El renacimiento de la energía nuclear ha comenzado. El impacto de la bomba atómica y los desastres nucleares en la sociedad han impedido, probablemente, que este renacimiento llegase mucho antes. Tras años de muy mala prensa, críticas despiadadas y planes para reducir el peso de la nuclear en el mix energético, la inversión para relanzar este tipo de fuente de energía ha despertado. Un giro de 180 grados forzado por la cruda realidad. La guerra de Ucrania y el propio avance de las energías renovables (aunque parezca contradictorio esto último) han demostrado que la independencia energética y la transición hacia un modelo sostenible resulta imposible, hoy en día, sin una energía estable y parcialmente limpia como la nuclear. A falta de gas ruso (contaminante), las renovables aún no están lo suficientemente maduras como para ser la gran fuente que alimente la economía y la vida de miles de millones de personas.