Director General de SS&C Blue Prism en España y Portugal

Según la consultora Gartner, la tecnología de automatización podría añadir unos 1.800 millones de euros (aprox. 2.000 millones de dólares) a la cuenta anual de resultados del sector bancario mundial, ya que favorecería el incremento de la facturación, la reducción de los costes y la materialización de oportunidades1. Sin embargo, el potencial de la automatización sigue sin aprovecharse, principalmente debido a los retos que entraña su integración. Entre estos retos están la ausencia de una estrategia de implementación clara, un apoyo insuficiente por parte de la dirección y un uso muy limitado de la automatización dentro de los diferentes departamentos.

Durante los pasados meses, tanto las compañías como la administración han tenido que enfrentarse a una serie de desafíos como consecuencia de la crisis del coronavirus: desde reducciones del personal o plantillas completas trabajando desde casa, hasta caídas en la demanda de ciertos productos o servicios y aumentos exponenciales en la demanda de otros. Esta situación implica la necesidad de adaptarse rápidamente a la nueva realidad, impulsando la productividad y reduciendo costes para poder seguir siendo competitivos y subsistir. Ante este panorama ha quedado patente que la tecnología es un gran aliado. Si muchas empresas han podido seguir manteniendo su actividad, y por tanto sus ingresos, ha sido gracias a haberse preparado adoptando tecnología. En esta línea, según la encuesta Global Capital Confidence Barometer de EY, realizada en 46 países entre los meses de febrero y marzo de este año, el 36% de los encuestados aumentaron la inversión en automatización. El mismo informe indica que cerca del 70% de los encuestados está avanzando o revaluando su transformación tecnológica para mitigar los efectos de la pandemia. Estos datos avalan la consideración de que la innovación y la automatización son dos de los factores que mejoran la competitividad empresarial.

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