Periodista y escritor. Entre apocalípticos e integrados, lo mío es abordar el presente y el futuro del empleo con acento crítico y sin 'hype'.

La irrupción de la inteligencia artificial generativa ha marcado un antes y un después en las quinielas sobre el impacto de una revolución digital que promete alcanzar a muchos millones de puestos de trabajo. El Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) no ha sido una excepción en estos pronósticos y en su informe de tendencias del empleo para 2025 recoge una lista de doce ocupaciones "en declive" amenazadas por las nuevas tecnologías y los cambios que traen a los procesos productivos. Su pronóstico eleva al 10% el porcentaje del empleo "que se automatizará y desaparecerá".

España cerró el año 2024 con 940.000 menores de 30 años que ni estudian ni trabajan, la menor cifra para un cuarto trimestre de la serie histórica. La tasa de 'ninis' queda así reducidos a un 11,8% de los jóvenes, frente al 12,6% de un año antes. Eso sí, la tasa supera la media de la zona euro y mantiene una importante brecha con el grupo que lidera Países Bajos, que registra apenas un 5%, según los datos avanzados por Eurostat, que además revela una clara desaceleración en la mejora tras la pandemia. Las dos claves que lastran la evolución son el elevado desempleo juvenil y el abandono escolar, categorías en las que nuestro país sigue siendo el campeón europeo.

La reforma laboral ha tenido un efecto paradójico en los contratos temporales. Por un lado, ha reducido su número y su peso en el mercado laboral a mínimos históricos. Por otro, ha aflorado la verdadera precariedad asociada a estos empleos: el 37,3% de los registrados en lo que va de año se firmaron por apenas siete días, once puntos porcentuales más que antes de la reforma. Desde su entrada en vigor se han convertido en la opción más frecuente para los empleados eventuales, sin que las medidas puestas en marcha para disuadir del abuso de la temporalidad hayan tenido efecto.

El pasado año 2024, 6,78 millones de trabajadores firmaron 15,42 millones de contratos, lo que se traduce en una rotación media de 2,27 contratos por persona, según las estimaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Esta ratio queda muy por debajo del 2,72 anotado en 2021, antes de la reforma laboral, y se sitúa en los niveles previos a la Gran Recesión. Pero las cifras del pasado año lanzan una clara señal de estancamiento en la tendencia de mejora que apunta a que el impacto de la norma en la volatilidad contractual ya no da para más.

El contrato fijo discontinuo se ha convertido en la modalidad 'estrella' de la reforma laboral. No tanto por su peso en la creación de nuevos empleos –suponen el 14,32% del total de contratos firmados en 2024– sino por su volatilidad, que deriva del hecho de que, aunque sus trabajadores se consideran indefinidos, encadenan periodos de actividad con otros de inactividad, a la espera de que su empresa vuelva a llamarles. Algo que, según revela un informe del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE, ocurre tres veces de media al año. Y en periodos mucho más cortos que antes del cambio legal

En los dos primeros meses del año 2025 se registraron 164.778 bajas de afiliación por despido y otras 136.423 por no superar el periodo de prueba, lo que arroja una media de 7.346 extinciones de empleo debidas a estas causas por cada día laborable. Una cifra que se reduce un leve 0,5% respecto a hace un año pero que aún supera en un 57,6% la registrada en el mismo periodo de 2019. Para los trabajadores con contrato indefinido, que suman 6.160 casos diarios, el ritmo se ha acelerado un 171%.

Cuando en los últimos días de 2021 se aprobó la reforma laboral, no fueron pocas las voces que advirtieron de que sus efectos serían más intensos en las estadísticas que en la realidad de los empleos. Este entonces, el análisis se ha centrado en la diferencia entre "temporalidad contractual" y "temporalidad empírica". Es decir, si el desplome de la contratación eventual se traslada a una mejora de la calidad real de los empleos. Algo que los datos cuestionan: en marzo se produjeron 1,86 millones de altas y 1,7 millones de bajas de afiliación a la Seguridad Social, cifras que superan en un 11,4% y un 19,6% respectivamente las registradas de hace un año y se sitúan en niveles de máximos históricos para un mes de marzo.

"¿Cuántas personas son 'borradas' de las estadísticas de desempleo?" Esta pregunta es un clásico en el debate sobre el mercado laboral que ha arreciado en los últimos años por el impulso a los fijos discontinuos dado por la reforma laboral. La respuesta no parece difícil: según los datos del propio Ministerio de Trabajo, unos 1,72 millones de demandantes de empleo al mes quedan excluida de la lista del paro registrado, un 7% más que en 2023. Pero ¿se puede concluir que son todos desempleados 'ocultos'? Lo cierto es que la cifra efectiva de demandantes que se dieron de alta en las oficinas de empleo por no estar trabajando es inferior y se sitúa en los 1,2 millones. Aun así, marca un máximo histórico y supera en un 35,7% los niveles previos a la pandemia.

El año 2024 cerró con 8,73 millones de altas de demandantes de empleo en los servicios públicos. Aunque no todos entraron en la categoría de 'parado registrado', la totalidad tiene derecho a recibir ayuda en la búsqueda de nuevas oportunidades laborales, lo que incluye la presentación de ofertas de trabajo. Sin embargo, las empresas solo comunicaron 570.638 vacantes nuevas a lo largo de todo el año, aunque 159.084, seguían pendientes de cubrir al final del ejercicio.

La incertidumbre política y económica con la que ha arrancado el año 2025 no parece haber hecho mella alguna en las dimisiones en España. Tras cerrar el pasado año cerca de los tres millones, las bajas voluntarias de afiliación a la Seguridad Social alcanzaron en los dos primeros meses del año la cifra de 419.944 y apuntan a un nuevo máximo de la serie histórica que supera en un 6,1% la cifra anotada en el arranque del año anterior. Además, a diferencia del ejercicio precedente, el aumento no solo afecta a los indefinidos: también los trabajadores con contrato temporal vuelven a crecer tras dos años de retroceso.