Artículo de opinión Luis de Guindos
Pocas veces 15 años han dado para tanto. Cuando El Economista vino al mundo, en febrero de 2006, España vivía el momento más álgido del boom económico de comienzos de siglo. Pronto la crisis financiera que comenzó en Estados Unidos puso a prueba los cimientos de aquel modelo económico. Y estos, no hace falta que yo se lo recuerde, no eran los más sólidos. Cuando se atisbaba una recuperación incipiente la crisis de deuda soberana en la eurozona zarandeó nuestras instituciones y nos exigió nuevos esfuerzos para ganar un futuro mejor.