
Egoístas, caprichosos, poco sociables, con mal carácter o acostumbrados a salirse siempre con la suya son algunas de las características asociadas popularmente a las personas que nunca han tenido hermanos. Si bien, numerosos estudios centrados en esto advierten que se trata de rasgos que no tienen por qué estar vinculados a unas personas en concreto, sino que pueden observarse en otras muy diferentes.
Sin evidencia científica
Según recoge la BBC, la evidencia científica hasta ahora no apoya la idea de que los hijos únicos tienen menos habilidades sociales, de hecho, confirma que en realidad esto se debe a múltiples factores como la situación económica de la familia o "los recursos emocionales de esta", entre otros muchos.
En cualquier caso, los psicólogos explican que han de hacer frente en la mayoría de casos a tres factores concretos: la soledad, la relación entre dependencia e independencia o concentrar toda la atención de los padres, lo que podría modificar su personalidad. Por otra parte, cabe destacar que otros estudios han demostrado también que la posición que representas entre varios hermanos (pequeño, mediano o mayor) también influye en tu forma de ser.
"Efector protector"
La psicóloga estadounidense Adriean Mancillas tener hermanos (sobre todo mayores) puede tener un "efecto protector" sobre los pequeños cuando no hay una relación sentimental entre los padres, ayudando a reducir el impacto negativo de estas situaciones. Por lo que en el caso de los hijos únicos las consecuencias pueden ser más negativas.
Por otro lado, algunos expertos perciben que los hijos únicos tienen una falta de "inteligencia de calle", es decir, carecen de la intuición que les permite reconocer con anticipación lo que alguien va a hacer y que se aprende a través de la práctica. Otro de los inconvenientes es que al estar tanto tiempo solos, no se sienten tan cómodos ante grandes masificaciones o cuando hay situaciones muy caóticas.
¿Por qué tienen tantos estereotipos?
Los científicos llevan años haciendo hincapié en que esto no se trata más que de estereotipos construidos, pero entonces, ¿por qué continúan manteniéndose? Al parecer todo se inicia a finales del siglo XVIII cuando el psicólogo estadounidense G. Stanley Hall que describió al hijo único como "una enfermedad en sí misma". A esta concepción se añadió al de Eugene Bohannon que afirmó que cuando los menores reciben atención exclusiva crecen siendo "altamente sensibles", "menos arriesgados", "precoces" y "desconsiderados".
Hace años, las familias con un solo hijo eran la excepción, sin embargo, hoy en día es cada vez más común. De hecho, en la actualidad casi el 50% de las familias en España con hijos solamente tienen uno, tanto es así, que la media de hijos por mujer es de 1,12 hijos, lo que supone un sorprendente ligero ascenso.
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