
Telefónica celebra este miércoles su Día del Inversor, el primero en los últimos 12 años, donde desvelará su nuevo plan estratégico 2023-2026. Según ha podido sondear este periódico de fuentes del mercado, existen cuatro pilares que se presumen decisivos en una cita que, tradicionalmente, se ha saldado con repuntes del valor en bolsa: crecimiento en sus principales negocios, apuesta por la generación de caja, menores exigencias de inversiones y austeridad en el gasto.
Ante esas expectativas, la teleco lanzará este miércoles una batería de mensajes en los que no transpiran las tensiones accionariales internas de la compañía, latentes desde hace dos meses. Nada de eso salpicará las estrategias de un grupo que, por lo pronto, realizará un balance positivo de las decisiones adoptadas en el último plan estratégico, de noviembre de 2018. Entonces, la multinacional inició su transformación con el ánimo de impulsar sus mercados más relevantes (España, Brasil, Alemania y Reino Unido), así como aprovechar las oportunidades de mayor potencial, como Telefónica Tech y Telefónica Infra. Esos argumentos siguen vigentes, igual que el incremento de la agilidad operativa y la mejora de la eficiencia.
Justo 1.440 días después del último plan de acción, el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, dejará claro que su grupo ya ha realizado la mayor parte de los deberes relacionados con el despliegue de infraestructuras de fibra óptica y 5G en España, Alemania y Brasil. El pico de inversión se ha quedado atrás, algo que no pueden decir muchos otros operadores. Hasta hace unos meses, las previsiones de inversión sobre ventas orgánicas se situaban en el 14% y la compañía se mostraba optimista respecto a la generación de FCF para el año. "Esperamos situarnos por encima de las últimas estimaciones de consenso y generar un flujo libre de caja para todo el año que no debería estar lejos de la marca de los 4.000 millones de euros, sin contar las compras de espectro". No obstante, esa salida de caja se hará esperar en Alemania, cuya próxima subasta de frecuencias de 5G arrancará con retraso.
La entrada de Saudi Telecom (STC) en el accionariado de Telefónica, con el 4,9% del capital con derechos políticos y otro 5% en derivados, no desviará la atención de la multinacional. Tampoco produce interferencias el manifiesto interés de la Sepi por explorar su irrupción en el seno de la compañía. Ninguna de esas cuestiones aparecerá en el plan de negocio, pero sí aflorarán en el turno de preguntas de los inversores. Está por ver si Telefónica ha actualizado sus hojas de cálculo tras los días de ebullición del sector en España, con la compra de Vodafone España por parte de Zegona y la fusión de Orange España-MásMóvil en su presunta recta final. La actuación de ambos jugadores influirá en la filial española de Telefónica, con efectos colaterales relacionados con la previsible pujanza de las ofertas de bajo precio y el impulso de Digi, como posible receptor de los eventuales remedios para la competencia que valorará Bruselas para autorizar la consolidación del mercado español. El negocio mayorista de Telefónica también se resentirá con la fusión de sus rivales, una vez que podría perder a Digi, su mayor cliente de móvil, con un quebranto en los ingresos de 300 millones de euros menos en cuanto Digi adquiera sus propias frecuencias. La marca barata Lowi y la réplica del modelo de la desaparecida Virgin Telco de Zegona también inclinarán el sector hacia el deterioro de la situación competitiva, provocado por propuestas comerciales especialmente agresivas.
La reducción en la intensidad inversora en la filial española incidirá en una mayor rentabilidad de la sociedad, con márgenes de oibda próximos al 11%, una vez que el despliegue de fibra ya está casi terminado en el mercado doméstico y el apagón de la red de cobre se espera para el próximo cuatrimestre.
Los analistas del Santander se interesarán por las intenciones de Telefónica con su participación del 50% en Virgin Media O2 (VMo2) a partir del próximo verano, una vez que desaparezcan los compromisos de permanencia. También sienten curiosidad por el dividendo que podría repartir esta subsidiaria británica, así como por el negocio mayorista en Alemania, donde amenazan nubarrones por la decisión del operador 1&1 de abandonar la red de Telefónica Deutschland y su consecuente impacto en la generación del flujo de caja.
El ejercicio de transparencia de Telefónica debería ser aplaudido por los inversores, pendientes de conocer la suerte de la teleco en Hispam, considerada no prioritaria hace cuatro años ¿se seguirá por el mismo camino o se reconsiderará la decisión de 2019?
Telefónica también abundará sobre los objetivos de deuda y remuneración al accionista, conceptos que se presumen sagrados. Por ello, los analistas coinciden en que Telefónica mantendrá el objetivo cualitativo de ser "grado de inversión". Desde el Santander se opina que la remuneración al accionista en efectivo de los 0,30 euros será estable y sostenible, lo que permitiría a la empresa destinar al menos el 40% del flujo de caja limpio a reducir deuda. Sobre el saneamiento, Telefónica debería hacer un guiño en favor de la reducción de apalancamiento tanto por medios orgánicos como por la posible desinversión de activos de alto interés en el mercado, como es el caso de Telefónica Tech.
La remuneración al accionista en efectivo de los 0,30 euros será estable y sostenible, lo que permitiría reducir deuda con el 40% del flujo de caja
En el última conferencia con los analistas, celebrada tras los resultados del primer semestre, Telefónica ya aventuró que "sigue explorando fuentes de eficiencia, tanto de OpEx como de otras iniciativas, tales como el desmantelamiento del legado, la softwarización de las redes, los CRM (gestión automatizada de clientes) impulsados por la Inteligencia Artificial y la optimización de contenidos".
Asimismo, los inversores prestarán atención este miércoles a las posibles actualizaciones, al alza o a la baja, de las previsiones del grupo para este año. Tras el cierre del primer semestre, Telefónica mejoró las expectativas desde "bajo crecimiento de un solo dígito", tanto en ingresos como en OIBDA, así como crecimiento interanual de los ingresos orgánicos en torno al 4% y una mejora orgánica del OIBDA de en torno al 3%.