Crece cierto optimismo de que el débil crecimiento de la UE pueda acabar gracias al poder económico de la guerra. Trump está presionando a los países de la OTAN a que eleven su gasto militar por encima del objetivo de la alianza (hasta el 5% del PIB). Mientras esto ocurre, la guerra de Ucrania y las conversaciones de paz, que pueden favorecer a Putin, están llevando a la región a rearmarse más que nunca ante la amenaza que viene del este. La misma Comisión Europea ha afirmado que está estudiando un mecanismo de deuda común y congelar las reglas fiscales para favorecer este proceso. De la mano del mismo ya hay quien piensa que el PIB de la región puede verse favorecido por un gran gasto hacia la industria militar con más pedidos, puestos de trabajo y actividad. Sin embargo, crece el temor de que todo este tsunami de inversión genere un impulso muy limitado.