Socio de SedeenChina
Adrián Díaz

Recuerdo cuando de pequeño se hablaba de trabajar desde casa. Parecía un sueño inalcanzable. Hablábamos de ello de la misma manera que lo hacíamos sobre coches voladores. Pero como la realidad siempre acaba superando a la ficción, el mismo día que empezó a tener sentido trabajar desde casa, dejó de tenerlo. Porque si podíamos trabajar desde casa, podíamos hacerlo también desde cualquier lugar del planeta. ¿Para qué quedarnos en casa entonces?

Adrián Díaz

Existe un sector de la población que ha vivido la crisis desde una perspectiva perversa. La generación mejor preparada de la historia no ha tenido ocasión de demostrarlo debido al elevado paro juvenil, más de un 40%, durante 10 años. Hablamos de una generación perdida que no ha trabajado durante la edad formativa de todo ser humano. Una generación a priori irrecuperable.

Adrián Díaz

Desde el fin de la guerra fría EEUU no ha tenido rival a nivel militar. El inevitable ascenso de China posicionada como alternativa al poderío económico americano, no ha sido logrado a base de intervenciones armadas, guerras estratégicas o tecnología militar. China ha prosperado con relativa discreción en el plano económico e, incomprensiblemente, sus números no empezaron a inquietar hasta la última década; más por demérito propio de occidente (crisis económica mundial) que por méritos chinos, que seguían avanzando con una hoja de ruta clara y congruente.

Adrián Díaz

Una guerra comercial, como cualquier guerra, puede parecer conveniente llevarla a cabo tomando diferentes perspectivas: cuando tus probabilidades de ganar son mayores que tus probabilidades de perder; cuando el botín de la victoria pueda parecer mayor a los costes de la disputa; y/o en una guerra de desgaste, cuando, sin haber unos beneficios claros en la victoria, el enfrentamiento se pueda soportar de una forma sostenible o, al menos, de forma más sostenible que tu adversario, prolongándolo hasta que uno de los dos (preferiblemente el otro) caiga.

Adrián Díaz

En los últimos tiempos, la agitación de los mercados y el desequilibrio de la economía en China han reducido la confianza en el liderazgo del gigante asiático. El estancamiento del consumo interno, las burbujas y la inestabilidad bursátil han tratado de tambalear los cimientos de la economía emergente más importante y, tal y como se han precipitado los acontecimientos, si el país asiático estornuda, el resto del mundo parece que se resfría.

Últimos artículos de Opinión