Tras dos años en los que la inteligencia artificial ha sido protagonista en todos los titulares, incluso más allá del ámbito tecnológico, parecería que nada nos podría sorprender ya. Sin embargo, seguimos observando cómo los medios y las redes sociales se inundan de publicaciones cada vez que surge un nuevo avance en estos grandes modelos, ya sea por su capacidad para redactar, por la mejora en la generación de imágenes y vídeos o por su forma de facilitar la escritura de código o probar software desarrollado. No obstante, en muchas ocasiones, la verdadera innovación pasa desapercibida y no ocupa las portadas; aquella que aborda problemas muy específicos, en contextos dónde la precisión no puede ser opcional y con datos propios.