
El mercado laboral español tiene un problema casi tan preocupante como su tasa de desempleo y que guarda mucha relación con esta: la enorme tasa de rotación de los puestos de trabajo. Un total de 1,3 millones de ocupados se incorporaron a su actual empleo en los últimos tres meses, mientras que otros 1,1 millones abandonaron el suyo en el mismo plazo. Y aunque el saldo salga, en teoría, positivo para la creación de empleo, estos 2,4 millones de personas componen el rostro de una volatilidad que sigue arrastrando al 10,8% de los empleos en España, el mayor porcentaje de la Unión Europa y el único que supera el doble dígito.
A diferencia de la estadística de flujos de la población activa, que recoge las entradas y salidas de la ocupación desde y hacia el desempleo o la inactividad, este dato, elaborado por la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) busca poner el foco en la volatilidad a corto plazo de los empleados. En el caso de España, el 5,8% de ellos son nuevos trabajadores, un porcentaje que no es el más elevado de la UE, ya que queda por detrás de Finlandia (6%) o Dinamarca (5,9%).
Una incorporación reciente no implica creación de empleo neto: puede responder a 'nuevo ocupado', es decir, alguien que en el trimestre anterior no trabajaba, pero también a alguien que ya contaba como tal y solo ha cambiado de trabajo. Además, está el factor de la inmigración (nuevos trabajadores recién llegados al país que no se restan ni del desempleo ni de la inactividad), que tiene un peso importante en los mercados laborales nórdicos, al igual que en España, si bien allí su aporte positivo provoca una mayor distorsión, como hemos contado en elEconomista.es.
Pero el hecho verdaderamente diferencial de nuestro país es el porcentaje de personas que acaban de abandonar su empleo: ese 1,1 millón de personas sin empleo equivalen a un 5% de los ocupados. Es el porcentaje más elevado de la Unión Europea y a mucha distancia de los tres países que nos siguen: Finlandia (3,7%), Suecia (3,6%) y Francia (3,6%).
¿Son todos estos 'extrabajadores' nuevos parados vícitimas de un despido? ¿O son gente que se jubila, o dimite por motivos educativos o para atender responsabilidades familiares o personales? Eurostat no precisa lo primero, si bien en 2023 publicó un estudio especial sobre estas cifras que revelaba que el 81,6% de sus 'abandonos' respondía a causas laborales, ya fuera por el fin de un contrato temporal, un despido o el cierre de un negocio. Un porcentaje que supera Italia con un 89,9%, Hungría con un 88,6% y Grecia con un 87,6%. El problema es que, en estos tres países, la rotación de salida del empleo también es mucho menor que en España.
La suma de ambas variables arroja en nuestro país una tasa de rotación del empleo del 10,8%, la más elevada de los Veintisiete y, como decíamos, la única que supera el doble dígito. Igual que la tasa de paro.
¿Se reduce la volatilidad?
La lectura positiva de estos datos es que la volatilidad se está reduciendo, aunque con lentitud: el dato del primer trimestre de 2025, del 10,8%, contrasta con el 12% del mismo periodo de 2019, aunque los datos de 2020 y 2021, marcados por la pandemia, fueron levemente menores que los actuales. Pero lo más llamativo es que este descenso se produce en ambas variables, entradas y salidas, a la vez. Algo que nunca había ocurrido en toda la serie histórica.
Los datos de Eurostat se remontan a 2009, cuando la Gran Recesión ya golpeaba a la España en forma de una intensa destrucción de empleo. Entonces, el 7,1% de los ocupados acababan de perder su empleo en los últimos tres meses, mientras solo un 5.7% acaba de iniciar un nuevo empleo. Esa brecha siguió siendo negativa hasta 2015, cuando la tasa de nuevas incorporaciones superó a la de salidas. Desde entonces, con la excepción de la pandemia, se ha mantenido así.
A lo largo de la serie, se aprecia que cuando bajan las colocaciones suben las salidas, y a la inversa. Esto parece tener toda la lógica, porque confirma la idea de que la creación de empleo neto depende de que haya más incorporaciones que salidas. Pero esto solo es la única razón se produce en un mercado de trabajo tan volátil como el español.
Lo ideal, si nos fijamos en mercados con muy baja tasa de paro, como Alemania, es que la tasa de entradas a nuevos empleos sea muy superior a la de las salidas, pero sin grandes fluctuaciones. Esto significa que el stock de ocupados es estable (aunque muchos trabajadores salten de un empleo a otro) a lo largo del tiempo, con lo que la reducción del desempleo es mucho más sólida. Por eso, episodios como la crisis financiera o la pandemia tuvieron un impacto mucho más moderado en el mercado laboral alemán que en España. Una volatilidad positiva puede crear empleo, pero es mucho más endeble.
Sin embargo, esta tendencia empieza a dar los primeros síntomas de corrección en España. De hecho, desde 2022 se aprecia que la tasa de entradas y la de salidas descienden en paralelo, algo que nunca se había producido antes. ¿A qué se debe? La única explicación es la reforma laboral, que ha disparado el porcentaje de salariados indefinidos, que ha coincidido con un momento expansivo del ciclo económico.
Esto sería una buena noticia poque supone que la volatilidad agregada (la suma de entradas y salidas) no retrocede por el descenso de alguno de sus componentes, sino porque ambos empiezan a moderarse. Lo cual supondría que la mayor estabilidad puede convertirse en el factor clave de la creación de empleo y contención del paro.
Sin embargo, el retroceso es lento (apenas un punto porcentual en tres años de reforma laboral) y sigue muy lejos de las economías a las que aspiramos a parecernos. Aunque se crea empleo indefinido, el paro no se reduce a la misma velocidad, en parte por el elevado volumen de personas que aún pierde su empleo cada trimestre. Por todo ello, es demasiado pronto para decir que España abandona la zona de peligro, en la que la elevada volatilidad es nuestra mayor debilidad en términos de empleo ante un eventual cambio de ciclo.
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