Lo que es bueno para el hígado, es malo para el bazo. El proverbio no sólo alude a la mayoría de los tratamientos médicos sino que, con frecuencia, condiciona cualquier circunstancia de la vida, incluida la irrupción de Saudi Telecom Company (STC) en Telefónica. Con la mira puesta en el platillo de los efectos colaterales benévolos, ya se aprecia la subida en bolsa de la teleco desde el día siguiente del anuncio, con un repunte del 4,68%, según el cierre de ayer, y con la acción ahora en 3,93 euros.
Hay que viajar en el tiempo cuatro meses atrás, hasta el 10 de mayo, para encontrar la cotización por encima de los cuatro euros. Con los fastos del primer centenario a siete meses de distancia, Telefónica moverá montañas para que el rendimiento en bolsa no desluzca el evento. Y este movimiento podría significar el punto de inflexión para el crecimiento sostenido.
Telefónica también podría disfrutar del efecto arrastre de STC entre los inversores, justificado por el potencial alcista de una inversión a largo plazo. El grupo saudí también ha expresado su confianza en el actual equipo directivo de la compañía, así como en la estrategia y en la capacidad de generar valor en los próximos años. La apuesta parece sólida cuando hermana su destino con una compañía especializada en actividades como el cloud, la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, el 5G, el edge computing y las soluciones digitales avanzadas. De hecho, Telefónica ha invertido más de 55.000 millones de euros en los últimos siete años, en su mayor parte en las infraestructuras sobre las que se sustenta la actividad digital, es decir, las mismas redes que hacen funcionar el mundo.
Asimismo, desde Dubái son conscientes de que la teleco española ha destinado más de 17.300 millones de euros en la retribución de los accionistas en el mismo plazo de tiempo, con un incremento del patrimonio neto en 9.300 millones y un saneamiento superior a los 23.000 millones. Por lo pronto, STC ingresará 42.266 euros en dividendos el próximo diciembre en virtud de su 4,9% del capital o de 85.395 euros, en el supuesto de que el Gobierno apruebe la escalada hasta el 9,9% pretendido por los saudíes.
Telefónica tendrá a su alcance nuevas oportunidades comerciales de la mano de su nuevo embajador en Arabia Saudí, Oriente Medio y Norte de África. A su vez, STC se frota las manos por el peso de Telefónica en el mercado líder de América Latina (Brasil), así como en España, Alemania y Reino Unido. Por todo lo anterior, la inversión inicial de 2.100 millones de euros se presume muy barata dado el potencial de crecimiento de los negocios digitales y la previsible revalorización de las redes de fibra y móvil en cuanto las Big Tech se avengan a contribuir en la sostenibilidad de las plataformas. Junto a todo lo anterior, la presencia de STC en Telefónica bloquea el paso a otros fondos activistas especialmente beligerantes en sus inversiones, como TCI o Elliot Advisors, generalmente desequilibrantes en sus movimientos.
La españolidad de Telefónica ni se gana ni se pierde con STC en el capital
Por el contrario, la entrada de STC en Telefónica en calidad de primer accionista sitúa a la teleco en el centro de las refriegas políticas de los distintos bandos, con consecuencias generalmente indeseables. Hasta el momento, Telefónica mantiene la neutralidad que en su momento defendió César Alierta, expresidente de un operador "cuyo único partido era el de las telecomunicaciones".
Los accionistas establecidos de Telefónica también representan un foco de tensión interna en la teleco, aunque solo sea por la llegada de un socio advenedizo en España aupado de forma barata dado el precio bajista de la acción, no sólo de Telefónica sino también de la mayoría de los operadores europeos de telecomunicaciones. El aviso para navegantes para los reguladores europeos flota en el aire: lejos de crear campeones continentales, Bruselas ha propiciado la pérdida de valor de sus empresas a costa de defender la multiplicidad de ofertas de los usuarios de telefonía e Internet.
La españolidad de Telefónica ni se gana ni se pierde con STC en el capital, una vez que la multinacional con sede en Madrid pertenece histórica y mayoritariamente a las grandes firmas de inversión internacionales que mueven la bolsa. No obstante, un posible rechazo del Gobierno en funciones a las pretensiones del grupo que dirige Olayan Alwetaid podría deteriorar las relaciones bilaterales de España y Arabia Saudí, con impacto en compañías como Navantia, OHL o FCC, entre otras.