Al fin hubo fumata blanca. Este jueves, tras haber traspasado todas las fechas límite y con numerosas amenazas de ruptura a sus espaldas, la Unión Europea y el Reino Unido han firmado el acuerdo comercial que regirá las relaciones económicas entre ambos países desde el 1 de enero, sin aranceles ni cuotas para el comercio de bienes. Un fin al largo y arduo proceso del Brexit, que se hará realidad con las campanadas de la próxima semana tras casi cinco años agónicos.
La clave, según las filtraciones recogidas por la agencia Reuters, fueron las grandes concesiones británicas en el apartado de la pesca, el principal obstáculo que ha mantenido a los negociadores día y noche en las últimas semanas. Londres esperaba recortar las cuotas europeas en un 60% o 70% en tres años, pero finalmente ha aceptado un recorte más cercano al 30% y en un plazo de al menos 5 años. Los negociadores franceses, uno de los países que más había presionado en este tema, se mostraban muy satisfechos con lo logrado.
El Gobierno británico también celebró lo conseguido: "Este acuerdo incluye todo lo prometido en el referéndum de 2016. Hemos recuperado el control de nuestras fronteras, nuestras leyes, nuestro dinero y nuestras aguas. El Reino Unido saldrá de la atracción lunar de la UE y no habrá un papel para la Corte Europea de Justicia", dijeron en un comunicado. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, destacó el acuerdo como "equilibrado" y "una fuerte fundación para las relaciones futuras".
El texto cerrado esta tarde es un borrador definitivo, por lo que, técnicamente, aún queda una parte del proceso antes de que se convierta en algo firme. Por el momento, se espera que los embajadores de los Veintisiete se reúnan en los próximos días, para dar el visto bueno para aplicar de forma provisional el acuerdo mientras se tramita su ratificación. Un paso más que refuerce las medidas de emergencia ya previstas por la UE desde hace unas semanas.
El texto permitirá un comercio sin aranceles ni cuotas entre las dos partes, "el primer acuerdo firmado por la UE" que lo incluye, aunque habrá una vigilancia para asegurarse de que Reino Unido mantiene los estándares laborales, medioambientales e impositivos. Si intenta reducirlos, la UE podrá aprobar aranceles punitivos, aunque aún está por saber qué institución será la que dé el visto bueno para contraatacar si eso ocurre. Lo que si tendrán que hacer los comerciantes a ambos lados es realizar declaraciones de exportación y pasar las inspecciones sanitarias y de calidad exigidas. Eso sí: los servicios -la principal fuente de riqueza británica- perderán todos los derechos de comercio libre internacional que tenían hasta ahora.
Según han informado las partes, el texto será revisado en 2024, cuando toquen las próximas elecciones europeas y británicas. En ese momento, las dos partes podrán ampliarlo, renegociar cláusulas o, si creen que no está funcionando, romperlo. Si en ese momento se mantiene, ya se haría indefinido.
El proceso de ratificación empezará en los próximos días. Se prevé que el primer ministro británico, Boris Johnson, convoque sesiones parlamentarias para el 30 y el 31 de diciembre para firmar su parte a toda prisa mediante el rodillo de una mayoría aplastante, ya que cuenta con el apoyo de la oposición laborista, que cree que cualquier acuerdo es mejor que una salida caótica. El Parlamento Europeo se tomará su tiempo para traducir las más de 2.000 páginas del tratado a todos los idiomas oficiales y revisar todas las cláusulas con tiempo. No sería sorprendente si la Eurocámara se espera hasta febrero o incluso marzo para dar su visto bueno definitivo.