20/05/2022, 12:31
Fri, 20 May 2022 12:31:50 +0200
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En algún punto de la Ruta 66, junto a una de esas viejas cafeterías que preludian el polvoriento Mojave, hay un cartel que reza: "No hay religión más elevada que el servicio a las personas. Trabajar por el bien común es el credo más importante". Es fácil fantasear con la idea de que ese cartel fue ingeniado en los tiempos de Steinbeck, hace décadas, cuando aquella carretera vertebraba tanto tráfico y tantos sueños. Quizá lo elaboró alguien con vocación de servicio a los viajeros, que llegaban cansados, hambrientos y sedientos tras largas horas al volante. Quizá ese alguien disfrutaba viéndolos perderse en un plato repleto de comida, con un café servido en una taza sin fondo y el consabido vaso de agua al lado. Acaso esa persona les entretenía con algo de conversación, con el último acontecido que hubiera ocurrido entre Amarillo y Albuquerque o, tal vez, con algún chiste, repetido a miles de viajeros, pero siempre interpretado con la frescura de la primera vez.