por lo que "la contratación indefinida tampoco supone ninguna solución al problema de la precariedad juvenil". 

Si se compara el dato de 2018 con ejercicios anteriores parece que las subidas que ha ido experimentando el SMI no combaten la precariedad salarial, especialmente en aquellos trabajadores que viven de esos contratos parciales o temporales, en aumento según confirmó la última EPA.

Cotejando con ejercicios previos se confirma una tendencia poco esperanzadora. Aunque la situación mejoró en 2018 un punto porcentual con respecto a 2017, ejercicio en que el porcentaje de jóvenes de entre 26 y 35 años que se quedó por debajo del SMI (entonces en 9.907,80 euros) ascendió al 37,7%, la fotografía general ha empeorado si se contrastan los resultados actuales con los de años de plena crisis. En 2009, por ejemplo, con la crisis en pleno apogeo y parte de la fuerza laboral desincentivada a la hora de buscar trabajo, el porcentaje por debajo del salario mínimo anual en esa franja estaba en el 30%, con el SMI en 8.736 euros. En 2012 (SMI en 8.979,60) subió hasta el 35,2% y la tendencia continuó en ascenso.

"Si no hay SMI en el mercado de trabajo se estará devaluando la precariedad"

El SMI es una cuestión de debate sin consenso y contra la que se pronunció el Banco de España tras la última actualización, que corrió de la mano de Pedro Sánchez con un incremento de la percepción un 22%, hasta los 12.600 euros anuales (900 euros al mes en 14 pagas). Las dudas vienen de que más allá de la afectación directa que pueda tener sobre las empresas y los contratados, la situación económica y el tipo de empleo mantienen a un alto porcentaje de la población por debajo del SMI; de los 18.889.515 de asalariados totales, 6.321.367 se mantienen por debajo, un 33,46%.

Canalda, sin embargo, apuesta por la existencia del SMI: "Si no hay SMI en el mercado de trabajo se estará devaluando la precariedad que va a repercutir sobre los jóvenes, el eslabón más débil de esta cadena".

"Cuando hablamos de precariedad juvenil sobre todo nos referimos a dos elementos: la falta de estabilidad en el empleo y las bajas retribuciones". La solución para Canalda pasa por "hacer algunas reformas estructurales del mercado de trabajo y de la economía en general" para que los trabajadores no sean los grandes perjudicados" a pesar de las subidas del SMI. 

Tal y como añade, la reforma laboral de 2012 "fomentó esta inestabilidad porque se dio una mayor ponderación a los intereses de las empresas al entender que el empleado es otro recurso más para la consecución de la productividad", siendo los más jóvenes los más perjudicados ante la falta de veteranía: "Aceptan las condiciones porque es eso, o el paro o nada".

A su entender, "hacer todo low cost es el gran peligro económico de nuestra sociedad", algo que se explica en el hecho de que "España no es puntera a nivel de mercado (ni tecnológicamente, ni energéticamente ni empresarialmente) y para competir con el extranjero es bajar costes y al final eso recae sobre los trabajadores y concretamente sobre los trabajadores jóvenes".

"Los jóvenes acceden al mercado de trabajo tarde"

Además hay que contar con que los jóvenes firman sus primeros contratos laborales cada vez más tarde. "Los jóvenes acceden al mercado de trabajo tarde. Intentan encontrar un empleo más o menos definitivo al acabar los estudios de grado y masters, el que acaba antes lo hace con 25 años como mínimo", subraya Canalda, que plantea un panorama triple para este segmento de la población: "Muchos jóvenes sobre todo con estudios medios o superiores recién graduados optan por opositar (desde Europa han dado un toque para más ofertas de empleo público) y esto retrasa esa entrada en el mercado laboral una media de entre tres y cinco años más... casi a los 30 años".

La historia cambia en el caso de aquellos que no han completado estudios medios o superiores. Estos perfiles "acceden antes al mundo del trabajo pero en empleos de muy baja especialización y ningún valor, con retribuciones cercanas al SMI". Aunque los empleos de mayor especialización tampoco son suficientes. Canalda explica que "aunque la retribución de entrada sería mayor, aún no les alcanzaría para vivir de manera autónoma, independiente y plena a jóvenes de entre 28 y 33 años, sobre todo en las grandes ciudades" donde la vida es más cara.

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