El Gobierno español mantendrá la cautela respecto a Huawei, sin pronunciarse abiertamente en el asunto. Según ha podido saber elEconomista de fuentes conocedoras de la situación, las múltiples variables geopolíticas, económicas, empresariales y tecnológicas invitan a actuar con la máxima precaución. De esa forma, la administración española no contempla seguir los pasos del Reino Unido, país que ha vetado a la compañía china para el desarrollo del 5G. Por lo pronto, los planes del Ejecutivo sitúan cualquier actuación hasta finales de otoño. Además de las referidas implicaciones, existe un detalle que no escapa a Moncloa: el próximo 3 de noviembre se celebrarán elecciones en los Estados Unidos y el resultado de las mismas podría alterar la situación.
La evidente animadversión de Donald Trump contra Huawei podría no existir en el supuesto de que el inquilino de la Casa Banca sea el candidato demócrata. Por lo tanto, el Gobierno verá el cariz de los futuros acontecimientos para actuar en consecuencia.
Otras fuentes del sector apuntan a este periódico que cualquier elemento de distorsión o incertidumbre afectará a sus inversiones a largo plazo, pero sin pronunciarse en el asunto, quedándose al margen de la tensión entre Estados Unidos y China.
Según los analistas consultados, la situación se resume en pocas palabras: no existen argumentos objetivos ni técnicos para dudar de la calidad y seguridad de las infraestructuras de Huawei, pero el ruido geopolítico condiciona a los gestores de las compañías.
Por otra parte, y ante las restricciones Estados Unidos a la obtención de visados a empleados Huawei, la compañía china asegura sentirse "decepcionada". "Huawei opera con independencia del Gobierno chino. Somos una compañía privada, controlada por sus trabajadores", reitera en respuesta a las acusaciones planteadas por Washington, que sospecha de sus supuestos vínculos con la inteligencia del país asiático y la considera un riesgo para su seguridad nacional.