Huawei ha comenzado a paladear el sabor de la venganza contra EEUU y parece que "es dulce y no engorda", como en su momento dijo Alfred Hithcock. Ante los ataques frontales de Donald Tump contra su negocio, traducido en un desplome de las ventas globales del 40% en el último trimestre, la compañía meterá tijera donde más duele al inquilino de la Casa Blanca, en el empleo de los estadounidenses. Según ha informado The Wall Street Journal, Huawei planea despedir a gran parte de la plantilla de Futurewei Technologies, la división de I+D de Huawei en suelo americano.
Según fuentes conocedoras de la situación, el gigante chino medita el alcance de una regulación que afectaría a los laboratorios ahora situados en Texas, California y el estado de Washington. Mientras decide la cifra de personas que engrosarán las listas del paro, los empleados chinos de Huawei afectados buscan acomodo interno en la organización, ya sea en su país de origen como en otras filiales. Las mismas fuentes estiman que Huawei ocupa a más de 180.000 personas en todo el mundo, de las que 1.500 de ellas trabajan en EEUU. Precisamente la mitad de esta fuerza laboral cifra se dedica a actividades de investigación y desarrollo en aquel país, y sobre estos últimos recaerá el peso de la venganza.
La inclusión inicial de Huawei en la Lista de Entidades del Departamento de Comercio vetadas para las compañías estadounidenses sin autorización expresa por parte de la administración de Trump desencadenó una tensión geoeconómica que no se recordaba en tiempos de paz. Vino a ser una guerra mundial sin armas. Pese a que luego se borró provisionalmente al fabricante de dicho listado maldito, el daño ya estaba causado.
Ni las palabras conciliadoras de los embajadores de Trump en la cumbre del Grupo de los 20 en Osaka, Japón, han cerrado las heridas. Así, según recuerda el mismo diario estadounidense, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, aseguró hace una semana que Estados Unidos comenzaría a otorgar licencias de exportación a los proveedores de Huawei cuyas ventas a la empresa china no representen una amenaza a la seguridad nacional.
A pesar del reciente indulto institucional, la normalidad está lejos de extenderse en las relaciones entre la empresa y el país. De hecho, Huawei aún no puede vender sus dispositivos en EEUU, ni tampoco adquirir componentes de empresas estadounidenses. Por ese motivo, la actividad de Futurewei ha sufrido un brusco frenazo, sin que se perciban indicios de mejora en los próximos meses. "De nada sirve que un laboratorio desarrolle una tecnología que luego no podrá comercializar sus productos", indican los observadores, para justificar la actuación de Huawei.
"De nada sirve un laboratorio como Futurewei, con sus 850 empleados, si luego su tecnología no puede comercializarse"
La dependencia de Huawei respecto a Android, sistema operativo 'made in Google' que cerraría el grifo de sus actualizaciones para la compañía china el próximo agosto, puede tener las semanas contadas. Por ese motivo, la compañía asiática ha acelerado para poner en marcha su propio sistema operativo, quizá bautizado 'Hongmeng', aunque en Europa podría denominarse 'Harmony'.
Por unas cosas y por otras, la batalla entre Estados Unidos y China, representado en Huawei, no ayuda a pacificar las relaciones. Las decisiones políticas controvertidas y populistas, junto con la fuerza de monopolios globales (como el sistema operativo Android), además del vasallaje de los mayores gigantes tecnológicos hacia el gobierno de su país, la dependencia global de las manufacturas asiáticas y la imprevisible capacidad de respuesta de China conforman un cóctel explosivo de alcance global.