La tensión entre Estados Unidos y China amenaza gravemente la estabilidad global. Miles de millones de ciudadanos de todo el mundo, incluidos todos los españoles, resultarán directamente afectados por el alcance del veto de Google a Huawei. A grandes rasgos, el dueño de Android ha anunciado que no actualizará su sistema operativo en los equipos del tercer mayor fabricante de móviles del Planeta, con los perjuicios que eso supone a los 200 millones de usuarios que cada año adquieren equipos de esta enseña. A medio y largo plazo, y si nadie lo remedia, los smartphones y tabletas de Huawei dejarán de funcionar de forma óptima al quedarse excluidas de las actualizaciones de software que hacen que los equipos funcionen.
Desde que las guerras comerciales resultan más directas, limpias y efectivas que las armamentísticas, las grandes potencias deben tomar plena conciencia del impacto de sus decisiones. Así, un simple movimiento arancelario y un aparente decreto local pueden desencadenar la hecatombe si coincide con la participación de monopolios globales.
Conviene recordar que compañías Made in USA como Google, Microsoft, Intel o Facebook disfrutan de posiciones de dominio superiores al 90% en ámbitos de actividad que mueven las economías del mundo. Una única referencia en su sector controla negocios como los sistemas operativos que rigen la práctica totalidad de los móviles y ordenadores, así como los microprocesadores, buscadores de Internet, redes sociales y mensajerías instantáneas. La salud de la economía digital está en sus manos
Para bien o para mal, la suerte de estos grupos estadounidenses afecta al conjunto de la humanidad. A modo de ejemplo de caos, bastaría con imaginarse que existiera un monopolio energético global y que éste decidiera cerrar su suministro gasolina a los automóviles de una determinada marca. Todo lo anterior resulta muy difícil de entender para los usuarios, especialmente cuando los motivos se refieren a cuestiones que comprometen la seguridad sin que existieran evidencias en su contra hasta la fecha. Y lo peor no sería el castigo puntual a una determinada compañía, sino las consecuencias colaterales que podrían derivarse entre colosos de la magnitud de los litigantes.
Si el presidente Donald Trump impide a sus empresas negociar con ciertos grupos chinos, los consejos de administración de dichos holdings no tendrán más remedio que acatar las órdenes. Y lo harán con todo el dolor de sus cuentas. Por lo pronto, los inquilinos de Mountain View se meterán un tiro el pie, ya que automáticamente dejarán de ingresar los importes por licencias de Android de dichos fabricantes.
A su vez, el mercado chino tiene argumentos para rechazar el comercio de productos y servicios estadounidenses, empezando por la mismísima Apple. También podría responder con represalias arancelarias en sintonía con las sufridas por sus empresas en EEUU. En ese caso, los precios de los componentes se dispararán y los productos tecnológicos se encarecerán en idéntica proporción, hasta el 25%.
La tormenta perfecta comienza a reunir todos los ingredientes: decisiones políticas irresponsables, monopolios globales, vasallaje tecnológico de EEUU y dependencia global de las manufacturas asiáticas.
Salvando las distancias, el contencioso entre EEUU y China podría compararse con la Crisis de los Misiles en plena Guerra Fría, suceso que a punto estuvo de provocar el colapso global. Finalmente, la confrontación entre los bloques estadounidense y soviético se evitó milagrosamente a principio de los 60 y esperemos que suceda algo parecido en nuestros días. Bastaría que los mandatarios Trump y Xi Jinping se sentaran lo antes posible, preferiblemente antes de su esperado encuentro en el G-20, y arreglaran sus diferencias sin comprometer el orden mundial.
"Todas las 'telecos' españolas trabajan con las redes Huawei, también primer vendedor de móviles del país"
En el caso concreto de España, Google y Huawei hacen posible las comunicaciones en el país. No sólo afecta a los actuales o futuros usuarios de la marca asiática, el más vendido en el mercado español con una cuota por unidades del 28%-, sino también para los del resto de los fabricantes. De hecho, todos los operadores españoles trabajan actualmente con las redes del proveedor asiático.
Visto lo visto, y dado el poder de China y EEUU, alguien debería invitar a sus dirigentes a que -por el bien del mundo-, procuren arreglarse lo antes posible.