A May le ha costado un mundo obtener una condena únanime al caso del ex espía ruso

Brexit

Después del acuerdo alcanzado la semana pasada para el periodo de transición que terminará con la salida a todos los efectos de Reino Unido de la Unión Europea, por el país empieza a correr como la pólvora la pregunta de si de verdad merecía y merecerán la pena los casi cinco años que terminará durando el proceso. Y eso sin contar los que tardará el país en acoplarse a la nueva situación.

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empresas

El laxo puño de Facebook a la hora de supervisar cómo los creadores de aplicaciones y otros agentes vinculados a la red social gestionan los datos personales de sus más de 2.000 millones de usuarios en todo el mundo se han convertido en una pesadilla para Mark Zuckerberg. Una tormenta en la que el cofundador de la firma, además de consejero delegado, y la directora de operaciones de la compañías, Sheryl Sandberg, se convirtieron en los principales ausentes tras el escándalo con Cambridge Analytica.

Negociación

La City londinense no recibirá un tratamiento especial una vez finalizado el periodo de transición, según un documento al que ha tenido acceso The Times. Una pretensión que el Reino Unido iba a plantear durante la tercera fase de la negociación que debe abordar la relación futura posterior al periodo de transición que prácticamente ha sido definido a principios de esta semana.

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economía

El gobierno gibraltareño ha amenazado con retirar los derechos a los ciudadanos europeos si el Ejecutivo español decide ejercer su derecho de veto para excluir al territorio de cualquier eventual acuerdo post Brexit. Y es que según se acordó en las normas establecidas para las negociaciones de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, a España le fue reconocida una última palabra en todas las cuestiones que afecten al Peñón.

Crisis diplomática

Dentro del partido conservador británico hay alguien que no debe estar muy contento con la vorágine diplomática que se ha desatado a raíz del envenenamiento de Sergéi Skripal y su hija Yúlia en Salisbury. Mientras Theresa May y Boris Johnson compiten por ver quién se atreve a apuntar más alto a la hora de repartir responsabilidades en el Kremlin, esa persona, ese ente abstracto que lleva las cuentas y se tira los días haciendo números, resopla. Y lo hace porque sabe que buena parte de los ingresos de los tories durante la última década han provenido de manos rusas.