
Previsiblemente a principios de septiembre se conocerán las condiciones que la Comisaría de Competencia de la Unión Europea pueda imponer a la combinación de los operadores MásMóvil y Orange (en adelante, "O-M"), ambos titulares por separado de autorizaciones administrativas, espectro radioeléctrico, infraestructuras técnicas y no obstante lo último y más importante, juntas, cerca de 7.700 personas empleadas (algo menos de la mitad que Telefónica España) y probablemente induciendo otros cerca de 12.000 puestos de trabajo en empresas proveedoras y colaboradoras.
El pasado 26 de junio la comisaría de Competencia emitió su pliego de objeciones en el que señalaba que la operación propuesta entre los actuales segundo y cuarto operador del mercado español puede tener impactos significativos en la competencia en el segmento de gran público y crear el riesgo de incrementos de precios para los usuarios particulares de servicios de telecomunicaciones. Aparentemente, no se apreciarían efectos adversos en el mercado mayorista, si bien la ejecución de acuerdos entre operadores podrían resultar o intensificar situaciones de preponderancia en las redes de acceso y transporte. O-M tendrá, según datos de la CNMC del pasado mes de mayo, una cuota del 42,25% del mercado de banda ancha fija residencial, ocho puntos porcentuales por delante del segundo operador y del 43,18% del mercado de telefonía móvil, más de quince puntos porcentuales por delante de su más directo competidor, que para ambos mercados, según el número de accesos atribuidos, es Telefónica.
O-M tendrá pues una posición de mercado formidable, a medio camino entre la relevancia y la dominancia, teniendo en cuenta que los negocios de conectividad pueden considerarse maduros -en razón del estancamiento de los cerca de 32.600 millones de euros de la suma de los ingresos totales generados de media por los respectivos segmentos en los últimos diez años según Statista- y la estructura de la oferta, en razón de las barreras de entrada y de las exigencias regulatorias de número mínimo de operadores de red móvil, consolidada. En previsión de posibles distorsiones en las condiciones de mercado derivadas de la alteración súbita de cuotas y con el fin de propiciar la rivalidad continuada en base a la reducción de los precios finales, que conforme a la política pro-consumidor de la UE es el indicador de referencia de un mercado disputado, para que la combinación O-M pueda llevarse a efecto será necesario imponer por el regulador europeo ciertas medidas, comúnmente llamadas "remedios regulatorios", que debieran facilitar la aparición de un cuarto operador reforzado gracias a los activos, derechos o condiciones de acceso a mercado que pueda cederle, en términos mutuamente aceptables O-M.
Entre las entidades que previsiblemente podrían optar a esa posición de tomadora de remedios de la combinación se encontrarían al menos los operadores Digi, Avatel y Finetwork, los dos primeros alojados actualmente en la red móvil de Telefónica y el último en la de Vodafone. Este proceso de refuerzo de competidores asociado a un movimiento de concentración sería similar al que aupó a Drillisch en Alemania cuando Telefónica (O2) adquirió el negocio de E-Plus, la filial de KPN en 2014 o, más señaladamente, el que siguió a la compra por Orange de Jazztel ese mismo año, operación de la que parte de los remedios regulatorios fueron asumidos por MásMóvil. Sin embargo, la dinámica competitiva actual es significativamente más compleja, particularmente por la indiferenciación de la calidad de la conectividad, la universalización de las ofertas convergentes fijo-móvil-Televisión de pao y el reducido impacto en las cuotas de los programas de subvención de contenidos y de terminales móviles.
El drástico recorte en inversión publicitaria general y la re-orientación de algunas campañas hacia la retención demuestran que el sector actúa con tiento, disputándose la participación en los cerca del millón de accesos de fibra que suma en el último año (a mayo pasado, 14,1 millones, de los que unos 550.000 provienen de las redes de cable y de cobre, a las que les quedan todavía 2,3 millones de accesos, según los datos de la CNMC) y creando todavía en el último año cerca de 1,5 millones de accesos móviles, de los que la mitad corresponden a los operadores virtuales, que ostentaban en mayo pasado una cuota conjunta tan solo del 7,45% de los accesos, lo que revela quienes están marcando el pulso competitivo.
Con cierta perspectiva, los protagonistas de la combinación han tenido un desempeño en términos de evolución de sus cuotas de mercado en la última década muy dispar. Así, según datos de la CNMC, Orange ha pasado, de enero de 2014 a abril de 2023 de una cuota de banda ancha fija minorista (sumadas las correspondientes a la propia Orange y a Jazztel) del 26,25% al 23,39%. Por su parte, y con datos que suman a la propia MásMóvil y a Euskaltel a partir de octubre de 2016, por existir como operador antes MásMóvil, el segundo protagonista de la combinación O-M ha pasado del 4,38% al 18,85%.
MásMóvil ha ganado cuota a expensas sobretodo de Telefónica, que ha perdido cerca de 13,7 puntos porcentuales en la última década
Es imposible anticipar cómo habrían evolucionado las respectivas cuotas a futuro de haberse mantenido independientes, pero si bien las de ambos venían estabilizándose desde el Verano de 2021, podrían haberse acercado aún más. Básicamente MásMóvil ha ganado cuota a expensas sobretodo de Telefónica, que ha perdido cerca de 13,7 puntos porcentuales en la última década y al ostentar cerca de una tercera parte del mercado de banda ancha fija minorista se ha hecho superable. Vodafone, sumando la cuota inicial de ONO, apenas ha perdido dos puntos porcentuales de cuota en la última década y su condición de seguidor no se ve alterada por la irrupción de O-M, si bien de la previsible reacción de Telefónica para compensar su relegación, teniendo en cuenta que supera los 26 millones de hogares pasados con fibra y del fuerte impulso esperado del nuevo líder, con cerca de 24,2 millones de hogares pasados, es previsible que Vodafone se deslice hacia cuotas inferiores mientras se resuelve su futuro como operador en España.
En lo que se refiere a la telefonía móvil, se aprecia una evolución similar de las cuotas de mercado en la última década, como consecuencia de la popularización de las ofertas convergentes. En esencia, Orange ha defendido su cuota, pasando del 21,84 en mayo de 2013 a 22,25 en abril de 2023, mientras que MásMóvil (incluyendo la cuota inicial de Yoigo) ha pasado en el mismo período de 6,58% a 20,92%, o sea un crecimiento notabilísimo que ha alterado el mapa de competidores de la telefonía móvil con un crecimiento apenas 13 décimas inferior al logrado también por MásMóvil en banda ancha fija minorista, tras absorber a Euskaltel, que desde julio de 2021 le aportó una cuota del 4,66%.
Actualmente la disputa por la cuota de mercado, tanto en banda ancha minorista como en móvil la lideran dos de los operadores que podrían recibir remedios de la combinación O-M: Digi y Avatel. El primero podría estar interesado y en condiciones de asumir ciertos activos, específicamente el espectro radioeléctrico en diversas bandas y la red móvil con cerca de 6.000 emplazamientos de Yoigo, si es que la UE impusiese tal condición a la combinación, lo que preservaría el número actual de operadores de red y sería una señala patente de que no cabrían otras posibles integraciones entre ellos.
Tal escenario sería perjudicial para O-M, al fortalecer a su principal rival actual, si bien éste podría cerrar un acuerdo mayorista móvil en las áreas en las que no tendría cobertura propia; para Telefónica, que tiene un acuerdo de itinerancia móvil nacional con Digi y perdería un cliente relevante; para Vodafone, que teniendo presente las capacidades competitivas resultantes y ante su "impasse" actual podría avanzar hacia la irrelevancia; para el resto de operadores virtuales, que podrían ser objetivo de adquisición de cualquiera de los cuatro operadores de red, exigiría seguir en una carrera por la captación de cuota, emulando la trayectoria descrita de MásMóvil en un mercado envilecido. Los beneficiarios probables de la imposición de remedios en la línea descrita serían los usuarios de los servicios de telecomunicaciones en España que disfrutarían del imparable "más (en velocidades de la fibra, en datos en el móvil) por menos" que caracteriza a esta fase de madurez de los servicios de telecomunicaciones a nivel global.
De los análisis que puedan hacer Orange y MásMóvil de los términos de la esperada aprobación de la combinación, las implicaciones para su posición competitiva futura, en función de la estrategia que consideren para gestionar su liderazgo y los costes de distinto orden ya incurridos en el proceso, dependerá presumiblemente la confirmación o el desistimiento en este empeño. La observación previa por la Comisaría de Competencia de la UE con motivo de su pliego de objeciones a la operación propuesta en cuanto a las consecuencias de una reducción de la competencia en el mercado minorista podría considerarse inevitable teniendo en cuenta el mandato de la Comisión pero ciertamente indicaría que no es previsible una operación sin remedios regulatorios, no obstante la conveniencia de dotar a los operadores de telecomunicaciones de la escala que permita recuperar las inversiones ya realizadas en redes de última generación a la vez que se fomenta la competencia basada en servicios, con una oferta plural basada en la compartición de infraestructuras.
Cuando algunos directivos de operadores españoles reunidos por la asociación DigitalES a finales de junio clamaban por una estructura de mercado que permita obtener las rentabilidades de sus homólogos de Estados Unidos parecían olvidar que allí el número de operadores con espectro es mayor que el de España y que en todos los Estados concurren, además de las ofertas convergentes de los tres de referencia (AT&T, T-Mobile y Verizon) infinidad de operadores de cable y de otras tecnologías de acceso que conforman un mercado muy reñido. La recordada destrucción de capital financiero de los operadores europeos tiene más que ver con la indisciplina financiera de los primeros noventa, cuando la carrera por la cuota creó una situación ideal para los usuarios, primero con las generosas subvenciones de terminales móviles y domésticos para aumentar la penetración del móvil y de la banda ancha fija, a continuación con la competición por el GB más barato y finalmente con la traslación al negocio móvil de las tarifas ilimitadas frente a las cuales solo queda al cliente con mayor ingreso asociado el cambio de operador. ¿Es razonable pensar que esta tendencia pueda revertirse si se reduce el número de operadores? Sí, según expone lúcidamente Fernando Herrera-González de Telefónica en Competition Policy International en un artículo titulado The indivisibility of telecommunications networks: a possible explanation for past and present trends in telco mergers, en el que termina afirmando que en las condiciones actuales del mercado se da una "tendencia irresistible a la concentración de los operadores para ser sostenibles". A la vez, se descartan los posibles beneficios de hipotéticas fusiones transfronterizas -postuladas tanto desde la Comisión Europea como por parte del Gobierno español, según declaraciones a Bloomberg el pasado 28 de abril de la secretaria de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, María González Veracruz-, donde el alcance de las potenciales sinergias es sustancialmente menor.
Además de la supervisión reforzada que es probable puedan tener un número menor de operadores y teniendo presente que dicha supervisión buscaría entender porqué no bajan más y más deprisa los precios, múltiples situaciones reales de concentración de proveedores de servicios al gran público muestran que el equilibrio entre sana colaboración y decidida competencia es realmente difícil de encontrar y con la transparencia e inmediatez del entorno digital normalmente se produciría un deslizamiento de precios motivado por el estancamiento del conjunto del sector. Así que ni la integración en Telefónica de todos los operadores virtuales actuales salvo el que pueda hacerse cargo de los remedios de la combinación O-M ni la de éste último si no asumiera el espectro y la red móvil de Yoigo con Vodafone, que respetarían el número mínimo de operadores de red, propiciarían previsiblemente la regeneración financiera anhelada por los directivos de telecomunicaciones en España.
A falta de innovaciones de producto o servicios que puedan hacer crecer el tamaño del mercado y mediando indicadores positivos de actividad, se acentuará la disputa de cuota en el mercado residencial a la vez que se conforman nuevas propuestas en el mercado corporativo, sea para acudir a las licitaciones o para ofrecer soluciones integrales de informática y conectividad. Reconociendo el potencial transformador del mercado español de telecomunicaciones que puede traer la combinación O-M, es razonable pensar que cualquier iniciativa comercial del líder emergente tendrá respuesta por parte de sus competidores directos y de otros menos aparentes. Los usuarios pueden esperar aprovechar los beneficios del ya cercano nuevo mapa de las telecomunicaciones en España.
Alberto Horcajo es CoFundador de Red Colmena