Presidente de EF Business School
Tribuna

Ducharnos, encender el teléfono, trabajar en un ordenador, cocinar, bajar o subir en un ascensor son cosas habituales que hacemos cada día sin pensar. Efectivamente, sin pensar un solo segundo. La electricidad y el gas nos permiten hacer estas cosas. Y nos permiten muchas otras, como ensamblar un coche, fabricar vajillas con cerámica, producir cemento o poner riego programado en unos viñedos de vino o aceite de más de 500 hectáreas. Eso nos permite el gas y la electricidad, que disfrutamos a pesar de ser invisibles. La realidad es que muchos no entienden o no se paran a pensar cómo se genera, cómo se transporta o almacena, cómo se conecta a tu hogar o a tu fábrica. Si además añadimos los términos "regulado" o "liberalizado" pues aún queda más confuso.

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