
Aunque hasta el año que viene Santander no publicará su próximo plan estratégico, el perfil de su futuro consejero delegado, con una larga trayectoria en fusiones y adquisiciones, Andrea Orcel, ha alentado la expectativa de que el banco continuará creciendo vía compras de terceros en los próximos años.
La entidad es hoy el primer banco español por valor bursátil y con su larga lista de operaciones, se convierte en un claro candidato a liderar alguna de las fusiones transfronterizas que se vislumbran en el futuro, aunque todavía con fecha incierta. Los reguladores europeos ya han señalado en numerosas ocasiones a lo largo de los últimos meses que verían con buenos ojos un sector financiero menos atomizado, liderado por 'superbancos'.
La próxima irrupción de nuevos competidores digitales -véanse páginas 8 y 9- en un entorno en el que la rentabilidad del negocio bancario es baja, podría precipitar nuevas integraciones. De acuerdo con los datos de consenso de analistas de FactSet, la rentabilidad sobre los recursos propios (ROE) de los quince principales bancos europeos cerrará este año en el nivel del 8,6%; una cifra que continúa siendo baja y que, entre otras, razones, se encuentra presionada por los bajos tipos de interés.
Respecto a la competencia, esta semana Moody's publicaba un informe en el que alertaba de que la irrupción de los grandes líderes digitales -Facebook o Alphabet- era una "amenaza" para el sector, sin atreverse a monetizar el coste de dicho desembarco. El handicap de la banca sería retener a sus clientes, frente a unas compañías más frescas, que, a partir de septiembre de 2019, tendrán abierta la puerta a los datos de los clientes de los bancos, lo que les permitirá afinar todavía más su oferta financiera. "Las grandes empresas tecnológicas tienen una ventaja sobre las firmas financieras, ya que tienen una experiencia significativa en la optimización de la experiencia del usuario de los clientes y han podido aumentar su participación de mercado en parte porque los consumidores encuentran que sus productos agregan valor, son fáciles y convenientes de usar, y tienen cada vez más ecosistemas digitales atractivos ", apunta el vicepresidente de Moody's, Stephen Tu.
Aunque el modelo final está por definirse -España aún no ha traspuesto la directiva europea que facilita este intercambio-, los bancos comienzan a adelantar que, además de la innovación, uno de los argumentos con los que van a combatir la llegada al sector de las grandes tecnológicas es la seguridad. La presidenta de Santander, Ana Botín, durante la presentación de la mejora de las aplicaciones de Openbank, el banco 100 por 100 digital del grupo, ya les lanzó un mensaje clave: "nosotros sí sabemos proteger los datos". La crisis de Facebook, que dejó al descubierto datos de 87 millones de usuarios, y de la ayer hubo un segundo round, dota de razón al discurso de la primera ejecutiva de Banco Santander.
De acuerdo con datos de FactSet, en la zona euro apenas existen doce bancos con un valor bursátil por encima de los 20.000 millones, que, en principio, contarían con una posición más fuerte para asumir el papel de compradores y España cuela a tres representantes: Santander, BBVA y CaixaBank. En este grupo, aunque más relacionado con su situación de flaqueza -su ROE es inferior al 2%- se encuentra Deutsche Bank, que está en todas las quinielas de fusiones a corto plazo. Ángela Merkel, por ahora, se ha pronunciado a favor de una posible integración, pero nacional, con Commerzbank.
Déficits por salvar
Para el sector, un paso previo necesario para que las fusiones transfronterizas cuajen, es que se culmine la unión bancaria, que pasa por una armonización legislativa y la puesta en marcha de un fondo de garantía de depósitos común. Por ahora, y a pesar de todas las promesas lanzadas, la realidad es que la unión fiscal se atasca tras más de seis años desde que los líderes empezaran a discutir cómo utilizar el paraguas europeo para proteger a su frágil sistema bancario. Las piezas que faltan son un colchón para resolver bancos que, como en el caso del Popular, tengan que ser intervenidos de urgencia. Y, sobre todo, el plan europeo de garantía de depósitos (EDIS, por sus siglas en inglés), para que todos los depositantes europeos tengan la misma protección sin importar donde ahorren.
"Estas son las medidas que necesitamos para completar la unión bancaria, reduciendo y compartiendo los riesgos al mismo tiempo", resumió el pasado junio el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, en un evento organizado por elEconomista.
Tras arrastrar los pies durante el último par de años, los líderes europeos se comprometieron al menos a conseguir algunos avances para la cumbre del pasado junio. Pero entonces volvieron a comprobar que la garantía europea continúa siendo tabú en Alemania. La canciller alemana, Angela Merkel, se ha resistido hasta a incluir esta prioridad en las conclusiones de los Consejos Europeos, a pesar de que la Comisión Europea, el BCE, el Parlamento Europeo y una mayoría de los estados miembros y de la banca europea piden a gritos la mutualización de los depósitos.
Fuentes europeas reconocen que la referencia al EDIS en las conclusiones del Consejo Europeo de junio alcanzó una nueva cima en términos de vaguedad para salvar el bloqueo alemán. "Adhiriéndose a todos los elementos de la hoja de ruta de 2016 en la secuencia apropiada, el trabajo debería comenzar para una hoja de ruta para arrancar las negociaciones políticas sobre un plan europeo de seguro de depósitos", se puede leer en las conclusiones.
En el caso del colchón para resolver bancos, que la Comisión estima que debería alcanzar unos 60.000 millones de euros procedentes del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el problema reside en su gobernanza. Varios gobiernos, liderados de nuevo por Alemania, exigen que la aprobación de los desembolsos sea autorizado no solo por los ministros de Finanzas, sino también por sus Parlamentos nacionales.
El tema llegó de nuevo al Eurogrupo informal celebrado este mes en Viena (Austria). Los ministros continuaron siendo incapaces de acordar una fórmula para operar las inyecciones de liquidez de emergencia. Fuentes del Eurogrupo descartaron soluciones como dar poderes discrecionales al director gerente del MEDE, que había propuesto la Comisión.