elecciones generales del 26J
Los candidatos no son lo peor en este recurrente asunto de los debates electorales. Lo peor son sus equipos de campaña, sus asesores a sueldo que llegan a bordear el ridículo en la defensa de unas exigencias absurdas, carentes de toda lógica y que arrastran a sus líderes al precipicio de quedar en evidencia en la preparación y en el desarrollo de los debates televisados.