Eduardo Olier
- 02/02/2018, 00:38
02/02/2018, 00:38
Fri, 02 Feb 2018 00:38:17 +0100
Hablar de crisis económicas antes de que sucedan no es quizás apropiado. Lo normal en economía es explicar lo que pasó una vez sucedido. Estamos, según dicen, en un círculo virtuoso imparable. Nada que ver con los tiempos de la última crisis. En 2009 se explicó con detalle lo que había pasado. Todo tuvo que ver con las hipotecas que se dieron a los ninja (no income, no job, no assets): las hipotecas subprime causantes de la última crisis: la Gran Recesión de 2008. Esto fue para muchos la causa. Los expertos, sin embargo, encontraron similitudes con la crisis del 29, para llegar a la conclusión de que la recesión se debió a una crisis de confianza que se expandió como una pandemia por los mercados financieros. Para detener la hecatombe se aportaron enormes recursos. Casi un billón de dólares fueron a parar a Detroit para sostener la industria del automóvil. El sistema financiero se sostuvo mediante estímulos monetarios: el famoso QE (Quantitative Easing). En Estados Unidos, entre 2008 a 2015, la Reserva Federal incrementó su balance de 800.000 millones a más de 4 billones de dólares. Se le dio con ánimo a la máquina de fabricar dólares. En Europa, se puso en marcha un mecanismo similar para detener la caída del euro arrastrada por los PIIGS: Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, con sus primas de riesgo en una escalada sin freno. La expansión cuantitativa en Europa vino de la mano de los ahorradores europeos; es decir, de los ciudadanos de la Europa central. Aparecieron los partidos populistas a derecha e izquierda con el empobrecimiento de las clases medias. En España, aparte de las ayudas europeas, la crisis se fue resolviendo por la vía de los salarios y de la política fiscal: más impuestos y contratos precarios; lo cual disparó las desigualdades. También ayudó, y mucho, un petróleo barato y la explosión del turismo: ¡más de 82 millones de visitantes en 2017! Ni que decir tiene que la productividad se ha mantenido prácticamente en los mismos niveles precrisis. De nuevo, todo cayó en las espaldas de la clase media sin que se hicieran importantes ajustes estructurales.