
Quiero comenzar por el final, yendo a la conclusión. América Latina puede ser de nuevo una oportunidad para nuestro país tras el inmenso temblor con el que la pandemia de COVID-19 está sacudiendo al mundo.
España y sus empresas aprendieron a ser internacionales en América Latina. Allí asimilaron también que lo importante no era un país, sino la región en conjunto. Y, en paralelo, muchas empresas familiares de la región se convirtieron en multilatinas y años atrás empezaron a invertir en nuestro país, abriendo la era de las empresas 'multi-iberoamericanas'. Rebeca Grynspan, secretaria general iberoamericana, suele afirmar repetidamente que "cuando me preguntan si Iberoamérica existe, yo respondo: pregúntenselo a las empresas".
Hay algo de heroicidad en como los empresarios están afrontando esta crisis
Un amigo me decía hace poco que no es momento de ponerse grandilocuentes en el mundo empresarial. Qué no se trata de ser héroes, sino de hacer lo que hay que hacer. Pero yo sí creo que hay algo de heroicidad en la lucha y en la generosidad con la que los empresarios están afrontando esta crisis. Desde el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), hemos visto cómo cada empresario busca ayudar al país y a los más desfavorecidos. Hemos empezado a recoger iniciativas de compromiso social y la respuesta ha sido abrumadora. Y ello mientras a la vez los empresarios trabajan más que nunca para proteger a sus compañías y a sus equipos. Han tenido que hacer frente a la presión y a una "nube gris": el sentimiento de que cuanto más grande es la empresa, en cuantos más países se tiene presencia, más problemas.
Hoy quiero compartir la tesis de Germán Ríos, durante muchos años economista en CAF, hoy profesor del IE y senior partner de ATREVIA. América Latina presenta debilidades ante esta crisis, sistemas sanitarios débiles, Estados con escasos recursos, un amplio grupo de la población en situación desfavorecida… Pero América Latina también tiene puntos fuertes para hacer frente a este golpe.
Si la recuperación es rápida se abrirán nuevas opciones de inversión en la región
El fenómeno de la pandemia del coronavirus ha producido un choque negativo de oferta que se ha transmitido a través de restricciones a la demanda (para controlar su diseminación) y de cortes en las cadenas de suministros, agudizando el impacto sobre la propia oferta. Es claro que esto producirá una recesión global, especialmente aguda en Europa y en EEUU. América Latina, no escapa a esta realidad, pero tiene una serie de ventajas que podrían causar que la recuperación económica sea más veloz que en otras partes del mundo. Como pasó en la crisis financiera global iniciada en 2008, cuando Latam sufrió una caída del PIB del 2%, pero la región logró recuperarse, crecer al 6% en 2010 y convertirse en locomotora mundial.
Contar con una población relativamente joven, estar menos conectada internacionalmente que Europa y EEUU; haber tomado medidas de contención relativamente rápidas y estrictas; haber aprendido cómo manejar choques económicos externos a lo largo de las últimas décadas; haber adoptado medidas para proteger a familias y pymes utilizando los programas sociales ya existentes, junto a la recuperación de China, que impulsará la demanda de materias primas y sus precios, hacen prever una recuperación económica relativamente más acelerada en Latinoamérica que en EEUU y Europa. Esto podría ser positivo para las "multi-iberoamericanas" y las empresas transnacionales, especialmente españolas, que ya operan en la región. Dependiendo de la velocidad de la recuperación, podrían abrirse nuevas oportunidades de expansión y de inversión en América Latina y para el retorno de capitales financieros.
Latinoamérica tuvo un desempeño económico mediocre en 2019, con un crecimiento del PIB de apenas 0,1%, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Antes de la irrupción de la pandemia, la expansión proyectada para la región en 2020 era de un magro 1,3%, impulsada principalmente por la recuperación de las dos mayores economías del continente, Brasil y México. A pesar de que es extremadamente complicado estimar el impacto del coronavirus sobre el crecimiento, diversos analistas sostienen que podría estar en el orden de una recesión de entre -2,5% y -5,2% en 2020.
Los principales canales de transmisión de la crisis del COVID-19 a América Latina son la reducción de las exportaciones (tanto por la caída de los precios de las materias primas como de la demanda, tras el bajón de actividad de sus grandes socios comerciales); la interrupción de las cadenas globales de valor; las salidas de capitales buscando activos seguros (especialmente hacia EEUU), que ha ocasionado devaluaciones de monedas y problemas de financiación; el colapso del turismo, que afecta principalmente a Centroamérica, El Caribe y México; la disminución de las remesas de emigrantes por la crisis global y el colapso en la oferta y demanda de servicios debido a las restricciones impuestas para controlar a la pandemia.
Pese a que América Latina no tiene la misma preparación sanitaria que la de los países desarrollados, tiene algunas ventajas en la lucha contra la pandemia. En primer lugar, la estructura de edad de la población es mucho más joven que en la Unión Europea y EEUU. Mientras que en Latinoamérica la media de edad es de 31 años, en la UE es de 43 y en EEUU, de 38. Y, en algunos países, el COVID-19 ha supuesto un refuerzo de la estabilidad política, tal es el caso de Chile, donde la población está reconociendo al presidente, Piñera su capacidad de gestión. En segundo lugar, la región está menos conectada internacionalmente con respecto a los países industrializados, y puede aprender de las buenas y malas prácticas en la lucha contra la pandemia, puesto que ésta ha llegado más tarde allí.
Otro aspecto positivo es la velocidad con la que la mayoría de los gobiernos de América Latina han actuado con respecto a las medidas de confinamiento, aprendiendo de la experiencia de otros países. Por ejemplo, Chile y Brasil decretaron el cierre de escuelas a los 12 y 21 días, respectivamente, una vez que el primer caso fue confirmado. En España e Italia, esta medida se tomó 41 y 33 días después del primer caso detectado. De igual forma, la mayoría de los países de la región cerraron sus fronteras, declararon el estado de emergencia, suspendieron eventos multitudinarios, pusieron en cuarentena regiones altamente afectadas, impusieron toques de queda y cerraron cines, bares, restaurantes y eventos deportivos más rápidamente que EEUU y parte de Europa.
Desde el punto de vista económico, Latinoamérica es una región acostumbrada a lidiar con choques externos negativos, y aunque el coronavirus no llega en el mejor momento, la región tiene algunas ventajas para mitigar el impacto del shock. Las más relevantes son que la mayoría de los países cuentan con tipos de cambio flexibles que les ayudan a absorber el impacto de la salida de capitales, baja inflación, lo que permite llevar a cabo política monetaria expansiva, altos niveles de reservas internacionales que pueden usarse durante la emergencia y, en algunos casos, algo de espacio fiscal para llevar a cabo política contra-cíclica. También se barrunta en el horizonte que América Latina podría beneficiarse de una reorganización por las multinacionales de las cadenas de suministro que hasta ahora tienen muy concentradas en China y otras zonas de Asia: parte de ellas podrían migrar a la región.
Respecto a las políticas económicas para mitigar los efectos de la crisis en personas y empresas (especialmente pymes), se han implementado rápidamente y dentro de las posibilidades de cada país. Cabe destacar el esfuerzo en planes de emergencia inmediata y de futura reactivación económica de Perú y Chile, pero también Colombia, Argentina y México han obrado con cierta premura en la adopción de programas. Estas políticas incluyen transferencias directas a los colectivos más afectados, facilidades de pagos de servicios públicos, alquileres y de compromisos financieros a familias y empresas, y postergación y/o reducción de obligaciones tributarias.
A pesar de contar con poco espacio fiscal, la mayoría de los gobiernos están actuando de manera decidida para mitigar los efectos negativos de la reducción de las actividades económicas para detener la expansión del coronavirus. Es importante destacar que Latinoamérica ha sido innovadora en el diseño y la implementación de programas sociales, especialmente del tipo de transferencias condicionadas, lo que hace más fácil implementar medidas adicionales, aunque los altos niveles de informalidad son un enorme reto. De hecho, 130 millones de trabajadores tienen empleos informales, el 53% de la población ocupada, y necesitan una pronta recuperación.
Finalmente, hay buenas noticias desde el principal socio comercial de la región: China, vital para el pulmón exportador de Sudamérica. Ese país comienza gradualmente a volver a la normalidad y algunos indicadores exhiben los primeros indicios de recuperación. Por ejemplo, la actividad en manufactura y consumo ha comenzado a repuntar, aunque los servicios lo hacen más lentamente. Una ventaja de América Latina es ser la despensa del mundo, y China es uno de sus grandes mercados de alimentos, por lo que le favorecerá la pronta recuperación de ese país.
Varios analistas esperan que China implemente varias medidas para acelerar la recuperación, como una mayor expansión monetaria e incremento en la inversión en infraestructura. Esto es positivo para América Latina, porque implica un incremento en la demanda de materias primas y de sus precios, lo que beneficiaría principalmente a los exportadores de alimentos y minerales del Cono Sur, mitigando así el impacto del COVID-19. En el caso de México, Centroamérica y el Caribe, donde la dependencia de EEUU es mayor, la recuperación podría ser más lenta.