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La guerra de las salchichas: Londres y Bruselas se enzarzan en la enésima batalla por el acuerdo del Brexit

  • El conflicto se debe a una cláusula del acuerdo que firmó Johnson
  • La UE pide buena fe y EEUU exige a Johnson "tomar decisiones impopulares"
Boris Johnson, negociador y firmante de la cláusula que ahora rechaza su Gobierno. Foto: Reuters.

Aunque los problemas creados por el Brexit llevan meses sin tomar los focos de la atención pública, eso no significa que todos los efectos derivados de la marcha del Reino Unido de la UE se hayan terminado. Y esta semana, con una nueva fecha límite a la vuelta de la esquina, una nueva batalla política entre Londres y Bruselas sacude a Irlanda del Norte. La prensa británica la ha bautizado como la "Guerra de las salchichas", y hasta el presidente de EEUU, Joe Biden, ha lanzado advertencias al primer ministro británico, Boris Johnson, sobre el tema.

La nueva crisis está provocada por el polémico capítulo del acuerdo del Brexit sobre Irlanda del Norte, el llamado "protocolo". Este texto costó años en escribirlo y estuvo a punto de hundir las negociaciones varias veces, ya que implica poner a la provincia británica bajo las leyes europeas en asuntos de comercio: Irlanda del Norte tiene que cumplir las leyes del Mercado Común europeo para que sus productos se puedan vender en el resto de los Veintisiete sin tener que ser sometidos a una inspección aduanera previa en la frontera entre las dos Irlandas, un territorio ensangrentado desde la partición de la isla hace un siglo, y cuya resurrección podría reavivar la guerra civil entre la banda terrorista IRA y los paramilitares unionistas que dejó miles de muertos en las islas durante el siglo XX.

Seis meses para decidir qué hacer con la carne

Una de las cláusulas firmadas por Johnson en las Navidades pasadas prohíbe la venta de alimentos cárnicos refrigerados británicos en territorio irlandés, con un periodo de gracia de seis meses que caducará este próximo día 30. La idea es que en estos meses, o bien Reino Unido y la UE negociarían un acuerdo estable para unificar los criterios aplicados en ambas partes para este tipo de alimentos, lo que haría innecesaria la prohibición, o bien las carnicerías norirlandesas tendrían tiempo para buscar otros proveedores en la UE.

La realidad ha sido bien distinta: muchas empresas han evitado buscar nuevos proveedores, ante las promesas del Gobierno de Johnson de que nada cambiaría, mientras que Londres se ha negado a negociar con Bruselas un acuerdo permanente, insistiendo en que no cederán su soberanía para poner sus propias regulaciones sobre alimentos, aunque eso suponga restricciones a la exportación a la UE. Y el foco se ha puesto en uno de los perjudicados: el desayuno tradicional norirlandés. Si nada cambia, las salchichas británicas que se suelen tomar por la mañana en Belfast o en Derry pasarán a ser ilegales. Y los ciudadanos de la provincia tendrán que elegir entre comer salchichas irlandesas -una traición para los unionistas- o tomar tostadas con mantequilla con el té o el café matutinos, como si fueran continentales. Unas opciones que han despertado la furia entre los partidos conservadores y la prensa británica.

El diputado unionista Sammy Wilson dice que "Aparentemente, las salchichas británicas refrigeradas son una amenaza para el proceso de paz, según la UE, la Alianza [el partido liberal norirlandés], el Sinn Féin y el presidente de los EEUU. La farsa de protocolo debe ser eliminada."

Para los 'Tories' de Johnson y los unionistas norirlandeses, la solución es extender indefinidamente el periodo de gracia o, mejor aún, derogar el protocolo por completo. Muchos diputados y comentaristas del lado conservador insisten en que la firma y el voto a favor del acuerdo del Brexit fue un error y una capitulación a Bruselas, y que el acuerdo debería ser renegociado, si no directamente roto, como pide el principal partido unionista norirlandés, el DUP.

La visión desde fuera es muy diferente. El comisario europeo Maros Sefcovic, encargado de las negociaciones del Brexit, recuerda que Londres firmó el texto, y el Parlamento lo ratificó con el voto a favor de todos los diputados 'tories', conociendo perfectamente su contenido, que negociaron en persona Johnson y su entonces homólogo irlandés, Leo Varadkar, actualmente viceprimer ministro del país. Aun así, están dispuestos a negociar con Reino Unido usando los mecanismos creados en el propio acuerdo del Brexit, pero exigen "buena fe" por parte británica, después de varias amenazas de ignorar o anular unilateralmente partes del tratado firmado hace apenas un año.

Pero al asunto también se ha sumado Biden, en su primer viaje oficial a Europa por la cumbre del G-7. El mandatario estadounidense, de familia irlandesa, ha advertido a Johnson de que está "inflamando" las tensiones con Irlanda, según reveló este jueves The Times. El Gobierno de EEUU, según esta filtración, habría enviado a Londres un mensaje bien claro de que hay que terminar con este conflicto, y que Johnson tiene que aceptar una solución negociada con la UE, aunque eso suponga "compromisos impopulares", si quiere tener opciones de negociar un acuerdo comercial con el país norteamericano.

A esta crisis se ha sumado la que lleva viviendo el unionismo norirlandés desde el inicio del Brexit, y que ha culminado con la salida de los líderes de sus dos mayores partidos, entre ellos la hasta ahora primera ministra de la provincia, Arlene Foster. Las encuestas indican que los unionistas caerían en unas nuevas elecciones -la actual legislatura termina el próximo mes de mayo-, que los pro-irlandeses del Sinn Féin serían la mayor fuerza por primera vez en la historia (y, por ley, se llevarían la presidencia del nuevo Gobierno provincial) y que el DUP podría quedar incluso tercero, superado también por los liberales, que no tienen opinión sobre a qué país debería pertenecer Irlanda del Norte.

La caída del unionismo se debe, en parte, al rechazo al Brexit y al mero crecimiento demográfico: los protestantes son cada vez una proporción menor de la población, y muchos jóvenes que antes se declararían unionistas por tradición están ahora apoyando a partidos que no se mojan en el asunto, como los liberales o los verdes. Pero la sensación de abandono y traición que sienten por parte de Londres ha provocado noches de protestas y heridos en los últimos meses, con amenazas de algunas de las bandas paramilitares de romper el Acuerdo de paz de Viernes Santo que puso fin a la guerra civil. Una tensión que puede agravarse cada día que pase sin que los unionistas puedan comer salchichas inglesas para desayunar.

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