
El efecto transformador del Museo Guggenheim Bilbao en la economía y sociedad vasca es innegable hoy casi tres décadas después de su inauguración. Su director durante ese periodo, Juan Ignacio Vidarte, cederá su cargo el próximo año a una nueva generación que afrontará nuevos retos con el objetivo principal de mantener la relevancia mundial de la pinacoteca y su implicación en el territorio de Euskadi.
Vidarte, que ha vivido en primera persona la explosión de la actividad económica vasca gracias a este proyecto cultural, comparte con elEconomista.es los efectos de su desarrollo y analiza los desafíos de Euskadi para mantener la competitividad.
Tras liderar el denominado 'efecto Guggenheim' toca ceder el testigo. ¿Cree que se han cumplido las expectativas previstas?
El proyecto ha cumplido los objetivos por encima de las expectativas y en todos los ámbitos cultural, urbanístico, económico, social, etc. Se creó de la nada una institución cultural que sirviera como catalizador de un proceso de transformación de Bilbao y País Vasco, para que fuera proyector de una imagen en el exterior en un momento económico muy complicado. Se planteó atraer 500.000 habitantes al año y hemos superado los 1,3 millones y con ello todos los objetivos asociados como desarrollo económico y proyección se han amplificado. El impacto económico supera los 700 millones y de esos 100 millones son ingresos fiscales.
"El impacto económico de Guggenheim Bilbao supera los 700 millones, de ellos 100 millones son ingresos fiscales"
Muchas regiones han querido replicar este modelo.
El proyecto ha acuñado una marca no solo en España sino también en el mundo y su efecto se ha replicado, pero sin éxito porque no se ha entendido. No es un proyecto aislado, ya que forma parte de un conjunto de actuaciones de transformación sin las que no se entendería, como el saneamiento integral de la ría de Bilbao. Es un proyecto más complejo de lo que puede visualizarse y por ello, aunque ha sido emulado el resultado no ha sido parecido. Se ha quedado en un museo, en el mejor de los casos.
¿Qué objetivos tiene el museo?
El principal es mantener la relevancia como institución cultural en un entorno competitivo y cambiante, y seguir siendo un elemento de transformación en la sociedad. A ello se une el reto de ser una entidad cada vez más sostenible, con el objetivo de ser un museo con un impacto respecto a su huella de CO2 neutral para el año 2030. Somos el primer museo del mundo que mide el impacto de su actividad directa e indirecta. También hay que mantener el modelo de funcionamiento, un modelo que nos permite el equilibrio en cuanto a las fuentes de ingresos. Aproximadamente una tercera parte de nuestros recursos proviene de las aportaciones públicas y dos tercios de la actividad del museo y de aportaciones de la sociedad civil.
También está la ampliación en Urdaibai. ¿Qué sucederá si no prospera?
Para mi supondrá una oportunidad perdida. Este proyecto surge hace 15 años y anticipó claves que hoy se han demostrado que son verdaderas. Es un pena que no esté ya en funcionamiento porque cada vez es más visible que hay una relación fructífera entre artistas y medioambiente. Es una ampliación necesaria para que el museo siga siendo relevante y ofrecer una experiencia complementaria a la de Bilbao.
"Mi sucesor desarrollará un proyecto de largo plazo que será el segundo capítulo en la vida del museo"
¿Cómo va la selección de su sucesor? ¿Qué requiere el puesto?
La selección empezó en junio y la idea es la incorporación el próximo año. Como en todos los procesos se pide el máximo y además valores como la integridad, empatía, liderazgo, determinación, compromiso y, sobre todo, desarrollar un proyecto de largo plazo para afrontar un segundo capítulo en la vida del museo. También es importante que se entienda el papel que la pinacoteca juega en el territorio y su relación con las instituciones.
Guggenheim Bilbao ha impulsado el crecimiento económico, pero se constata la pérdida de peso del PIB respecto al resto de España. ¿A qué cree que es debido?
La visión del presente tiene luces y sombras, pero es positiva. Se constata la pérdida de competitividad como territorio y hay que ver que se puede hacer para revertirlo.

¿Cómo ve el futuro social y económico vasco?
Me preocupa la actitud frente al trabajo y la pérdida de valores como el esfuerzo y la responsabilidad; me preocupan los altos indicadores de absentismo y huelgas y que la aspiración mayoritaria de los jóvenes vascos sea ser funcionarios. Hay que volver a poner el foco en la importancia de generar riqueza, en el emprendimiento y en la productividad, aunque sea para mantener lo que tenemos. En general, prima la exigencia de derechos sobre la asunción de responsabilidades a nivel personal y colectivo. La valoración del esfuerzo queda a veces en segundo plano frente a la protección del igualitarismo.
¿Qué otras debilidades aprecia?
Hemos perdido posición relativa y atractivo, porque otros sitios han mejorado mucho y nosotros no. Fallamos en comunicaciones de transporte, tanto dentro del territorio como cara al exterior, nos faltan proyectos internacionales con una gran empresa que se asiente aquí y una universidad de élite que genere atracción y retención de talento e inversión.
"La fiscalidad es un factor de competitividad que debe utilizarse lo mejor posible"
¿A qué retos se enfrenta Euskadi?
Afrontamos dos grandes retos, el demográfico y el de la transición energética. Para este reto es importante definir un modelo propio, si queremos ser lo más autosuficientes posibles y poder mantener un modelo económico donde la industria tenga un peso fuerte.
La fiscalidad fue importante en el proyecto del museo. ¿Cree que se utiliza para atraer inversión?
El aspecto fiscal fue importante, pero no tanto desde el punto de vista impositivo. Si no hubiese habido un sistema de autogobierno soportado con una herramienta como el Concierto Económico, las instituciones no habrían tenido la capacidad para afrontar este tipo de decisiones. En términos generales, el sistema fiscal además de generar riqueza, creo que debe utilizarse como factor de competitividad.
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