
El Gobierno de Donald Trump está utilizando todos los cauces diplomáticos a su alcance -los informales y también ya los oficiales- para animar, por decirlo de forma suave, a sus socios a que rescindan cualquier contrato con Huawei y, de paso, con cualquier otra firma china. Así, el embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell, ha enviado una carta al ministro de Economía germano, Olaf Scholz, en la que le advierte de que restringirán las colaboraciones en inteligencia si siguen confiando para el desarrollo del 5G en el principal fabricante de redes del mundo y segundo en dispositivos.
El Ejecutivo de Trump acusa a Huawei de utilizar su tecnología para espiar y presupone que toda la información que circule por sus redes, centros de datos y teléfonos acabarán en manos del Gobierno de Xi Jinping. Sin embargo, hasta la fecha, no han sido capaces de probar la existencia de esa hipotética puerta trasera por la que podría colarse nuestra información. Sí, también la nuestra, pues los operadores españoles -Telefónica y Vodafone, entre otros- utilizan las redes de Huawei para los servicios que contratamos con ellos.
Hasta el momento, el gigante chino es el proveedor más competitivo en desarrollo tecnológico -con 87.805 patentes registradas- y también en precio. Renunciar a él tendría dos consecuencias claras: un retraso en el desarrollo de nuevas infraestructuras y un encarecimiento de los servicios, algo que terminaría trasladándose a los usuarios. Más allá de la economía, Estados Unidos está muy nervioso ante la posibilidad de que exista esa puerta trasera -aún por probar- y de que pudieran perder la hegemonía mundial en tecnología y también en materia de espionaje.
Europa no veta a Huawei
Hasta la fecha, los intentos de Trump no han tenido éxito. El Gobierno alemán no se ha dejado amedrentar y mantiene que continuará como hasta ahora. También Austria, India o Emiratos Árabes han mostrado su apoyo a Huawei, mientras que Noruega, Australia, Nueva Zelanda o Reino Unido se lo piensan. Este último dice compartir las preocupaciones de Trump, pero alega que se puede monitorizar el sistema sin tener que rescindir esos contratos.
La actitud del coloso de las redes ha sido negar los hechos de los que les acusan: "Ningún gobierno le ha pedido a Huawei que construya puertas traseras ni interrumpa ninguna red, y nunca toleraríamos tal comportamiento por parte de ningún empleado de la compañía".
"La ciberseguridad siempre ha sido nuestra principal prioridad y tenemos un historial comprobado de proporcionar productos y soluciones seguras para nuestros clientes en Europa y en todo el mundo. La ciberseguridad debe abordarse conjuntamente a nivel mundial, y los proveedores de equipos no deben recibir un trato diferente en función de su país de origen", añaden sus portavoces en España. Asimismo, se comprometen a mantener un diálogo abierto con sus socios europeos sobre cuestiones relacionadas con la seguridad, nos explican.
También el embajador chino en España, Lyu Fan, ha dejado caer que, si España siguiera las pautas de Trump, esa decisión tendría graves consecuencias para nuestra economía -recordemos que el Gobierno chino posee buena parte de nuestra deuda pública-. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, ha pedido a la UE que no vetara a las firmas chinas en el 5G tras las amenazas de EEUU de recortar su cooperación en Inteligencia con los países que abran la puerta a Huawei. Por su parte, la UE le ha pedido "igualdad de condiciones" para las firmas europeas en sus negocios en China.
Presión política internacional
Tras unos meses de guerra comercial en los que los gobiernos de Trump y Xi Jinping se imponían nuevos aranceles a la importación, fue en el pasado mes de diciembre cuando tuvo lugar un hecho sin precedentes. Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei e hija del actual CEO, era detenida en el aeropuerto de Vancouver con la excusa de haber vulnerado las reglas impuestas por EEUU al resto del mundo contra Irán. Wanzhou continúa a día de hoy en Canadá, en libertad vigilada ya y pendiente de su extradición a EEUU, un proceso que puede ser largo. Trump ha dejado caer en más de una ocasión que podría implicarse o mover hilos personalmente si a cambio el Gobierno chino estuviera dispuesto a dar un paso atrás en esa guerra comercial, lo que a todas luces cambiaría la consideración de Meng Wanzhou a la de rehén.
Lejos de plegarse a esas exigencias, en estos días también se ha producido un cambio importante en la estrategia de defensa de Huawei. Hasta ahora lo habían negado todo y demostraban con datos su compromiso en materia de seguridad o de I+D, con inversiones anuales en este segundo caso que oscilan entre los 13.240 millones y 17.654 millones de euros. Ahora, los abogados de Wanzhou han pasado a la acción y la Corte Suprema de la Columbia Británica ya ha admitido una demanda civil que va contra el Gobierno de Canadá, la Agencia de Servicios Fronterizos de este país y la Real Policía Montada. Alegan que su cliente sufrió una detención falsa y que no tuvo derecho ni a un abogado. También recuerdan que se le requisaron dispositivos y que le obligaron a aportar las contraseñas para acceder a todos los datos contenidos en ellos.
Intereses comerciales y políticos se entrecruzan en una guerra que ahora se traslada al terreno judicial y que deparará un fin incierto. El país de las demandas va a tomar de su propia medicina. En palabras de Enrique Dans, profesor de innovación en IE Business School, "todo indica que a EEUU no le sienta muy bien perder la carrera por el dominio tecnológico mundial. Pasar de ahí a esgrimir amenazas invisibles y la detención de personas parece una escalada difícilmente justificable".