Juan José Lucas
En octubre de 1962, en plena crisis de los misiles, el presidente Kennedy decidió comparecer ante el pueblo estadounidense para anunciarle su estrategia de respuesta. Sabía que, así, perdería el factor sorpresa, pero sostenía que si sus conciudadanos iban a morir, al menos debían saber por qué lo hacían. Ted Sorensen, su consejero técnico, recibió el encargo de escribir dos discursos: uno para anunciar el bloqueo de Cuba; el otro para declarar la guerra. Finalmente, Kennedy optó por la primera solución. Ken O?Donnell, jefe de Gabinete del presidente, felicitó a Sorensen por su histórico discurso, pero le pidió el otro: "No lo escribí" respondió, "no se puede escribir lo impensable".