
Verano. Sales a las 9 de la mañana con todo tu plan preparado para cruzar media España y disfrutar de unas buenas vacaciones. Pero llegado a un punto kilométrico, te encuentras un atasco con retenciones de media hora. Sin poderlo evitar, tu viaje ya se empieza a torcer para desesperación por el calor, el hambre y ver que ningún coche se mueve. Cuando sales del atasco, no había nada lógico que explicase la agrupación de los coches. ¿Por qué se ha formado?
Los atascos son uno de los fenómenos más habituales ante grandes movilidades de coches. Pese a las campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) para concienciar de la buena conducción, estas retenciones se dan irremediablemente haya o no un suceso grave en carretera.
Y es que ante accidentes, controles de la policía u obras a lo largo de un tramo, las retenciones son de lo más normal pues se corta parte de la carretera y se disminuye la velocidad. Sin embargo, hay hechos que casi ningún conductor puede evitar y que son las principales causas de que se formen grandes retenciones.
Los carriles de una autovía están preparados para albergar alrededor de 2.000 vehículos por cada hora
Las distracciones, maniobras bruscas o cambios de carriles mal ejecutados son una constante de las carreteras y se dan más cuántos más vehículos haya en la autovía o autopista de turno. La mayoría con capacidad para albergar unos 2.000 vehículos por hora en cada carril, cuando este número se acerca a 1.700 empiezan a crearse los problemas.
De esta forma, la disminución brusca de velocidad que afecta directamente a todos los coches que circulan detrás (y que se ven obligados a reducir su marcha cuando iban a una velocidad muy alta) es la gran causa por la que se forma un atasco. Así, mientras el conductor que ha frenado tarda un segundo en reanudar su marcha, cada vehículo siguiente tarda otro segundo más, mínimo (pues puede haber más distracciones o que se tarde más en reaccionar), en volver a una velocidad superior.
El último vehículo del atasco tarda media hora respecto al que arrancó el primero
Conocido como 'efecto acordeón', en un carril de 2.000 vehículos a lo largo de 16 kilómetros, el último coche de todos tardará en arrancar media hora con respecto a cuando lo hizo el primero. Es por esto por lo que una vez vuelve a ponerse a una velocidad normal en autovía, no encuentra ningún sentido o fenómeno para que haya estado hasta 30 minutos sin apenas avanzar (pues a todos los coches de delante les habrá pasado lo mismo y el culpable será aquel que realizó un mal movimiento hace media hora y solo tardó 1 segundo en recuperarse).
Además, en ciudades las retenciones se explican por fenómenos más lógicos como la menor capacidad de los carriles para albergar vehículos, paradas de autobuses o taxis, obras, semáforos, pasos de peatones o intersecciones que provocan la duda de quién debe pasar primero.
¿Se puede evitar un atasco?
Así como una retención es muy fácil y rápido que se forme, pues todos los turismos llegan al punto afectado a una velocidad mucho mayor que a los que ya están casi parados, la deformación de esta es muy lenta y depende de que cada vez lleguen menos vehículos. Sin embargo, hay una serie de pautas que evitan que se cree un atasco si se siguen al dedillo.
- Circular a la velocidad indicada. En autovías, por ejemplo, nunca a más de 120 kilómetros por hora y así evitar que ante una maniobra brusca no se reduzca tanto la velocidad.
- Hacerlo siempre por el carril derecho. Usando solo el izquierdo para adelantar.
- Dejar una distancia adecuada con los vehículos de delante y detrás. De esta forma, no habrá frenadas bruscas.
- No distraerse. Cualquier movimiento para observar el paisaje, un hecho de la carretera o interactuar con los pasajeros perdiendo la vista del frente, provoca la reducción de velocidad o una mala maniobra.
- Señalizar todos los cambios de carril. Los intermitentes están para advertir a los demás usuarios de la vía de un movimiento y así evitar que estos tengan que actuar rápido y sin previo aviso.