Presidenta y fundadora de Atrevia y presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI)

Una vez más, llegamos al 12 de octubre envueltos en polémicas de origen político pero que no pueden desmentir la realidad viva y dinámica de la Iberoamérica del siglo XXI. Una identidad que se extiende por dos continentes y engloba a más de 685 millones de personas que, más allá de la lengua que habla la gran mayoría de ellas, se sostiene en una serie de sentimientos comunes.

En 1492 Cristóbal Colón, buscando la India, se topó con América. Este hecho histórico muestra que Latinoamérica ocupa una posición geográfica privilegiada que, junto a su biodiversidad, sus riquezas naturales, materiales, energéticas y agroganaderas, convierten a la región en un actor internacional estratégico y, en la actualidad, clave para el desarrollo y despliegue de la IV Revolución Industrial. La geografía, la geopolítica y la geoeconomía han creado una ventana de oportunidad para que la región no solo crezca, sino que se modernice y desarrolle socialmente.

L a cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) del mes de julio en Bruselas no va a ser una cita más, ya que posee todos los mimbres para revivir de forma reforzada el vínculo entre europeos y latinoamericanos. España está llamada a tener un papel protagonista al conjugar su proyección iberoamericana y europea, justo cuando asume la presidencia de la UE en un nuevo escenario geopolítico y geoeconómico mundial.

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en la presentación del estudio Nueva agenda de cooperación Iberoamérica-Unión Europea, organizada la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), y su ya reelecto secretario general, Mariano Jabonero. Una jornada de ponencias en la que se lanzó una pregunta sobre la que hoy me gustaría reflexionar: ¿Europa quiere liderar el nuevo sistema internacional, que antes o después se va a configurar, o solo quiere acompañar a Estados Unidos? Y, lo más importante, ¿quiere Latinoamérica acompañar a Europa en esta travesía?

“Si no actuamos de forma contundente, el cambio climático y el aumento del nivel de los mares va a acabar con uno de los tesoros más grandes que tiene Dominicana, sus playas”. Estas palabras de Luis Mejía, CEO de EGE Haina, en el V Congreso empresarial iberoamericano CEAPI, celebrado en Punta Cana el 1 y 2 de junio, y que reunió a más de 300 empresarios con el presidente dominicano, Luis Abinader; su ministro de Industria y Comercio, Ito Bisonó y el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, aluden a uno de los grandes retos que tiene por delante la región. Me refiero a la apuesta por las energías renovables como herramienta para combatir el cambio climático. Y como vector para impulsar un crecimiento sostenido y sostenible en un mundo que avanza hacia la transformación energética.

Este 19 de julio es un día muy especial para todos los que somos y nos sentimos iberoamericanos. Hace hoy 30 años, en 1991, se firmó en Guadalajara (México) la primera declaración de jefes de Estado de la región, acta de nacimiento de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. En recuerdo, los ministros y ministras de Exteriores de nuestros 22 países aprobaron en 2019 que el 19 de julio de cada año se conmemore el 'Día de Iberoamérica'. Pese a la pandemia, en 2020 se celebró su primera edición y la de este año es una fecha aún más especial, porque se cumplen tres décadas de una decisión que marcó un antes y un después en nuestro vínculo.

La pandemia ha magnificado, a escala mundial, los problemas estructurales y ha acelerado un fin de época que ya veníamos percibiendo. Estamos abocados a una transformación integral: desde el ámbito particular al modo de entender las relaciones comerciales, las económico-sociales, geopolíticas y político-institucionales. De esta coyuntura no escapa Latinoamérica, que tiene ante sí tres grandes retos: regresar al crecimiento económico, asegurar un desarrollo inclusivo y sostenible -social y medioambientalmente- y forjar una gobernanza eficiente.

En 2019, meses antes de la pandemia, el presidente de Copa Airlines, Stanley Motta, al recibir el “Premio Enrique V. Iglesias”, durante el III Congreso Iberoamericano de CEAPI, pareció entrever en su discurso muchos de los retos que el COVID-19 ha convertido en urgentes para nuestra región. En concreto, la necesidad de acometer cambios y el rol protagonista al que están llamados los empresarios. Aquel día Motta señaló que “el mundo siempre ha enfrentado cambios, pero no me deja de sorprender la velocidad con la que se suscitan hoy. El sector empresarial no debe esperar los cambios, los tenemos que liderar”.

Núria Vilanova

La guerra contra el COVID-19 ha puesto a prueba al mundo empresarial. Y yo diría que la prueba ha sido superada. El primer reto era que el mundo siguiera funcionando, y ha sido impresionante cómo bancos, compañías telefónicas, eléctricas y una larga lista de compañías de diversos sectores consiguieron trasladar a sus empleados al hogar y articular la actividad desde el teletrabajo para que todo haya seguido funcionando. El segundo reto consistía en ayudar a superar los primeros estadios de la crisis sanitaria y su impacto y creo que se puede afirmar que esta prueba ha sido también superada. Ha sido y está siendo emocionante e impresionante cómo el mundo empresarial se ha volcado, primero apoyando campañas informativas como el #yomequedoencasa y ofreciendo consejos de higiene, pero también con donaciones y creando iniciativas para conseguir respiradores, material sanitario y organizando cadenas de soporte o de producción…

Quiero comenzar por el final, yendo a la conclusión. América Latina puede ser de nuevo una oportunidad para nuestro país tras el inmenso temblor con el que la pandemia de COVID-19 está sacudiendo al mundo.