El envejecimiento de la población debido al progresivo incremento de la esperanza de vida tendrá consecuencias en términos económicos no solo para el sistema de pensiones español sino que también se traducirá en una fuerte presión para el desembolso que efectúa cada año el Estado en sanidad y cuidados de personas dependientes, así como en el coste de los productos farmacéuticos. En suma, el avance de la longevidad tendrá un efecto aparejado de incremento del gasto asociado a esta causa en todos los segmentos, siendo las arcas públicas responsables de sufragarlo en su mayor parte. Concretamente, el propio Gobierno estima que la partida para Sanidad de los Presupuestos Generales del Estado esté dotada con 76.600 millones de euros para el próximo año (un 6% del PIB) y con 78.000 millones de euros para 2021.
Sin embargo, el efecto del pernicioso rumbo adoptado por la demografía española, con cada vez más mayores de 65 años en el conjunto de la población, puede provocar un desvío en esta estimación. Concretamente, este es el escenario que prevén tanto la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) como la patronal Círculo de Empresarios, tal y como aseguraba durante la presentación del libro Diez temas candentes de la Sanidad española en 2019 el exministro de Sanidad y miembro de la consultora VP&R, Julián García Vargas, acerca de las previsiones con las que juega el Gobierno en el Programa de Estabilidad Presupuestaria. En este caso, la AIReF estima que por el efecto de la longevidad el gasto del Estado en Sanidad ascienda a 81.500 millones de euros para 2021, una cifra que es 3.500 millones de euros mayor que lo estimado por el Ejecutivo.
En este sentido, el Gobierno estima que el gasto público asociado al envejecimiento se situaría al final del periodo de proyección, en 2070, en niveles similares a los de 2016, próximos al 24% del PIB, con un alza entre 2016 y 2050 de más de tres puntos y una caída entre 2050 y 2070 de similar cuantía.
Analizando la evolución de las distintas tipologías de gasto por envejecimiento, se observa que el gasto en pensiones es el que tiene un mayor peso. Durante la fase 2016-2050, el gasto en pensiones representa algo más de la mitad del gasto por envejecimiento. Sin embargo, durante la segunda fase de proyección su peso dentro de los gastos de envejecimiento cae ligeramente por debajo del 50%.
En relación con el gasto sanitario, éste es el segundo más representativo del conjunto de gastos por envejecimiento, representando aproximadamente el 25%. A pesar de que su peso se mantiene durante la primera parte del periodo de proyección y que su nivel de gasto se reduce durante el periodo 2050-2070, su protagonismo aumenta durante esta última fase y alcanza casi el 27% del total de gasto a causa del envejecimiento de la población.
El gasto en cuidados de larga duración aumenta persistentemente (1,3 puntos porcentuales) durante todo el periodo 2016-2060, estabilizándose durante los últimos años de la proyección, en buena medida como resultado de los supuestos demográficos del modelo de Eurostat. Esta evolución hace que el gasto en cuidados de larga duración pase de representar el 3,75% en 2016, hasta el 9,24% del gasto por envejecimiento en 2070.
Presión sobre las pensiones
La evolución del gasto en pensiones es por tanto la principal partida del gasto por envejecimiento, y su ratio sobre el PIB viene determinada en gran medida por la evolución de la tasa de dependencia. A la hora de analizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, existen una serie supuestos de partida relativas a las proyecciones demográficas, previsiones macroeconómicas e hipótesis sobre la revalorización de las pensiones que determinan significativamente el resultado del incremento de gasto estimado.
En los ejercicios realizados hasta la fecha, se identifican dos etapas en la evolución del gasto en pensiones, una primera con un aumento constante entre 2016 y 2045 (2,2 puntos porcentuales) y una segunda de disminución hasta 2070 (-3,7 puntos porcentuales). El incremento en la primera parte se explica por el envejecimiento de la población asociado a la próxima jubilación a partir de 2023 de la generación llamada del baby boom, reflejado en el aumento de la tasa de dependencia (proporción entre población de más de 64 años y población de 15 a 64 años), que pasaría según estas previsiones del 28,6% en 2016 al 61,9% en 2050.
El mayor gasto derivado de la evolución demográfica se ve parcialmente compensado por la disminución de la tasa de desempleo, que converge desde el nivel de partida del 21,5% en 2016 hasta el 8,4% en 2070, por el aumento de la tasa de actividad, que se incrementa desde el 74,3% en 2016 hasta el 77,1% en 2070, y por la reducción de la tasa de sustitución, que pasa del 57,7% en 2016 al 34% en 2060, para volver a subir al 37,6% en 2070. La tendencia ascendente de la ratio gasto público en pensiones sobre el PIB se revertiría drásticamente en la segunda mitad del horizonte de proyección, debido a la disminución de la tasa de dependencia a partir de 2050, que alcanzaría el 46,6% para el año 2070.
Según las proyecciones demográficas de Eurostat se prevé un aumento de la población española, desde 46 millones en 2015 hasta alcanzar los 50 millones en 2070. Estas cifras suponen una revisión al alza respecto a la anterior proyección, que contemplaba una estabilización de la población española en el largo plazo, en torno a 46 millones entre 2013 y 2060.