El aumento de la esperanza de vida está reconfigurando uno de los pilares fundamentales de la sociedad: el trabajo. Con la longevidad media superando los 85 años en cada vez más regiones, las reglas del juego cambian. Ya no solo hablamos de extender la edad de jubilación, sino que es necesario repensar por completo las trayectorias profesionales, la formación continua, la conciliación intergeneracional o la salud laboral.
Ya no es solo hablar de extender la edad de jubilación, sino que es necesario repensar por completo las trayectorias profesionales, la formación continua, la conciliación intergeneracional o la salud laboral. Entramos en un nuevo escenario en el que trabajar 50 o 60 años pasará a ser lo normal y no una excepción. La duda es si los profesionales, las empresas o incluso los gobiernos estarán preparados.
En este nuevo escenario, va a aumentar la edad media de las plantillas, que obligará a empresas y trabajadores a cambiar de chip, en la gestión de talento, su gestión y el desarrollo de las carreras profesionales. Habrá plantillas con trabajadores muy veteranos y otros muy jóvenes.
¿Cómo pueden gestionar las empresas los conflictos intergeneracionales que pueden surgir con una plantilla con edades tan diversas? "Lo que recomienda la mayoría de expertos es cambiar mucho el modelo de liderazgo, de organización, de gestión de equipos. Hay que entender que ya no se trata de un joven que entra a sustituir a una persona que se está jubilando, próxima a la jubilación", como explica Javier Esteban, experto en empleo y mercado laboral de elEconomista.es. "El proceso es muy diferente. Ya no hablamos sólo de personas seniors y juniors, estamos hablando de cuatro o cinco generaciones. Generación Z, generación X, millennials, incluso boomers, en una misma plantilla".
"Y esas personas tienen formas de entender el trabajo, de entender la responsabilidad diferente", insiste nuestro experto. "Y lo que tienen que hacer las empresas es aprender a conciliar esos puntos de vista diferentes para sacar partido y mejorar la eficacia de los proyectos. Esto es un desafío importante porque supone un cambio muy profundo en cómo se han estado haciendo las cosas hasta ahora".
Cultura de la prejubilación
El problema es que, por mucho que la edad de jubilación se pueda retrasar y la vida laboral se pueda extender, a partir de los 50 o 55 años los trabajadores empiezan a sentirse desplazados. ¿Cómo se puede gestionar? "Pues lo más importante es desterrar la cultura de la prejubilación que ha dictado las reglas del juego de los últimos 30 años en España. Es decir, la idea de que una persona a partir de 50 o 55 años ya podía prejubilarse para abrir el paso a una persona más joven ya no vale", explica Esteban.
"Demográficamente ya no estamos en ese escenario y hay que plantearse que la gente no solo tiene, sino que puede y quiere trabajar más años. Y esto implica también que no solo no hay que despedir a las personas cuando llegan a 50 años, sino que también habrá que contratar a personas de más de 50 años. Creo que es muy paradójico que cuando el gobierno está hablando de retrasar la edad de jubilación o ampliar la vida laboral de forma voluntaria, este problema no se tiene demasiado en cuenta", asegura el experto.
Por su parte, el trabajador también tiene que tomar medidas tiene que desterrar la idea de conformarse con tener un mismo trabajo para toda la vida. "Ahora mismo lo que tendría que hacer un trabajador es ser ambicioso, es decir, formarse continuamente, aprender de nuevas tecnologías, aprender de novedades en la forma de trabajar y hacerlo de una forma continua. Con el pensamiento de que esto le va a servir en el trabajo actual o incluso cambiar de trabajo. Porque si no lo hace, se va a quedar fuera de juego", prevé el especialista.
"Y eso también es una mentalidad que los trabajadores tienen que desarrollar. Ya no estamos en un escenario en el que el trabajo es un derecho adquirido por antigüedad, es algo que se revalida continuamente. Es una cosa que hay que cambiar", concluye.