Opinión
Vivimos un momento de transformación radical en el ámbito laboral. La irrupción de la inteligencia artificial está impactando en los modelos de negocio y en la productividad de las organizaciones, además, está obligando a redefinir de forma urgente el paradigma de la formación profesional. Ya no hablamos de formar una vez para toda la vida, sino de hacerlo de forma constante y personalizada, y sobre todo, con una lógica basada en datos y no en intuiciones. Según el Future of Jobs Report 2023 del Foro Económico Mundial, el 44?% de las habilidades de los trabajadores se verán alteradas en los próximos cinco años, y casi seis de cada diez empleados necesitarán actualizar sus competencias. Esta velocidad de cambio pone a prueba la capacidad de adaptación de empresas y profesionales, y convierte la formación continua en un imperativo estructural. En este nuevo escenario, las compañías deben hacerse preguntas fundamentales: ¿cómo saber qué necesita aprender realmente cada persona?, ¿qué competencias son prioritarias según los retos que afronta cada equipo?, dónde están los vacíos que impiden avanzar al ritmo que el negocio exige?