Transportes y Turismo

Colau quiere reducir a la mitad los cruceristas de Barcelona con un máximo de 10.000 diarios

  • El Ayuntamiento propone al Gobierno y la Generalitat medidas de aplicación desde 2023
  • Las administraciones unificarán datos del sector en septiembre para intentar consensos
  • El Puerto aceptó limitar terminales pero rechaza restringir pasajeros
Primera reunión de la mesa de estudio de la regulación de los cruceros en Barcelona. EE

El Ayuntamiento de Barcelona ha llevado una propuesta muy agresiva a la primera reunión de la mesa de estudio sobre la regulación de los cruceros en la capital catalana, a la que también han acudido representantes del Gobierno, la Generalitat de Cataluña y el Puerto de Barcelona: al consistorio le sobran la mitad de los cruceristas.

Como punto de partida, la alcaldesa Ada Colau ha planteado opciones como un máximo de tres cruceros por día como ha acordado Palma de Mallorca con las navieras, pese al mayor tamaño de Barcelona y a que existe un acuerdo de 2018 rubricado por el gobierno municipal que puso como techo en la Ciudad Condal siete terminales de cruceros, un límite que la alcaldesa ve ahora insuficiente.

Pero como hay buques de muchos tamaños, el Ayuntamiento también plantea restringir el número de cruceristas, pasando de la media prepandemia de 400.000 mensuales en la temporada alta del sector (de mayo a octubre), a un límite de 200.000. Asimismo, propone un máximo de 10.000 cruceristas en un solo día, frente los hasta 25.000 que han llegado en algunas fechas. Por último, pretende que los cruceros en tránsito, cuyos pasajeros pasan unas cuatro horas en la ciudad, no sean más del 20% del total, de forma que los buques con Barcelona como puerto base sean el 80%, frente al 50 o 60% actual.

Con estas medidas, la ciudad quedaría muy por debajo del récord de 3,1 millones de cruceristas de 2019, avanzando en la línea del decrecimiento que defiende Colau, mientras el sector se está reactivando tras la pandemia y tiene en Barcelona al cuarto puerto del mundo, tras los del Caribe.

En cualquier caso, antes de tomar decisiones, el conjunto de administraciones se han emplazado a septiembre para unificar y actualizar datos sobre los impactos positivos y negativos de los cruceros en la ciudad, si bien el Ayuntamiento está empecinado en tomar medidas regulatorias desde la próxima temporada, en mayo de 2023.

El presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, se ha mostrado frontalmente contrario a las propuestas municipales, y ha defendido que la regulación de los cruceros ya se hizo con el límite de terminales de 2018 para "limitar la infraestructura, como se ha hecho en hoteles y apartamentos turísticos", pero no vetando a personas.

Ante los argumentos del Ayuntamiento sobre el impacto ambiental de los cruceros y la masificación del centro de la ciudad, Calvet ha recordado que el Puerto se ha comprometido a que el muelle donde atracan los cruceros tenga cero emisiones en 2026, y que se pueden diversificar los puntos de llegada de los cruceristas a la ciudad si el Ayuntamiento lo permite, ya que ahora solo estipula un punto de parada para las lanzaderas, junto a Drassanes.

Desde la Generalitat también han emplazado a trabajar primero los datos con rigor, y no perjudicar el impacto positivo de los cruceros a la hora de intentar combatir las externalidades negativas: "No nos adelantemos con medidas cuando todavía no tenemos los datos".

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